domingo, 29 de julio de 2012

EL SANTIAGUEÑAZO (16-12-1993)

En diciembre de 1993, en Santiago del Estero un levantamiento popular terminó con el gobierno de Carlos Mujica, uno de los títeres de Carlos Juarez, que gobernó desde 1949, asumiendo personalmente en 5 mandatos y delegando en otros sirvientes (como su esposa) casi continuamente durante mas de 60 años y convirtiendo a la provincia en la mas pobre y la mas postergada del país.
Durante el "Santiagueñazo" el pueblo hambreado se reveló e hizo caer a los tres poderes provinciales incendiando los edificios de gobierno y administración publica y las casas de los políticos corruptos. El ministro de Economía Domingo Cavallo y el Presidente Cárlos Menem habían asegurado que la provincia era "inviabvle" y pretendían anexarla a Córdoba 

EL Santiagueñazo es uno de los antecedentes del "Argentinazo" de diciembre de 2001, al igual que los piquetes, cortes de ruta y movilizaciones de Tartagal, General Mosconi, Cutral Có, Corrientes y Provincia de Buenos Aires, pero con la particularidad de haber sido él único en el que se logró la renuncia del gobernador y la huida de todos los representantes del poder

Lo recordamos con:

-Cárlos Scrimini, médico santiagueño, fue uno de los organizadores del "Cordobazo" como dirigente estudiantil. Histórico militante del PC de Córdoba y Santiago del Estero. Participo de la pueblada de diciembre de 1993.

-Julio Carreras, periodista, escritor y santiagueño. Ex militante del PRT-ERP, preso político de la dictadura. Participo de la pueblada de diciembre de 1993.

-Agustina de Salvo, socióloga, investigadora de CONICET, responsable editorial de la re-edición del libro "EL Santiagueñazo, Crónica de una pueblada argentina" publicado por "Razón & Revolución" y escrito por el intelectual, artista y militante de izquierda Raul Dargoltz, (fallecido en 2009) 

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Otros contactos con Julio Carreras:



El Santiagueñazo. Crónica de una pueblada argentina.
Raúl Dargoltz

El Santiagueñazo constituye un relato imprescindible para quien quiera conocer no sólo la historia reciente de Santiago del Estero, sino también uno de los acontecimientos que permitirá entender, años después, el Argentinazo. Se trata de un libro rico en datos que provienen tanto de fuentes periodísticas como de entrevistas realizadas por el autor a militantes políticos y sindicales y a ciudadanos santiagueños que participaron en los hechos del 16 diciembre de 1993, cuando “una semana antes de las tradicionales fiestas de fin de año ‘ardió’ Santiago del Estero”. Quien quiera, por lo tanto, conocer qué pasó en Santiago del Estero ese día no puede dejar de leer este libro. Sobre todo, si se tiene en cuenta que la Argentina actual es la misma que la de los ’90, aunque sus contradicciones profundas hayan sido barridas bajo una alfombra de soja…

Sobre el autor
 
Raúl Dargoltz era abogado, periodista, Master en Ciencias Sociales, investigador del CONICET desde 1992, profesor de la Universidad Nacional de Santiago del Estero, director y dramaturgo. Falleció en diciembre del 2009 a los 64 años. Además de éste, se destaca entre sus libros Hacha y quebracho. Historia ecológica y social de Santiago del Estero, publicado por primera vez en 1980. En 1984 creó el grupo de teatro Hacha y quebracho, desde donde dirigió varias obras, entre ellas: Hacha y quebracho (1984) y El Santiagueñazo (1993), que evidencian la notable vinculación que el autor establece entre ciencia y arte. La primera edición, de 1994, del libro que reeditamos le costó un juicio por el delito de calumnias e injurias, del que quedó finalmente absuelto en marzo del 2002.


OTROS TÍTULOS DE LA BIBLIOTECA MILITANTE DE R&R

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A lo largo de la historia, la lucha de nuestro pueblo contra la burguesía ha ido adquiriendo diferentes métodos y formas de manifestarse según la coyuntura imperante, la rabia popular y el nivel de madurez en la organización. Pero siempre nutriéndose de las antiguas experiencias que fueron marcando un camino claro hacia nuestra liberación.

Los días 16 y 17 de diciembre de 1993, en Santiago del Estero se desato una enorme manifestación social, obrera y popular, marcando en Argentina un nuevo auge en la combatividad, y mostrando cada vez mayor nivel de organización para enfrentar la represión policial.

Este hecho denominado “el Santiagueñazo”, marcó un antecedente fundamental para las futuras rebeliones populares que empezaron a desatarse a lo largo del país, tomando el carácter de puebladas. Se produjeron principalmente en ofensiva contra los planes del gobierno nacional,  mandatados por el imperialismo.

Desde mediados de los 70 hasta la actualidad, todas las políticas económicas que se aplicaron en el país, como en gran parte de América Latina, fueron políticas de ajuste que respondieron claramente a lo que se llamó el “modelo neo-liberal”, que no es otra cosa que la profundización del capitalismo, a través de políticas funcionales a los grandes monopolios económicos y organismos multilaterales de crédito con una fuerte política privatista de los bienes comunes y empresas del estado.

Durante 1993, como resultado de la profundización de las políticas del equipo Menem -Cavallo, donde el desempleo total o parcial afectaba a más de 4 millones de argentinos, el gobierno respondió profundizando el ajuste, las privatizaciones, el pago de la deuda externa ilegitima y fraudulenta, con “flexibilización” laboral, el despido de miles de trabajadores y la eliminación de las conquistas históricas de la clase obrera.

A pesar de estos duros golpes, el pueblo, consecuente con la historia de lucha que ha heredado, sigue respondiendo a esta crisis, ganando las calles y  manifestándose contra los gobiernos burgueses y sus planes de hambre.


La última intervención federal a la provincia de Santiago del Estero fue decidida por el ex presidente Carlos Menem un día después de que los santiagueños incendiaran los edificios de los tres poderes provinciales y las casas de los principales dirigentes justicialistas, como respuesta desesperada a una crisis económica extrema. El "Santiagueñazo" se desató el 16 de diciembre de 1993 y sin demora, al día siguiente, el presidente Menem firmaba el decreto que ponía en funciones como interventor federal al por entonces cavallista Juan Schearetti, hoy vicegobernador de Córdoba. El interventor responsabilizó del estallido social a las "administraciones anteriores sumidas en una crisis moral y ética" y prometió investigar la corrupción. Sus principales anuncios fueron el pago de 500 y 300 pesos a empleados estatales y jubilados, respectivamente, a cuenta de las abultadas deudas salariales que tenía la provincia y que en parte produjeron el estallido social. El 19 de diciembre, asumieron los nuevos miembros del Superior Tribunal de Justicia y comenzó el pago de los adelantos con largas colas vigiladas por tropas de gendarmería. La intervención federal estuvo integrada por funcionarios del equipo del por entonces ministro de Economía, Domingo Felipe Cavallo, quienes con dinero fresco del estado Nacional comenzaron a normalizar las cuentas de la provincia. La gestión de Schearetti se prolongó 18 meses y a su término, el caudillo peronista Carlos Juárez ganó las elecciones por amplia mayoría pese al antecedente de haber sido un gobierno justicialista el que provocó una crisis social, económica y política sin igual en la historia de la provincia.
INFO DESDE FOGONEROS.ORG
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"RAUL DARGOLTZ"
En Santiago del Estero, cuenta una leyenda muy difundida que San Francisco Solano tuvo un percance en su carreta al transitar una región(algunos hablan que se encontraba en la desaparecida Esteco, cerca de la actual Rosario de la Frontera- Salta, otros en Río Hondo) y le solicitó ayuda a los pobladores y al ser negada la misma, sacudió sus sandalias, manifestando que no quería llevarse “ni el polvo de estas tierras”.
De esta creencias popular, por supuesto sin documentar, surgió la interpretación popular que la razón de los males provincianos que transformó a una provincia rica, obedece a la “maldición de San Francisco Solano”. Un fatalismo sin solución, relacionado también con la creencia de la tradicional vagancia del santiagueño, siempre cansado, con poco apego al trabajo y amante de dormir la siesta.
Es por eso que cuando se produjo el “despertar” del 16 de diciembre de 1993 y se ensayaron y aún se continúan haciendo toda clase de explicaciones sobre este hecho que sacudió el país y conmociono al mundo entero. Desde las oficiales provenientes del gobierno, las periodísticas, las surgidas de los círculos intelectuales, políticos, literarios, religiosos, hasta las simbólicas.
La mayoría de estas interpretaciones ponen su acento en circunscribir el hecho a un fenómeno local, surgido sobretodo por la “hipercorrupción” de la clase dirigencial, por la disparidad de los sueldos y por la falta de ajuste y “modernización” del Estado provincial. La falta de pago de los salarios durante tres meses actúo como un verdadero detonante.
El sociólogo Carlos Zurita, en un muy interesante ensayo, también cae, a mi juicio , en el mismo error, al entender que:  “…..No se trata , claro está, de obviar y excluir las variables del contexto, de soslayar totalmente la incidencia de la situación nacional y aún internacional, pero sí de poner en foco al objetivo preciso, al punto de la cuestión. En esta perspectiva, trataremos de sugerir que lo acontecido el 16 de diciembre es, sobretodo, el resultado de un proceso complejo, pero nítido, que hunde sus raíces en aspectos centrales de la fisonomía espiritual de la provincia…”(1)
No coincido con aquellos que analizan a Santiago del Estero de esta forma, aislada del contexto regional y nacional y sin contemplar el marco de la economía global del planeta.
Es totalmente cierto que si “Pintamos nuestra aldea estaremos pintando a la humanidad” como diría  León Tolstoi. Pero este pensamiento del genial escritor ruso encierra una verdad a medias, ya que las semejanzas de Santiago del Estero con el resto de las provincias pobres de las Repúblicas de América Latina es evidente. En todas ellas el colonialismo depredador destruyó sus recursos naturales y humanos.
El  bosque san­tiagueño, el petróleo venezolano, el cobre chileno, la banana, el ca­fé, el azúcar centroamericano, el estaño de Bolivia etc. La historia es idénti­ca, sólo es necesario cambiar algunos nombres.
Pero no podemos “pintar” a la otra “humanidad” que nos ha totalmente excluído.  La constituída por el 18% de la población mundial, la de los países ricos, desarrollados, industria­les, que acaparan el 82% de la riqueza total del planeta.  Y cuya disparidad de ingresos con los países pobres es cada vez mayor, doblándose en los últimos treinta años.
Y es esta humanidad , la que diseña las actuales políticas económicas del Nuevo Orden Internacional y que nos dice que hay que ABRIR LOS MERCADOS que el modelo económico triunfante es el de la ECONOMIA ABIERTA.
En el Informe 1992 del PNUD(Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) se analiza la forma en que los mercados internacionales satisfacen o dejan de satisfacer las necesidades de las personas más pobres del mundo. Y en su conclusión este esclarecedor informe, tan poco difundido, destaca que :  “El acceso restringido o desigual a los mercados mundiales le cuesta a los países en desarrollo s$d 500. 000. 000.-  anuales, ci­fra que equivale a lo que reciben a manera de asistencia interna­cional” (2)
Cómo es posible entonces , que en la era de la gran revolu­ción tecnológica, de las comunicaciones, de la supercarretera in­formática que vincula instantáneamente a los mercados y capitales del mundo, de los grandes avances en la biotecnología, medicina, etc, se acentúe la miseria del 80% del pla­neta donde viven miles de millones de marginados, que fueron arro­jados de ese mundo informático?
Porqué los mercados mundiales no han beneficiado a los más pobres y por el contrario han creado más prosperidad para pocos y más desesperación para muchos?.
El informe mencionado de las Naciones Unidas identifica dos razones fundamentales que no podemos ignorar:
l)En primer lugar, allí donde el comercio mundial es comple­tamente libre y abierto(mercados financieros)funciona en benefi­cio de los más fuertes.  Los países en desarrollo ingresan al mer­cado en calidad de socios desiguales y salen con recompensas des­iguales.
2)En aquellas áreas donde es posible que los países en des­arrollo tengan una ventaja competitiva las reglas del mercado se cambian con frecuencia para evitar la competencia libre y abier­ta.
Dice el PNUD con meridiana claridad:”Si los mercados inter­nacionales fueran verdaderamente abiertos, permitirían el libre flujo de capital, trabajo y bienes por el mundo y ayudarían a igualar oportunidades económicas para todos.  Pero éstos no son ni libres ni eficientes.  Ahora cuando los mercados nacionales tien­den a abrirse, los mercados internacionales siguen estando muy restringidos.  Salvo algunas excepciones notables, a los países en desarrollo les está resultando difícil explotar a cabalidad el potencial de dichos mercados.  Esto refleja la debilidad de sus políticas y las restricciones impuestas sobre los mercados inter­nacionales”.(3)
Esta realista publicación del organismo de las Naciones Unidas rebela que la actual política económica nacional, que no puede ocultar el aumento del índice de desocupación y pobreza, ignora las lecciones y enseñanzas que nos brindaron a través de la historia y nos siguen ofreciendo las superpotencias mundiales.
En efecto ,Estados Unidos, Japón y Europa,  se enfrentan en una feroz guerra comer­cial. Las armas que emplean son las del proteccionismo y los subsidios, impe­lidos por la crisis global que afecta a todo el sistema capitalista mun­dial.

Esta crisis de sobreproducción generada por la nueva revolución tecnológica que trajo aparejado el aumento alarmante del índice de desempleo en el primer mundo y ha volcado, sobretodo en los mercados periféricos excedentes comerciales y financieros  cuya colocación es motivo principal de las profundas rivalidades entre los países desarrollados y entre sus corporaciones(4)
Washington ha amenazado con imponer sanciones a ciertas exportaciones del Japón si para el 30 de septiembre de 1994, Tokio no accede a liberalizar sus sistemas de compras gubernamentales de telecomunicaciones y equipo médico.
Estados Unidos para solventar el déficit de 60.000 millones de dólares anuales existentes en su intercambio con el Japón no vacilará de acusar de “competencia desleal” a algunas empresas japonesas, sobretodo en el rubro automotor, principal factor de ese déficit que padecen los norteamericanos(5)
Precisamente en esa disputa y en la búsqueda de nuevos mercados, los monopolios europeos, japoneses y norteamericanos, están obligados a bajar los costos a cualquier precio y “caiga quien caiga”, para mantener el estado de bienestar de sus privilegiadas poblaciones, que han comenzado a sufrir este “ajuste del primer mundo”. Pero para evitar la recesión de sus economías y el desempleo masivo, que ya suma los 17 millones de “parados”, sólo en la Comunidad Europea, sin contar los desempleados de los Estados Unidos, las superpotencias mundiales han dirigido sus inversiones al Tercer Mundo que tiene bajos salarios y sin cargas sociales que soportar.
Ese es el sentido de la creación del Nafta y de la corriente de inversiones que se orientó a Amé­rica Latina, el sudeste Asiático,  y Europa Oriental. Y ese es también el sentido de la denominada “flexibilización  laboral”.
Por supuesto ante esta visión el capitalismo monopolista no puede sonreir satisfecho por su triunfo y por la llegada del “fin de la historia”, como lo hicieron algunos apologistas neoliberales siguiendo la tesis triunfalista de Francis Fukuyama en los comienzos del 90 y luego de la caída del muro de Berlín.
Y como consecuencia de esta política de guerra comercial entre las superpotencias mundiales se ha agravado hasta límites insospechados la depredación de nuestros recursos naturales y humanos, por parte de los países centrales, del Tercer Mundo.
Ya no son necesarios los barcos cargados de esclavos negros atravesando el Atlántico para las plantaciones del Sud de los Estados Unidos y de América Latina, nuevas formas refinadas de dominación y de degradación humana, de imperialismo, concepto más vigente que nunca, han sido impuestas por la   “libertad del mercado” que supimos conseguir.
Lamentablemente, o si podemos llamar así “por suerte, las estadísticas y los números están a la vista para evitar equivocaciones  . El vaciamiento de América Latina en la llamada “década perdida”(1980-1990) para el BID fue un promedio de 80.000 millones de dólares anuales. La deuda externa de la región de 487.000 millones de dólares es hoy más del doble de 1982, a pesar de las “reducciones” del capital del Plan Brady, la enajenación masiva de las empresas públicas de América Latina y los cuantiosos intereses usurarios que fueron pagados puntualmente a la banca internacional. La crisis de la deuda externa no está superada. Sólo está dormida y a punto de despertar.(6)
Estos agudos desequilibrios de la economía latinoamericana no solamente obedecen al pago de una injusta deuda externa, que hoy llega al doble de 1982, a pesar del plan Brady y de las reduc­ciones y privatizaciones de las Empresas Públicas.-
El deterioro notable de los términos del intercambio comercial ha sido también la consecuencia de esta política neoliberal de apertura de los mercados. Como consecuencia de este deterioro el poder de negociación de los países en desarrollo , como los llama las Naciones Unidas, es sumamente débil. La mayoría de los países en desarrollo dependen de la expor­tación de sus productos primarios(90% para los africanos y un 65% para América Latina)y con  mercados internos muy limitados y po­cos bienes y servicios para vender.
Los precios de estos produc­tos primarios disminuyeron drásticamente en los años ochenta.    Esto se debió fundamentalmente a la reducción, de la demanda mundial, al cierre de los mercados de los países desarrollados, pe­ro también a que la mayoría de los países pobres se vieron impe­lidos a pagar su deuda externa.  Para poder pagar los intereses de la misma tuvieron que au­mentar su producción y las exportaciones a fin de obtener sufi­cientes divisas, y luego se encontraron compitiendo entre sí, en mercados cada vez más estrechos y reducidos.  (7)
Y es en el marco de esta economía global del planeta que se inserta la actual política económica nacional. La política neoliberal aplicada por los Menem, Salinas de Gortari y Fujimori responde totalmente a las necesidades de los países ricos y es contraria a los intereses de sus propias países.
Los países desarrollados defienden con uñas y dientes a sus mercados y multiplican los subsidios a sus productores y las medidas de protección arancelaria. Por el contrario, las políticas de ajuste en toda América Latina impuestas por el FMI, exhiben la otra cara de la “economía de mercado”.


La desindustrialización, el déficit habitacional, el desempleo, la mortalidad infantil, la miseria. El Dr, Jekill y Mister Hyde, aunque estos líderes del Tercer Mundo, se esfuercen en demostrar lo “bien que nos va” y que ya hemos ingresado a este Primer Mundo que nos desprecia.
Y gracias a este plan de ajuste las provincia argentinas anteriores a la Nación se hicieron “inviables”, concepto esgrimido por los economistas “mediterráneos-portuarios” y el Banco Mundial.
Las provincias  relegadas históricamente por la política porteña y aisladas entre sí por el trazado ferroviario inglés y francés, son condenadas nuevamente al olvido y al fracaso.
El histórico debate del proteccionismo- librecambio realizado en 1809 , con motivo del pedido de apertura del puerto de Buenos Aires por parte de los comerciantes ingleses y las luchas de las montoneras federales en defensa de las artesanías del interior, destruídas por la avalancha de mercaderías importadas, tienen hoy una gran actualidad.
La apertura económica y el tipo de cambio anclado en un ní­vel artificialmente alto desindustrializaron al país, favorecieron el ingreso irrestricto de productos importados y estrangularon a las  economías regionales , condenando a sus pobladores a la única opción del empleo público o al éxodo y a la desocupación.-
Nos encontramos frente a una gran “fractura regional” o “desarticulación regional”.
Y el interior empobrecido se defiende como puede. En Santiago del Estero, en Jujuy, en Salta, en La Rioja con los levantamientos populares de sus empleados públicos, hasta Ushuaia y Río Grande en la Patagonia destruída y paralizada. Los recientes apagones de los pequeños comerciantes de Entre Ríos y el Chaco resistiendo a la voracidad fiscal y los paros de los productores rurales e industriales que no aguantan el tipo de cambio anclado en un dólar artificialmente alto que terminó por arrasar al agro y a la industria nacional.
“Díganle al Presidente que tenemos hambre”, decía una “activista-empleada pública”, el 16 de diciembre de 1993, el día que las llamas “purificaban” por el fuego los símbolos del poder político, ante el estupor del mundo y del propio Menem que era condecorado en ese momento en el Vaticano.
“Hay que perseverar” fue el consejo del presidente del FMI, Michel Camdessus en su reciente visita al país, y la dupla Menem- Caballo se apresura en seguir sus consejos y en ratificar a las provincias que seguirá el ajuste, y si es necesario, con “manu militari”.
En el IX Congreso Eucarístico Nacional realizado hace unos días en Santiago del Estero y que congregó a una multitud de fieles de los distintos rincones del país se alzaron numerosas voces de la Iglesia argentina contra este plan económico.
El vice-presidente de la Comisión Episcopal, Monseñor Emilio Bianchi Dicárcamo, enfatizó que “ el gobierno nacional no quiere reconocer la existencia del incremento de la pobreza y su política de subordinación a los Estados Unidos”(8), mientras que un grupo de sacerdotes pertenecientes a la Pastoral Social, con brazaletes negros, le dieron la espalda a Menem en repudio de su “plan asesino”.(9)
Estoy seguro que estas manifestaciones serán recordadas por los asistentes al Congreso , que tampoco olvidarán a la colonial Casa de Gobierno quemada el 16 de diciembre, uno de los lugares más visitados y totalmente pintadas sus paredes con leyendas escritas por los santiagueños que despertaron de una larga siesta provinciana.
Pretendo en este libro desentrañar cuales fueron las raíces históricas y socio- económicas que desembocaron el  “Santiagueñazo”· y describir también como fue “el día mas largo de la historia provincial”.
Es verdad que fui testigo, directo o indirecto, de la mayor parte de los hechos contemporáneos que describo y que “soy un caso perdido” ya que por más esfuerzos que haga nunca podré ser neutral”, como diría el escritor uruguayo Mario Benedetti, pero no quiero permanecer esperando en silencio, no se cuanto tiempo, que decanten las pasiones, como algunos intelectuales subjetivos recomiendan.
Sentí como una obligación, como un deber, el de escribir y contar esta historia. Que por supuesto, por ahora, no será la oficial, ni la más difundida. Pero “quien quiera oir que oiga” como dice el gran juglar rosarino Lito Nebbia.
Por último mi agradecimiento a Silvia del Valle Lencinas, alumna de sociología, que me ayudó en la búsqueda del material  periodístico de los últimos años. A mi familia, y a todos mis amigos, en forma especial al “profe” José Herrera, que ya no está, a Tuti, Nelly, Maria Teresa, Guillermo, Tito Machi, Rafael y Juan, que me siguen “aguantando”. A los nostalgiosos del pasado” que nos se entregan, y al pueblo de mi provincia único y principal protagonista, que me permitió escribir este testimonio de amor y de esperanza.
RAUL E. DARGOLZ
Santiago del Estero, 9 de septiembre de 1994

*Link para leer el libro completo (H-Debate)
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 A comienzos del mes de diciembre de 1993, el fin del gobierno de Carlos Mujica en la provincia de Santiago del Estero era inminente. La protesta del pueblo santiagueño ante el cúmulo de problemas irresueltos crecía en tono y ánimo. La inmediata consecuencia de todo esa crisis fue solicitar desde el Gobierno Nacional la renuncia de Mujica, para que asumiera en su lugar el vicegobernador Fernando Lobo. El desprestigio del gobierno santiagueño había cobrado una dimensión nacional imposible de revertir. En la provincia, Mujica enfrentaba pedidos de juicio político. La situación económica se complicaba cada vez más. Los giros coparticipables se desviaban para pagar los intereses de los créditos contraídos. Los fondos del entonces Banco de la Provincia se habían agotado en un verdadero festival de préstamos incobrables y en maniobras fraudulentas de arrastre, y los ingresos en concepto de adelantos enviados por la Nación eran incautados, no bien llegaban, para atender los compromisos con las entidades financieras privadas. El Ministerio de Economía de la Nación ya no quería enviar nuevas remesas de dinero. Luego de un encuentro con el ministro del Interior Carlos Ruckauf, Mujica regresó a Santiago y se reunió con el vicegobernador Fernando Lobo a quien le entregó la renuncia para que éste la anunciara públicamente. En silencio, sin decir una palabra, se retiró del lugar del encuentro. Su función al frente del Poder Ejecutivo había terminado. La asunción de Fernando Martín Lobo, un mes antes del estallido social, si abrió expectativas alentadoras, éstas no tardaron en desvanecerse. Sus días como gobernador estaban contados, básicamente por no producir cambios sustanciales y por colocar para conducir el área económica, precisamente, al ex ministro de Mujica, Aizar Antonio Assefh, lo que fue visto como un retorno al pasado inmediato, que no se quería repetir. Por otra parte, el Gobierno Nacional exigió la aplicación de la Ley Omnibus, pensando que así se podrían corregir desajustes. En su artículo duodécimo, la ley establecía: “Declárase en disponibilidad a todo el personal del Estado Provincial” y “el cese inmediato de todo el personal que no haya alcanzado a la fecha de la presente, un año de antigüedad desde el momento de su designación”. El pueblo reaccionó con mayor virulencia a la demostrada en manifestaciones anteriores, convencido de que se trataba de una salida traumática que perjudicaría enormemente a los empleados públicos, entendiendo que estaban sentenciados al despido masivo por culpa de las malas administraciones corrompidas. Por otra parte, existían claros indicios que hacían presumir que Lobo había sido abandonado a su suerte desde las altas esferas del Gobierno Nacional. Lobo, cercado por la embestida de las manifestaciones públicas, e incapaz de encontrar una salida a la grave situación, ordenó no reprimir a los manifestantes y optó por abandonar la sede del gobierno junto a sus ministros, en un camión de los Bomberos Voluntarios. El "Santiagueñazo" se desató el 16 de diciembre de 1993 y sin demora, al día siguiente, el presidente Menem firmaba el decreto que ponía en funciones como interventor federal al por entonces cavallista Juan Schiaretti. El interventor responsabilizó del estallido social a las "administraciones anteriores sumidas en una crisis moral y ética" y prometió investigar la corrupción. Sus principales anuncios fueron el pago de 500 y 300 pesos a empleados estatales y jubilados, respectivamente, a cuenta de las abultadas deudas salariales que tenía la provincia y que en parte produjeron el estallido social. El 19 de diciembre, asumieron los nuevos miembros del Superior Tribunal de Justicia y comenzó el pago de los adelantos con largas colas vigiladas por tropas de Gendarmería. La intervención federal estuvo integrada por funcionarios del equipo del por entonces ministro de Economía, Domingo Felipe Cavallo, quienes con dinero fresco del Estado Nacional comenzaron a normalizar las cuentas de la provincia.
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RESPONSABLES:
Santiago: Juárez, Zamora y el Santiagueñazo
Tres días de duelo provincial con honores. Una formación de los Patricios y la Banda de Música de la Policía de la provincia acompañaron la llegada de los restos de Juárez al cementerio privado Parque de la Paz. Así, el gobierno de Zamora rindió homenaje a Carlos Juárez, quien el 2 de julio falleció a los 94 años. Distintas opiniones lo presentaron como el gobernador más joven de la historia nacional, el único que ocupó el cargo cinco veces, el que dominó políticamente la provincia por 50 años, el que le ganó una elección al propio Perón en la provincia o el mejor peronista luego de Perón y Evita.

Lo que debe destacarse es el homenaje de parte del gobierno de Zamora (integrante de la Concertación K), quien fue presentado como el hombre que venía a poner fin del juarismo y dar inicio de un nuevo ciclo político basado en el respeto de las libertades y los derechos humanos cuando asumió la gobernación de Santiago en 2005.

La provincia fue intervenida en abril de 2004, cuando el gobierno de Kirchner decidió actuar para disipar el proceso de movilización popular que tenía por base el reclamo de justicia frente al denominado “doble crimen de La Dársena”, que les costó la vida a Patricia Villalba y Leyla Bshier Nazar.

A partir de la intervención –apoyada por un arco unánime que incluyó a Solanas–, el matrimonio Juárez afrontó un prolongado proceso judicial por denuncias de secuestros, torturas y defraudaciones al Estado. Ambos fueron detenidos, incluso el ex jefe del servicio de Inteligencia provincial, Antonio Musa Azar, los implicó en varios delitos. Algunos le endilgaban responsabilidad en la muerte del obispo Gerardo Sueldo, crítico de su gestión.

Juárez también fue imputado como el jefe intelectual de la muerte de 30 personas en el período de 1973-77.

El propio Juárez –en una carta poco conocida que le escribió al represor general Jorge Olivera Rovere, en la que reclamaba la libertad de su esposa, detenida en 1977– se jactaba al destacar que “Mi provincia ha sido la única en la que no pudo actuar la subversión… ¿A qué se debió tan extraña circunstancia, máxime teniendo en consideración que estaba circundada en sus límites por un activo y agitado cerco subversivo? Simplemente a que allá sí se combatió con capacidad y en forma efectiva las causas generadoras de la subversión…” (Agencia Digital Independiente de Noticias).

Zamora está unido insondablemente a Juárez por otro hecho: el Santiagueñazo del 16 de diciembre de 1993.

En aquellos acontecimientos, las masas sublevadas le quemaron la casa a Juárez y expulsaron del gobierno al gobernador Lobo (que huyó escondido en una autobomba de los bomberos), pero también expulsaron a la nueva Legislatura que había jurado el 10 de diciembre, la que tenía como novedad una renovada bancada de 15 diputados radicales dirigidos por Zavalía, entre los que estaba el propio Zamora.

Bajo el régimen zamorista, Juárez y su esposa fueron finalmente eximidos de culpa y cargo por todos sus crímenes, y el viejo aparato represivo es hoy uno de los instrumentos clave del nuevo régimen para enfrentar las movilizaciones populares.


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MALESTAR EN SANTIAGO DEL ESTERO POR LOS HOMENAJES A JUAREZ
Un caudillo maquillado por la muerte

  Por Alejandra Dandan
El gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, despidió a Carlos Juárez con los honores de un ilustre. Aunque encontró el modo de evitar ceder la Legislatura para la ceremonia fúnebre, decretó tres días de duelo, dispuso la guardia de honor de la policía y ordenó que las banderas de las escuelas y organismos públicos se mantuvieran izadas a media asta en señal de duelo. Pero no sólo eso. En los fundamentos del decreto, recordó al caudillo y ex gobernador como un “distinguido ciudadano” y “notable político” con “vocación de servicio” y consideró “lamentable” su desaparición. Juárez, arquitecto de un modelo que le permitió dirigir la provincia durante cincuenta años, fue el primer mandatario investigado por crímenes de lesa humanidad cometidos antes del golpe de 1976. Estuvo preso y procesado por una desaparición, y a la hora de su muerte estaba imputado por la desaparición de otras doce personas, por torturas y 45 privaciones ilegales de la libertad. Ese es el Juárez que los rituales de la muerte parecieron invisibilizar. Para los organismos de derechos humanos locales, las banderas a media asta son un mensaje “desmoralizador” en la construcción de la tan trabajosa memoria santiagueña.

“Carlos Juárez fue un personaje nefasto”, dice Luis Garay, ex detenido político y encargado del Instituto de la Memoria. “Ocupó con acuerdos de muchos sectores el poder durante 50 años en los que produjo retraso político, económico y social, y su estilo no tuvo nada que ver con la democracia, sino con un fascismo concreto. Gobernó con una política unipersonal y una policía fuerte que controlaba todo, se llevó trece dirigentes políticos y después participó de la represión.”

Juárez no se fue solo del poder ni como resultado de una elección. Hubo un doble crimen, marchas del silencio, un archivo de espionaje secreto de 40 mil expedientes y la intervención federal de 2004. Nada de eso se refleja en las cuatro páginas de avisos fúnebres publicadas en el diario El Liberal después de su muerte, las colas para despedir el cuerpo y el decreto de Zamora.

El gobernador de Santiago del Estero firmó el decreto 1016 el sábado pasado. Juárez había muerto el viernes por un cuadro de neumopatía. Tenía 94 años. Zamora fundamentó el decreto en cuatro párrafos. “Que la vasta trayectoria institucional de este distinguido ciudadano y notable político –dice el decreto– está signada por su capacidad de trabajo y vocación de servicio demostrado en todas las facetas de su vida pública y privada, ganándose de este modo el reconocimiento y afecto popular.” Que, continúa, “en consecuencia es deber ineludible del gobierno rendir el justo y postrer homenaje manifestando su más profundo pesar con motivo de su lamentable desaparición y expresando sus condolencias a sus familiares más próximos”.

Para los organismos de derechos humanos, Juárez se murió en silencio e impune. “Lo que es lamentable es que haya fallecido a pocos días de que se iniciara el primer juicio por su responsabilidad en los crímenes de lesa humanidad, en los cuales la Secretaría de Derechos Humanos lo tenía querellado”, dijo Luis Alen, subsecretario de Derechos Humanos de Nación.


Nada de eso dice el decreto.

Zamora llegó al gobierno con un frente cívico, integrado en gran parte por ex juaristas. Fue segundo de un intendente radical que abandonó la municipalidad en la crisis de 2001. Asumió. Mantuvo un conflicto con los empleados durante ocho meses hasta que, dicen, un acuerdo con Juárez le garantizó el acceso a los fondos y la supervivencia política. El dato es mencionado por sus ocasionales aliados para encuadrar no sólo el decreto, sino un gesto que simbolizaría su debilidad política.

“Estamos revisando aquello de muerto el perro se acabó la rabia”, dice Cristina Torres, ex detenida política. “Esta nueva situación, en la que apareció un supuesto apoyo de la clase media a Juárez, es muy llamativa, es un nuevo fenómeno que demuestra que esa cultura política persistió y que hace falta mucha decisión para profundizar los mecanismos de la democracia, porque habremos cambiando de personas pero no de formas de construcción.”
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Carlos Juárez, preso por delitos de lesa humanidad
El ex gobernador de Santiago del Estero fue imputado por el secuestro, tortura y homicidio de un concejal peronista en 1975. Está preso en su casa. En la misma causa fueron acusados militares retirados y el ex comisario Antonio Musa Azar.

Por primera vez en la historia un gobernador constitucional fue procesado por la Justicia argentina de cometer delitos de lesa humanidad. El juez federal Guillermo Molinari ordenó la detención del caudillo santiagueño Carlos Juárez y embargó sus bienes por la suma de cuatro millones doscientos mil pesos. La resolución fue tomada en el marco de la causa que investiga los casos de 14 desaparecidos durante su tercer mandato. Juárez fue considerado como “presunto autor mediato del delito de privación ilegítima de la libertad, tortura y homicidio calificado de Emilio Alberto Abdala”. Además del ex gobernador, corrieron la misma suerte otros imputados, entre los que se encuentran militares retirados y ex jefes policiales como el ex comisario Antonio Musa Azar, actualmente sometido a juicio oral por el denominado doble crimen de La Dársena.


Ante la medida judicial, los abogados defensores de Juárez, encabezados por el ex candidato a gobernador por el PJ Francisco Cavallo-tti, anunciaron que apelarán la medida y presentarán una denuncia contra el juez federal Molinari. Carlos Arturo Juárez fue cinco veces gobernador de Santiago del Estero, tiene 90 años y cumplirá los 91 el ocho de febrero. Esta preso en su casa, La Rosita, acompañado por su esposa, la también ex gobernadora Mercedes “Nina” Aragonés.

En julio de 2007 la Justicia ordenó la acumulación de todas las causas por violaciones a los derechos humanos que se venían investigando en la provincia y armó cuatro megacausas. Una para los crímenes cometidos entre 1973 y el golpe del 1976 y otra para los ocurridos durante la dictadura militar. A su vez, cada período fue dividido en los casos de desapariciones forzadas de personas y en los casos de secuestros y torturas que no se hayan constituido en la desaparición posterior.

En la megacausa que se lleva adelante por las 14 personas desaparecidas durante el gobierno de Juárez, el caso de Emilio “El Chongo” Abdala fue el que permitió procesar al ex gobernador. Abdala era concejal peronista pero no pertenecía a la línea de la derecha católica que reinaba en la provincia por el año ‘75. A fines de noviembre de ese año su domicilio fue allanado por hombres de civil que portaban armas largas cuando él encontraba en Salta. El 3 de diciembre, el entonces ministro de Gobierno, Antonio Robin Zaiek, lo recibió en su despacho de la casa de gobierno. Al día siguiente Abdala fue entregado al Ejército y posteriormente desapareció.

En 2004, el propio Musa Azar, quien fuera hombre fundamental de la inteligencia juarista, implicó en la Justicia al propio gobernador. El se autoincriminó como responsable de la detención que terminó con la desaparición del concejal Abdala y declaró que “seguramente Juárez debía saber de la detención”. Ante la Justicia, el ex comisario dijo que lo hizo llamar el ministro de Gobierno. “Si me llaman a la casa de gobierno y me ordenan que lo lleve a Abdala, esto tiene que estar en conocimiento del gobernador.” Para la fiscalía, Musa “infirió de ese modo que un ministro no puede actuar sin la aprobación de un superior”. A través de un decreto, Juárez creó en 1974 la Dependencia de Inteligencia Política que funcionaba como una Side provincial. Por allí pasaron muchos de los desaparecidos y los más de 30 detenidos por razones políticas.


Además de declarar que los hechos investigados “constituyen crímenes de lesa humanidad”, Molinari determinó la prisión preventiva para Musa Azar (que ya estaba preso por otras causas), como “partícipe del presunto delito de asociación ilícita, presunto autor mediato de los delitos de privación ilegítima de la libertad y homicidio calificado” en todos los casos y de “torturas en cinco oportunidades”. En la misma causa, también se encuentran procesados por los delitos de “privación ilegítima de la libertad, torturas y homicidio calificado” los ex comisarios Ramiro López, Juan Felipe Bustamante, Cayetano José Fiorini, Tomás Garby, Leopoldo Sánchez y el militar retirado Jorge Alberto D’Amico, ex secretario de Seguridad del juarismo. En el escrito, el juez les dictó la falta de mérito al ex comisario Dido Isauro Andrada y a Carlos Alfredo Pithod.

El abogado Antenor Ferreira, referente de la Asociación de Familiares de Víctimas y Desaparecidos Políticos de Santiago del Estero, remarcó ante Página/12, la “gran importancia de esta resolución”. Uno de los antecedentes más relevantes sobre los delitos de lesa humanidad previo al golpe militar es la causa de la Triple A, que lleva un pedido de extradición para Isabel Martínez de Perón.

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UN EX MINISTRO DE JUAREZ
EXPLICA COMO SE MANEJA EL PODER EN SANTIAGO
“El juarismo es ahora una asociación ilícita”
Alguna vez le inició un juicio por insania. Otra, hasta fue su ministro de Economía. Antonio Calabrese conoce como pocos a Juárez y su manera de construir poder. Un poder maquiavélico que llega hasta lo más remoto de la vida cotidiana.

  Por Andrés Osojnik
Desde el gran poder económico hasta las cuentas de la vida diaria. Desde el control partidario hasta elegir a un opositor. Desde el control mediático y el terror extorsivo hasta un minucioso sistema de delaciones en cualquier rincón de la provincia. El Gran Hermano santiagueño adora que le digan caudillo, que lo critiquen por autoritario, que cuestionen su tiranía: todo eso alimenta su mito de todopoderoso. Pero no soporta que se hable –y en la provincia nadie se atreve a hacerlo– de corrupción, del perverso poder económico, de la fabulosa concentración de la riqueza que convirtió a Santiago del Estero en una de las provincias más pobres del país. ¿Cómo construyó Carlos Juárez su poder? ¿Cómo lo mantuvo por decenas de años? ¿Cómo controla hasta la vida cotidiana de los santiagueños? Un hombre que fue parte de su entorno lo explica: es Antonio Calabrese, un peronista que llegó a ser ministro de Economía, que fue secretario general de la Gobernación y fiscal de Estado adjunto. Un hombre que conoce de cerca a Juárez, a su esposa (y actual gobernadora) y al poder santiagueño.

Hasta su distanciamiento definitivo, Calabrese tuvo una relación sinuosa con el caudillo. En el ‘83, mucho antes de ser su ministro, le inició al matrimonio Juárez un juicio por insania. “Por supuesto, esto no tuvo ninguna trascendencia más que política”, recuerda ahora.
–¿Por qué se alejó finalmente de Juárez?
–Las historias políticas son historias de amores y odios, de lucha permanente, de coincidencias y adversidades. Pero el hecho de haber estado con Juárez como peronista no significa que forme parte de una complicidad inmoral y de la asociación ilícita que terminó siendo el juarismo que se exhibe hoy con obscenidad.
–¿Cuándo fue el distanciamiento?
–Juárez me llegó a designar por decreto como redactor del proyecto de Constitución de la provincia que hoy está vigente. Luego estuve como abogado en el Ente Regulador de Energía Eléctrica hasta que me adherí al kirchnerismo. Cuando estaba en los albores de su campaña, lo llevamos a Santiago del Estero e hicimos un acto con más de 1500 personas. A las 48 horas del acto, dejaron sin efecto mi contrato en el Ente. Eso llevó a exiliarme de la provincia: estar en contra del régimen implica que si yo me pongo a defender a un ladrón de gallinas es probable que lo terminen metiendo preso por homicidio. Tal vez no sean ellos mismos quienes se ocupen de perseguirme, pero están los sicarios que tienen que llevar todos los días la cabeza de algún compañero para saciar la sed de terror y de miedo. Una de las máximas habituales de Juárez es aquella de Maquiavelo sobre el Príncipe que debe ser respetado más por temido que por amado.
–¿Juárez es un lector atento de Maquiavelo?
–Más que lector, es un practicante.
–¿Cómo se traduce ese maquiavelismo en la construcción concreta de poder en una provincia como Santiago?
–Es un problema cultural que él ha venido construyendo en los últimos 50 años: lo más importante es que no debe haber inversión privada, que no haya proletariado independiente ni tampoco burguesía independiente. Uno de cada cuatro santiagueños depende del presupuesto oficial, ya sea porque es empleado público, porque es contratista del Estado o porque le presta servicios o es proveedor. De manera que desde la Casa de Gobierno se digitan la cuestión del trabajo, la vida y la hacienda de las personas.
–Habrá sectores que no están bajo la tutela del poder.
–No. Los comerciantes, por ejemplo, que no están junto a él también van a sufrir las consecuencias.
–¿De qué manera?
–Por ejemplo, mediante los códigos de descuentos, con los que se descuentan de los sueldos de los empleados públicos por planilla losimportes de las compras que hacen en los comercios adheridos. Entonces, sólo los comerciantes amigos del poder tienen códigos de descuentos.
–¿Cómo se evitó la creación de ese proletariado y esa burguesía independientes?
–Juárez jamás permitió que hubiera promoción industrial en Santiago del Estero. Se opuso permanentemente a los diferimientos impositivos. Siendo ministro de Economía tuve propuestas de industrias para radicarse allí. Pero a todo lo que fuera desarrollo empresarial o económico, él se opuso.
–¿Qué particularidad tiene el sistema político?
–El 70 por ciento del PBI es el presupuesto oficial. Y si todo el capital es oficial, cuando hay una elección el único que puede invertir es el gobierno. Al opositor sólo le queda el margen de la protesta aislada y del boca a boca. Y esto no podría lograrse sin los medios. En esto también hay una gran complicidad de los medios locales.
–¿Y la oposición?
–Las elecciones de setiembre del año pasado son un claro ejemplo de qué es la oposición en Santiago del Estero. La abstención, los votos nulos y en blanco alcanzaron el 52 por ciento del padrón. Eso fue un mensaje de la sociedad, porque la oposición no representa la voluntad de cambio: sólo quiere ocupar el lugar de Juárez. El juarismo ha llegado a tener tanto poder que hasta eligen a los adversarios, a los opositores.
–¿Cómo es eso?
–Les da oxígeno a los intendentes, por ejemplo. A Zavalía lo hizo ganar Juárez en la intendencia de la Capital. La última elección la gana el caudillo radical porque Juárez ordena votar, a través de la mujer en las mesas femeninas, en contra del candidato peronista. Entonces ocurre lo siguiente: gana para concejales el peronismo y pierde para intendente.
–¿Por qué querría Juárez la derrota del candidato oficial?
–Porque no quiere que aparezca un sucesor, un delfín; no le conviene crear un opositor interno. Lo mismo ocurrió en La Banda. Los elige y luego arregla con ellos.
–¿Y cómo es el poder hacia adentro del partido?
–Se alimenta de la obsecuencia y el servilismo permanente. El besamanos que deben realizar todos los que son funcionarios o allegados al poder es propio de los cortesanos. Los dos fueron declarados por ley “protectores ilustres de Santiago del Estero”, en una reminiscencia feudal vergonzante.
–¿Cómo se llega a formar parte de la estructura oficial?
–Antiguamente, cuando había todavía algún signo de resistencia, para ocupar algún cargo era condición sine qua non publicar una solicitada donde se alabaran las condiciones de liderazgo, de único conductor, de máximo jefe, líder, todas esas cosas. Entonces públicamente se ponía la firma y se podía entrar. Hoy en día ya no hace falta. Porque el régimen de obsecuencia es tal que si uno no entra en esa variante es imposible dar los primeros pasos. El que pretenda hacer su camino por afuera perderá el trabajo, o le pasará a algún pariente, o su comercio tendrá problemas.
–Hay una Secretaría de Informaciones...
–Esto lo calificó el ministro de Justicia de la Nación, cuando dijo que era un régimen como el de la Gestapo. O el obispo Maccarone, que dijo que la gente, cuando tiene temor y quiere verse protegida, en vez de acudir a la Justicia acude al Obispado. El sistema de vida de temor es permanente.
–¿El temor a qué?
–La gente tiene instituido que hay oídos en todas partes, habla en secreto en una mesa de café y tiene miedo de que el interlocutor no vaya a formar parte del sistema de inteligencia y delación que tiene montado el aparato de gobierno.
–¿Cómo funciona ese sistema?
–Para ganar méritos, un simple empleado de la administración pública escucha un comentario en contra y para ascender en esta escala de premios y castigos va y comenta lo que dijo un compañero. Hasta los colegios profesionales firman solicitadas a favor del gobierno. Se llega a las elecciones para definir la presidencia de un colegio o la cámara de comercio sólo con el aparato del Estado.
–El otro foco de poder es la Justicia.
–Ahí están las Madres del Dolor, que tienen que crear su propio periódico para hacer las denuncias. Están los casos de abigeato, donde se acusó a algunos diputados inclusive de ser jefes de bandas de ladrones de ganado, por lo que cayó una cúpula policial, también. Y que terminó con dos asesinatos de los cuales fueron acusados dos colaboradores del tristemente célebre Musa Azar.
–El escándalo estalla ahora justamente con un caso judicial.
–Ahora quieren imponer la hipótesis de que se trata sólo de un caso policial y que los hijos del poder no tienen nada que ver con todo esto. Si es así, es peor para el gobierno. Si un crimen común, en el que el poder no interviene para nada causa la caída del vicegobernador, la caída de toda la cúpula policial, la caída de Musa Azar, la del juez del crimen, ¿qué sería cuando un episodio roce el poder? Se derrumba todo.
–¿Considera que hay elemento para una intervención?
–Nunca mejor que hoy para encontrar causales de intervención federal a una provincia que las que existen en Santiago del Estero.
–¿Cuáles son?
–El estado de conmoción interior, el estado de subversión institucional es evidente. ¿Qué pasaría si nos ponemos a investigar ese abigeato? ¿Qué pasaría si nos ponemos a investigar la concentración de la riqueza en manos casi únicas, que tiene desde hoteles hasta cementerios, pasando por el casino? Hay que averiguar todo eso. El apoyo al presidente Kirchner es una apuesta al futuro. Creo que es el hombre que va a modificar la forma de hacer política en el país. Y mi esperanza es que el presidente Kirchner acompañe la modificación de la situación de Santiago del Estero.
–¿Cuál es la relación entre el gobierno y el poder económico?
–Cualquier santiagueño, desde el más humilde hasta el más poderoso sabe quién es el dueño del poder económico. Hay una concentración económica impresionante: el banco de la provincia, las compañías de seguros con los que ha contratado el Estado todos sus seguros, todos los hoteles más importantes, el cementerio, la empresa de energía, de agua corriente de la capital, las tarjetas de crédito locales, los créditos que da el banco, son todas del mismo dueño.
–Hasta la vida cotidiana está manejada por el sistema.
–Un santiagueño no tiene crédito en la obra social para pagar la parte que le corresponde de las prácticas médicas si no se las da la tarjeta oficial.
–¿Qué diferencias hay del feudo santiagueño con otras provincias feudales en el país?
–Hay otras provincias que han concentrado el poder del Estado, pero a su vez ha llegado el progreso, como el caso de San Luis, que pasó a ser una de las provincias más ricas. Santiago es hoy una de las provincias más pobres.
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Miguel Salvatierra remite “El estallido social de Santiago, contado por dos perros”. Aquí transcribe el prólogo de Julio Carreras, novelista y poeta, en aquel tiempo compañero suyo en la redacción del Diario el Liberal. Lo hace como recuperando un pasado, un movimiento de batuta de la musa de la Memoria, Mnemósine, una “posesión del ayer”, todavía cargado de virtualidad, que le recuerda a Borges: Sólo somos realmente dueños de las cosas que hemos perdido. En ese tiempo, nos dice, Carlos Menem presidía la Nación Argentina. Llevaban cuatro meses en Santiado del Estero sin cobrar los sueldos. Se acercaba el fin del año 1993. Miguel cuenta que llegaba la Navidad y, con uno de esos giros que hermosean el lenguaje nos dice que “se iban a pasar la Navidad en muchos lugares “sin una sidra y un pan dulce”, expresión que por allá quiere decir que no tenían nada. El trabajador se sentía angustiado, oprimido, estafado. La situación social anunciaba tormenta: Casos escandalosos de corrupción impune, crímenes, huelgas, atrasos de meses en cobrar los sueldos. Gentes sin dinero, sin esperanza, sin medicinas, se levantaron contra los corruptos de turno. Aquel 16 de diciembre, hartos ya de todo, el pueblo  tomó “la casa del gobierno”, los tribunales y la Cámara de Diputados, los tres fundamentos de la república. Ninguno de los tres poderes había sabido servir al pueblo. Esos sucesos fueron el símbolo de la caida de 50 años del juarismo. Entonces se produjo la “intervención federal” que hizo posible que “siguieran robando a troche y moche… Miguel Salvatierra nos cuenta: Lo vivido por los santiagueños fue terrible: se vivieron esos primeros días en un estado de caos total, luego llegaron los militares y reprimieron al pueblo sin discriminar a hombres, mujeres, niños. Increiblemente no hubo muertos, pero sí gran número de heridos y detenidos. Aquel Santiagueñado podría compararse con la toma de la bastilla.

Uno de los periodistas que cubrieron aquellos acontecimientos, Rodi Beltrán comentó  a nuestro amigo Salvatierra su opinión sobre los hechos: “Con el estallido se justifica la desaparición de una gran fortuna de dinero”. Quda muy claro desde este lado del charco: El capitalismo feroz, incapaz de crear riqueza que no sea para sí, responsable de tantas desdichas en el mundo, provoca el estallido con su rapiña y luego justifica en ese estallido llevarse sus dineros.
  
Aquello no sirvió para nada. Miguel Salvatierra nos cuenta que, una vez “pacificado” el pueblo por los militares, meses después, convocaron elecciones y ganaron los mismos corruptos a quienes les habían quemado las casas. Y uno se pregunta: ¿Cómo es posible que el pueblo trabajador, empujado a la desesperación, víctima de la violencia, despojado luego por la fuga de capitales que lo justifica en que ese pueblo se ha levantado, vote luego a los mismos a quienes quemó sus casas en un acto desesperado de rebeldía? ¿Cómo se explica que, a pesar del tufo de corrupción, ya imposible de ocultar, hayan ciudadanos, ciudadanas, que sigan votando a los curruptos, haciéndoles el caldo gordo a los corruptores, encrespándose contra quienes los denuncian, siendo parte del pueblo que los sufre?


Concluye Miguel Salvatierra citando a Julio Carreras: “Sentí dolor porque nos desencontramos entre hermanos y lo que se reclamaba no se llevó a cabo. Todo cambió para que nada cambie. Estamos en una altura de la vida donde posiblemente no veamos grandes cambios, pero, si con visión de futuro se invierte, se administra y se controla la educación, Santiago tendría como destino un verdadero cambio. Pero si no se cambia el concepto de educación y de cultura, dentro de cincuenta años vamos a estar hablando de lo mismo. 

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