domingo, 29 de junio de 2008

LEONARDO HENRICHSEN

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* ATRAPADOS EN LIBERTAD , PROGRAMA POR LEONARDO HENRICNSEN , PUBLICACION INDYMEDIA

* ATRAPADOS EN LIBERTA , PROGRAMA POR LEONARDO HENRICHSEN, EN RADIOETER

El día que mataron a Leonardo Henrichsen Chile amaneció de golpe. En la fría y soleada mañana del 29 de jimio de 1975 se escucharon gritos, tiros, frenazos de autos y la corrida angustiosa de mucha gente por calle Agustinas, a sólo dos cuadras de La Moneda. Era el «Tanquetazo». El tiro fatal vino después.
Para Leonardo Henrichsen, periodista argentino de ascendencia irlandesa y 55 años, que cubría los hechos para la televisión sueca y el Canal 15 de Buenos Aires, fue el último golpe que pudo filmar. Además fue su golpe periodístico. Leonardo sorprendió al mundo por haber mostrado, en seis minutos y medio de filmación, que Chile se desgarraba para dolor de toda América Latina y que él, ajeno a cualquier militancia política, mas no al mundo que lo rodeaba, era parte del sacrificio. Y lo fue: la saña calculada con que lo mataron por el simple hecho de reportear, signaba el rumbo que condujo a la barbarie del 11 de septiembre.
Quienes lo acompañaban esa mañana en el hotel Crillón de Santiago cuentan que, como el resto de los corresponsales, saltó desde la mesa en que desayunaba, manoteó la cámara y salió corriendo, se puso la batería cinturón marca "Cine 60" que alimentaba la energía, bajó a la calle y se instaló... Así lo relató el cronista de la televisión sueca Ian Sandrich, según testimonio de Juan «Mono» Flores, uno de los mejores amigos de Henrichsen. Allí en Agustinas filmó el rostro de la muerte, que lo sorprendió mirándola de frente. La cinta recorrió el mundo en los ' 70 y todavía impresiona mirar detenidamente cada cuadro, cada movimiento, cada acto y al camarógrafo invisible que filmó los últimos minutos de su vida.
«¡Hijos de puta, soy periodista!»










El Primer acto de la memorable filmación muestra un carro militar estacionándose en mitad de la calle, varios soldados descienden y toman el control apuntando con sus fusiles. Comienza el miedo.
Segundo acto: una ambulancia corre despavorida, se topa con el grupo militar, frena rápidamente y retrocede: los soldados apuntan.
Tercer acto: cientos de mujeres y hombres, jóvenes en su mayoría, se avalanchan sobre la posición de Henrichsen en la calle Agustinas. Todos huían de los primeros disparos del pelotón de asalto que tomó la calle. Leonardo filmaba a unos 150 metros. Sin que lo adviertan ingresan a la emulsión dentro de la cámara oscura, convertidos en imágenes para la historia, la misma que luego conocerán por el horror.








Cuarto acto
: Aparece otro carro militar, da violenta media vuelta y se aposta en una esquina, casi a una cuadra sobre la calle Agustinas. Son 11 soldados. El chofer abre con fuerza su puerta y comienza a apuntar, los otros comienzan a descender con los fusiles calzados a sus hombros, apuntando a todo bicho humano que se movía. La gente sigue corriendo, sube escaleras, cruza la esquina, se recuesta a las paredes, baja la cabeza, mientras las bestias verde oliva pisotean la humedad de la calle. Todo se hace más movido, más violento, más Tancazo. La realidad comienza a girar alrededor de Leonardo Henrichsen. El pánico va ganando la acción que capta su lente. Sólo él permanece quieto, impertérrito, inconmovible ante la historia que está filmando, la más curiosa crónica: su muerte en vivo.
Quinto acto: El oficial al mando desenfunda la pistola, la rastrilla, dispara al aire, patea a un civil en el suelo, le grita lo que siempre gritan los militares, especialmente cuando son golpistas, y mira nerviosamente a todos lados: allí descubre a Leonardo que lo tiene atrapado con el ojo de la cámara. Sin parar el paso dispara contra el camarógrafo argentino y el grupo de corresponsales, pero yerra, se da vuelta, camina a otro lado. La cámara se mueve en desorden sin perder el objetivo. Henrichsen no ha caído, pero, sin duda, sus piernas tensas sobre el suelo reaccionan frente al disparo: «!Hijos de puta, soy periodista!», cuentan que les gritó. (Ian Sandrich, según testimonio del "Mono" Flores).
Sexto acto: Se escucha otro cañonazo y se ve el humo saliendo del fusil de un soldado que decidió hacer buena letra con sujete disparando al mismo lugar. Pero no pasó nada. El nerviosismo militar va de un lado a otro, mientras el foco sigue fijo sobre cada movimiento del grupo de soldados, Henrichsen sabe que allí está la fuente del suceso, los protagonistas de aquel trágico Santiago.
Séptimo acto: Mientras el soldado que acaba de disparar da media vuelta y va detrás de su jefecito, quien también había dado media vuelta, otro, parado sobre el carro, acomoda el fusil sobre su hombro derecho, toma distancia, aguza el ojo asesino y afinca duro la pierna izquierda. Así, absolutamente convencido, disparó.
Henrichsen tomó estos movimientos paso a paso, como si la muerte que estaba filmando fuera de película. ¡Y eso es lo que impresiona de la cinta! Reguló con cuidado el lente hasta tener precisa la escena: el cuerpo firme del soldado apuntándole cuidadosamente, la calle nerviosa, la autoridad del carro militar estacionado donde le dio su perra gana, el clima gris sin technicolor de aquel Invierno de junio de 1975, captado por su cámara para la posteridad, la propia historia.
Octavo acto: La cámara comenzó a filmar la nada. El poderoso impacto de la bala de Fal en la base del cuello de Leonardo Henrichsen produjo un caos de planos sin acción humana, salvo la suya que era la última, y lo mató sin ninguna duda. Era el tercer disparo que desafiaba esa mañana: su último golpe.Un destacado periodista chileno venezolano que cubría los mismos hechos, en el mismo lugar y a la misma hora, hizo un vivido relato de lo que vio: 'La filmación de Henrichsen habla, por si sola, mucho más que mil palabras, superando cualquier relato y aún hoy, a pesar del tiempo y la distancia, conservo vivas en mi mente no las escaramuzas de la asonada militar, sino las escenas de la película... el periodista, sin más escenografía, que la propia realidad.../ ...Pudo hacer, eso sí, lo que ningún otro de los cientos de reporteros abatidos por el mundo logró: escribir su propia historia»*.





TRAILER DEL DOCUMENTAL DE ANDRES HABBEGER:http://www.diariopanorama.com/diario/edicionant/2008/01/23/a-14539.html






El 30 de junio de 2007, 34 años y un día después, un grupo de tres documentalistas argentinos, Silvia Maturana, Fernando Krichmar y Pablo Navarro Espejo, afiliados a DOCA y dos chilenos, Tati Lorca y Raúl Martínez, estaban tras su rastro y obtuvieron la imagen, en video digital, de su cara, de su casa, de su auto y de su esposa. Pudieron también corroborar sus datos personales. Esta es la segunda vez que Bustamante veía una cámara en su vida. Rápidamente comprendió todo, comprendió que su final estaba cerca, y como aquella vez huyó. La película que filmó Leonardo ese día posee dos tremendos mensajes que deberíamos comprender todos en su debida medida, pero especialmente los trabajadores de medios audiovisuales. La imagen nos estaba alertando de los tiempos que venían: no se trataba de dictaduras como las habíamos conocido hasta ese momento, eran operaciones genocidas a gran escala. Venían a disparar a la cabeza, y no querían que se supiera, no les gustaban las fotos, lo público, lo transparente.Cuando Leonardo cayó herido de muerte, los soldados intentaron sacarle la cámara. Él resistió en el suelo, al menos, dos minutos con el gatillo apretado. Tenía que seguir filmando, tenía que seguir mostrando para que nosotros, los que íbamos a ver su película, supiéramos de qué se trataba lo que se venía…Los que participamos de esta experiencia sentimos que es la mayor hazaña audiovisual a la que podríamos haber aspirado luego de años de registrar las luchas sociales y políticas que rodearon las épocas en que nos formamos como documentalistas. Mucho nos hace reflexionar hoy sobre los debates estéticos y políticos que nos damos los que trabajamos con la imagen acerca de qué películas hacer, con qué recursos, con qué calidad, con qué “sponsors”.Nosotros seguimos creyendo en el método de Cabezas, en el método de Henrichsen, en el método de Gleyzer: una idea en la cabeza, una cámara en la mano.

DOCUMENTAL DE "ADOQUIN VIDEO" (GANADOR FESTIVAL VALPARAISO)
CONTACTO
adoquin@fibertel.com.ar

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