domingo, 15 de noviembre de 2009

RAFAEL ALBERTI

El 27 de abril de 1977, tras treinta y ocho años de exilio -veinticuatro en Argentina y catorce en Italia-, RAFAEL ALBERTI regresa por primera vez a España. Sus primeras palabras al descender del avión fueron: "Me fui con el puño cerrado y vuelvo con la mano abierta en señal de concordia entre todos los españoles".

Su ya hoy mítica vida está ligada, durante casi un siglo, a los acontecimientos culturales, políticos y sociales más destacados de nuestro país. Desde su filiación al Partido Comunista, su labor en la Alianza de Intelectuales Antifascistas durante la Guerra Civil, su colaboración durante la contienda junto a María Teresa León y otros intelectuales en el salvamento de importantes obras de arte de nuestro patrimonio cultural -"Las Meninas" de Velázquez, "Carlos V" de Tiziano...-, hasta su rica presidencia honoraria con Dolores Ibárruri de las primeras Cortes Democráticas... Todo ello lo convierte en un personaje singular de nuestra historia más reciente.

Rafael Alberti ha llenado con sus versos las páginas más importantes de la poesía contemporánea. Su pertenencia a la mítica Generación del 27 lo liga al grupo de mayor esplendor poético del siglo XX, que él ha ido atravesando con una ética y dignidad ejemplares, reconocida con numerosos premios entre los que destacan el Nacional de Literatura, el Lenin de la Paz, el Nacional de Teatro y el Cervantes de Literatura.

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La literatura española del siglo XX compendia buena parte de sus realizaciones en la obra de Rafael Alberti (1902-1999), cuyo aprendizaje artístico tuvo lugar en los años veinte, dominados por la fiebre vanguardista. Su
sorprendente fertilidad, y el prodigioso manejo de la retórica y de la música del lenguaje, le impidieron anclarse en los primeros éxitos. El popularismo de los títulos juveniles dio paso a las formulaciones neogongorinas hacia 1927, fecha del tercer centenario de la muerte de Góngora. El poeta cordobés fue santo y seña de una propuesta de escritura que, protagonizada por Alberti conjuntamente con sus compañeros y amigos del 27, abrió la poesía española a la modernidad. Desoyendo los reclamos de la torre de marfil, su voz fue discurriendo por los derroteros más productivos de la lírica de su tiempo, de los ejercicios lúdicos al surrealismo, de la experimentación formal al compromiso cívico, de lo culto a lo popular, de la entonación coral a la elegía. Las tensiones, contradicciones y turbulencias de su siglo moldearon su biografía: activismo político, guerra civil, exilio, retorno a la patria. De España había salido con el puño cerrado, según dijo a su regreso, y a ella volvió con la mano abierta, casi cuatro décadas después. La riqueza y pluralidad de registros desbordan cualquier intento clasificatorio, pues su creatividad se derramó -además de en la poesía- en el teatro, en los libros memorialísticos, en los dibujos e ilustraciones, en sus recitaciones sobre los escenarios (como los viejos juglares del Mediœvo). La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes ofrece aquí fotografías y poemas albertianos, prosas memoriales, canciones, grabaciones de recitales públicos..., entre otros materiales que pretenden dar cuenta de este artista prometeico que, tras robar el fuego de los dioses, nos lo devuelve transmutado en belleza.


Entre el 22 de noviembre de 2002 y el 6 de enero de 2003, el Centro del Instituto Cervantes en Moscú celebró un «Homenaje a Rafael Alberti». En ese marco se desarrollaron una serie de actos —diversas conferencias de prestigiosos expertos y una exposición de fotografías y otros materiales— dedicados a la prolongada y recíprocamente fructífera vinculación de Rafael Alberti con Rusia.

La exposición, bajo el título de «Rafael Alberti editor y su tiempo», fue presentada por Gonzalo Santonja, poeta y catedrático, y por Juan Carlos Vidal. Se centró en el significado de la labor editorial de Alberti en España y en el exilio, así como en la obra de edición que, en la diáspora posterior a la guerra civil, realizaron sus amigos José Bergamín y Manuel Altolaguirre. Se exhibieron igualmente fotos de Rafael Alberti y los objetos sentimentales que marcaron su presencia en la antigua Unión Soviética. Recogemos aquí una pequeña muestra de todo ese material.


El 16 de diciembre de 2002, se desarrolló el seminario «Alberti en su centenario: la huella de Alberti en Rusia». En él participó Ella Braguinskaya, hispanista-consultora del Centro Bibliográfico-Científico de la Biblioteca Nacional Rusa de Literatura Extranjera, y amiga del poeta, que presentó el informe «Alberti y Rusia» y también donó al Instituto Cervantes de Moscú libros con dedicatorias y dibujos originales del escritor; parte de ellos se reúnen aquí y formaron parte de la muestra «Rafael Alberti editor y su tiempo» como se ha mencionado más arriba. También intervino en el seminario Josefina Iturriarán, historiadora, pedagoga e investigadora en los archivos de Rusia, que presentó el informe «Rafael Alberti. Encuentros y cartas». E intervino asimismo Serguéi Goncharenko, catedrático y vicedirector de la Universidad Lingüística de Moscú, Académico Correspondiente extranjero de la Real Academia Española, traductor y autor de monografías sobre teoría de la traducción, con el informe «Mis traducciones de Alberti».

Como importante complemento de estos actos, se realizó también la proyección de imágenes de Alberti procedentes de algunos noticiarios de la época de sus visitas a la antigua Unión Soviética, extraídas ahora del Archivo Nacional de Cine y Fotomateriales de Rusia.



«Cuando desembarqué en Buenos Aires, no sé si ya lo conté, lo hice después de presenciar lo que se llamó luego la batalla de Punta del Este, entre la flota británica y el Graff Spee, un acorazado de bolsillo alemán que pirateaba por las costas atlánticas argentinas y las chilenas del océano Pacífico. (...) Luego entramos en Buenos Aires, después de una travesía peligrosa, en la que María Teresa se había puesto enferma, teniendo que pagar nuestro traslado a segunda clase, cosa que nos mermó en mucho el poco dinero que llevábamos. Pero todo nos lo solucionó una persona que, entre otras, queridísimas luego, nos esperaba en el puerto: nuestro grande y generoso Gonzalo Losada, un nuevo editor lleno de ingenio e iniciativas, un verdadero adelantado, quien nos resolvió nuestra tan incierta situación. Él me contrató en seguida mi nuevo libro, Entre el clavel y la espada, que yo había comenzado a escribir en Francia, durante mis desveladas noches como locutor de la radio Paris-Mondial.»

(Tomado de La arboleda perdida (Libros III y IV de memorias),
Barcelona: Seix Barral, 1987, págs. 107-112.)




Fonoteca


Rafael Alberti Merello (El Puerto de Santa María, Cádiz, 16 de diciembre de 1902 - ibídem, 28 de octubre de 1999) fue un escritor español, especialmente reconocido como poeta, miembro de la Generación del 27. Está considerado uno de los mayores literatos españoles de la llamada Edad de Plata de la literatura española, cuenta en su haber con numerosos premios y reconocimientos.

Tras la Guerra Civil Española se exilió debido a su militancia en el Partido Comunista de España. A su vuelta a España, tras el fin de la dictadura franquista, fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía en 1983 y Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz en 1985.

Rafael Alberti nació en una familia de origen italiano que se dedicaba al negocio del vino en Cádiz. Tuvo una infancia despreocupada y libre de tutela hasta que es ingresado en el colegio de jesuitas San Luis Gonzaga del Puerto donde recibe una educación estricta y tradicional. La atmósfera asfixiante y la disciplina chocaban con el espíritu del joven que empezó a obtener malos resultados académicos, siendo expulsado en 1916 por mala conducta. No superó el cuarto año de bachillerato

En 1917 se traslada a Madrid con su familia. Rafael decide seguir su vocación de pintor demostrando gran capacidad estética para captar el vanguardismo de la época. Consigue exponer en el Salón de Otoño y en Ateneo de Madrid.

En 1920 muere su padre. Ante el cuerpo yaciente de su progenitor Rafael escribe sus primeros versos. Nace el Alberti poeta. Una afección pulmonar le obliga a desplazarse a la localidad segoviana de San Rafael, en la sierra de Guadarrama. En el retiro comienza a trabajar los versos que luego formarían "Marinero en tierra". Reestablecido regresa a Madrid donde empieza a frecuentar la Residencia de estudiantes y se rodea de otros poetas. Conoce a Federico García Lorca, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego y otros jóvenes autores que van a constituir el más brillante grupo poético del siglo XX. En 1925 recibe el Premio Nacional de Literatura por "Marinero en Tierra" convirtiéndose en una figura preeminente de la lírica española.

En 1927, con ocasión del tricentenario de la muerte de Luis de Góngora, aquel grupo de poetas decide rendir un homenaje en el Ateneo de Sevilla al maestro del barroco español. Aquel acto supuso la consolidación de la llamada Generación del 27, protagonista de la edad de plata de la poesía española. En los años siguientes Alberti sufre una crisis existencial debida a su delicada salud, sus penurias económicas y la pérdida de la fe. La evolución de su conflicto interior se manifiesta en su poesía de estos años. Prueba de fuego de la que renacerá con nuevas convicciones e ideales. Nace el Alberti comprometido con la política, en plena dictadura del general Primo de Rivera. Participa en revueltas estudiantiles, apoya el advenimiento de la II República y se afilia al Partido Comunista. Para él, la poesía se convierte en un arma necesaria para sacudir conciencias, una forma de cambiar el mundo.

En 1930 conoce a María Teresa León con la que funda la revista revolucionaria "Octubre". Viaja a la Unión Soviética donde asiste a una reunión de escritores antifascistas. En 1936 estalla la Guerra Civil. Durante este periodo Alberti fue miembro de la Alianza de Intelectuales Antifascistas junto con otros autores como María Zambrano, Ramón Gómez de la Serna, Miguel Hernández, José Bergamín, Rosa Chacel, Luis Buñuel, Luis Cernuda, Pedro Garfias, Juan Chabás, Manuel Altolaguirre entre otros. En su actividad, además de la propiamente cultural, se hicieron manifiestos, charlas y llamamientos contra el ascenso del fascismo que representaba el Ejército sublevado de Franco, así como la realización de boletines y publicaciones entre las que destacó El Mono Azul. Rafael Alberti colabora en salvar los cuadros del Museo del Prado de los bombardeos, acoge a intelectuales de todo el mundo que apoyaban a la República y llama a la resistencia del Madrid asediado recitando versos que se difunden hasta los frentes de batalla. Según algunos autores como César Vidal , las actividades de la Alianza de Intelectuales Antifascistas eran, cuando menos, controvertidas


Tras la derrota republicana, Alberti y María Teresa León se ven obligados a exiliarse. Se trasladan a París hasta que el gobierno de Pétain les retira el permiso de trabajo por ser considerados comunistas peligrosos. En 1940 y ante la amenaza alemana, se trasladan a ChilePablo Neruda. acompañados por

A partir de entonces Rafael Alberti vive un largo exilio que le llevará a Buenos Aires y Roma. No regresa a España hasta 1977, después de la muerte del general Franco. Ese año es elegido como diputado al Congreso en las listas del Partido Comunista, pero no tarda en renunciar al escaño porque lo que desea es estar en contacto con el pueblo. A partir de entonces asiste a recitales, conferencias y homenajes multitudinarios. No consiguió sillón en la Academia, pero obtuvo Alberti el mayor reconocimiento literario, el Cervantes, que se adjudicó en 1983. Antes había sido distinguido con galardones internacionales como el Lenin de la Paz (1965) y el premio Roma de Literatura (1991), además del Nacional de Teatro (1980). Renunció al otro gran galardón de las letras españolas, el Príncipe de Asturias, debido a su fuertes convicciones republicanas.

El 28 de octubre de 1999 murió en su casa de El Puerto de Santa María, en su pueblo natal. Sus cenizas fueron esparcidas en el mismo mar de su infancia, aquel que cantó en su obra "Marinero en Tierra".

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