domingo, 20 de noviembre de 2011

JUAN MARTIN GUEVARA, Hermano del CHE

JUAN MARTIN GUEVARA
(Hermano del “CHE”)

El hermano menor del “Héroe de la Liberación Socialista” recuerda vivencias personales de su infancia en familia y junto a uno de los máximos referentes revolucionarios del mundo. Además revivimos los dos encuentros luego del triunfo de la Revolución Cubana

Después de más de 3 décadas sin conceder entrevistas se involucró en la campaña de difusión “Los Caminos del CHE” el circuito de Museos y sitios históricos relacionados con la vida de Ernesto Guevara.

En la década del 70 fue militantedel Frente Antiimperialista por el Socialismo (F.A.S.) y preso político durante 8 años en distintas cárceles del país

Una historia de lucha y las intimidades de Ernesto, lejos de la remera con la foto de Korda, del “Guerrillero Heroico” y de los homenajes del 8 de octubre

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*Los Caminos del CHE

INFANCIA

Un hecho fortuito determina que el nacimiento de Ernesto Guevara se produzca en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, el 14 de junio de 1928. Sus padres, Celia De la Serna -de ocho meses de embarazo- y Ernesto Guevara Lynch, con las ideas puestas en la compra de un molino, deciden viajar a Buenos Aires para que su primogénito Ernesto naciera "porteño". El barco que los conduce por el río Paraná con destino a la capital de la República Argentinase encuentra a la altura del puerto de Rosario cuando Celia reconoce en su cuerpo las primeras contracciones. La pareja, obligada por las circunstancias, desembarca y se traslada inmediatamente a la casa de unos parientes. Poco después, en la maternidad del Hospital Centenario, un anexo de la Facultad de Medicina, Celia De la Serna da a luz. Después de una corta estadía en la ciudad, la familia Guevara continúa su viaje hacia Buenos Aires.


El ingeniero Guevara es propietario de una plantación de yerba mate en Caraguatay, provincia de Misiones, donde se instala con su familia. El robo de una cosecha entera de hojas de yerba de la plantación de don Ernesto cambia radicalmente la vida de los Guevara. La situación económica se torna crítica. Al poco tiempo, la familia alquila, en Buenos Aires, un departamento en la céntrica Avenida Santa Fe. El ingeniero decide trasladarse a San Isidro, provincia de Buenos Aires, donde forma una sociedad que intenta salvar un astillero que está a punto de quebrar, el negocio resultará un rotundo fracaso. De tal forma, que los primeros años del pequeño Ernesto de desarrollaron entre la espesura de la selva misionera y una de las capitales latinoamericanas más prósperas y pobladas de la época.

En Buenos Aires, el 31 de diciembre de 1929, nace Celia, la primera de las hijas del matrimonio. Ese mismo día Ernesto sufre su primer ataque de tos. Los médicos diagnostican neumonía. En 1931, después de un baño en el río, vuelve a sufrir una crisis en las vías respiratorias. Esta vez los síntomas indican bronquitis. La tos no cede y ante una segunda revisión se detecta en Ernesto bronquitis asmática. La enfermedad persiste y los Guevara consultan a un tercer médico, el diagnóstico final revela asma crónica. El 18 de mayo del mismo año nace Roberto, el tercer hijo de los Guevara. Ana María llegará al mundo el 28 de enero de 1934.

Celia y Ernesto Guevara saben que su hijo tampoco soportará el clima de Buenos Aires, la familia debe tomar una decisión drástica. Córdoba es el lugar recomendado por los médicos y hacia allí parten en 1933, instalándose transitoriamente en Argüello, lugar que abandonan al poco tiempo con rumbo a Alta Gracia, donde Ernesto permanecerá doce años. Esta vez la residencia de los Guevara será el Hotel La Gruta, donde el joven Guevara traba amistad con Carlos Ferrer "El Calica".

Los problemas económicos del ingeniero Guevara mudan nuevamente a la familia a una casa más barata dentro del mismo pueblo; se trata de "Villa Nydia" en donde el pequeño Ernesto aprenderá de su padre, en las interminables horas de postración asmática, los primeros movimientos de un juego que practicará con pasión durante toda su vida, el ajedrez. También por este tiempo recibe de una criada de la familia su primer apodo conocido, "Tete".

En 1936, Franco, en España, se subleva contra la República. Comienza la guerra civil. La familia Guevara vive paso a paso los sucesos que se generan en la península. El padre funda un comité de apoyo a los republicanos. El pequeño Ernesto recita de memoria, en las reuniones familiares, los poemas del chileno Pablo Neruda. "Villa Nydia" se ha convertido en un pequeño centro de seguimiento de los acontecimientos entre republicanos y franquistas y hasta un médico de apellido Aguilar, republicano obligado al exilio, es recibido como huésped junto con sus hijos. En una de las paredes de la habitación de Ernesto cuelga un mapa con banderillas de diferentes colores que marcan las posiciones de las tropas en pugna. Ernesto juega con sus amigos en los fondos de su casa a "la defensa de Madrid". Un terreno cubierto de pastos y flores es transformado en poco tiempo en la réplica de un campo de batalla con trincheras y defensas artificiales. Varios de los niños que intervienen en los "juegos de guerra" resultan heridos, entre ellos Ernesto, que recibe un fuerte golpe en una pierna, producto de la lluvia de piedras que los bandos se arrojan.

En 1937 la familia se cambia a una nueva casa en la misma ciudad. Se trata del chalet "Fuentes", y a los dos años, en 1939, cuando Ernesto tiene ya 11 años, vuelven a mudarse a uno de nombre "Ripamonte".


Celia De la Serna se preocupa en inculcarles a sus hijos la lectura y surge una verdadera pasión en la vida del pequeño Ernesto, que pasa horas encerrado en la biblioteca de su padre leyendo con el mismo entusiasmo tanto "Los tres mosqueteros" o "Robinson Crusoe" como los tratados más profundos de Freud.

Ernesto realiza su primera experiencia laboral a los 13 años. Es contratado por un terrateniente que busca gente para realizar la vendimia. Un ataque de asma lo sorprende en la mitad del trabajo y lo obliga a renunciar. Al reclamar su sueldo, se le paga la mitad de lo acordado. Es tal la indignación que sufre Ernesto, que al llegar a su hogar le pide al padre que regrese con él para "romperle la cara al explotador".

En 1942, Ernesto se inscribe en el Colegio Nacional Deán Funes al que debe viajar todos los días 35 kilómetros en tren. Ese mismo año nace su hermano Juan Martín, quinto y último de los hijos de la familia Guevara

En 1943, la pequeña Celia comienza sus estudios en el Liceo de Señoritas de Córdoba, y el ingeniero Guevara es contratado por un estudio de y lleva a su familia a radicarse en calle Chile 2288 de la capital mediterránea. La infancia de Ernesto Guevara ha terminado.

LA FAMILIA

Ernesto Guevara Lynch

Se han encontrado ascendentes de la rama Guevara en suelo americano desde mediados del siglo XVIII. El primer dato preciso se ubica en la figura de don Pedro de Castro y Figueroa que, sin pena ni gloria, gobernó como virrey por el escaso período de un año, sobre los habitantes de la Nueva España. Castro Figueroa tuvo un heredero de nombre Joaquín, quien alcanzó popularidad en la ciudad de Louisiana por haber secuestrado a su esposa. La huella de los Guevara comienza a perderse cuando los hijos de éste y sus descendientes, tentados por la "fiebre del oro" que estalla en San Francisco, se lanzan en su busca y terminan casi inexplicablemente radicándose en la Argentina de los comienzos del siglo XIX.

Los Lynch, como tantos otros irlandeses de su época, salen al mundo escapándole a la persecución religiosa y en busca de nuevos horizontes económicos. Emigran hacia la Argentina cuando la civilización cristiana transitaba ya los últimos años de su siglo XVIII.

El padre del Che, Ernesto Guevara Lynch, constructor que abandonó sus estudios de arquitectura, ya casado y amparado en la seguridad que le otorgaba la herencia recibida de familias de buena posición económica, le dedicó poco tiempo y esfuerzo al desarrollo de su profesión, orientando sus actividades a planificar y desarrollar negocios de distinta monta que terminaron, en su gran mayoría, en rotundos fracasos.

Paco Ignacio Taibo II, en su libro "Ernesto Guevara, también conocido como El Che", describe el temperamento y personalidad del ingeniero Guevara de la siguiente manera. "... Lo mejor de su padre, un constructor civil, es que lo expulsaron del Colegio Nacional por haberle dado una bofetada a Jorge Luis Borges, después de que éste lo denunció diciéndole a un maestro: 'Señor, este chico no me deja estudiar'. Ernesto Guevara Lynch -refiriéndose al padre del Che- era un aventurero a medias, estudiante de arquitectura que había dejado la carrera para incursionar en el mundo de los pequeños negocios y sacado la lotería, según él mismo reconocerá, al casarse en Córdoba con Celia, preferida por todos y alcanzada por ninguno". Este hombre despreocupado y de perfil aventurero, se afilia, durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, a La Acción Argentina, un movimiento antifascista que se congrega en el marco del enrarecido clima político de la Argentina de los tiempos de guerra. Su hijo Ernesto participará en la organización como miembro activo, concurriendo a las reuniones del grupo y haciendo trabajos de investigación orientados a detectar la filiación política de los números alemanes, que comenzaron a instalarse en Córdoba.

Las penurias económicas, las mudanzas y las aventuras amorosas extramatrimoniales de don Ernesto desgastaron permanentemente la relación de los Guevara De la Serna. Los amoríos del padre del Che circulan de boca en boca en una sociedad conservadora y condenatoria como la cordobesa anterior a la Segunda Guerra Mundial. Ernesto Guevara Lynch no hace ningún esfuerzo por ocultar sus amoríos. Su relación con la cubana Raquel Hevia, a la que llevó una tarde a su casa, desborda el poder de tolerancia de Celia De la Serna.

En 1948 don Ernesto abandona a su mujer. Al poco tiempo regresa y vuelve a partir. Esta conducta del padre del Che persistirá en el tiempo.

Los Guevara instalan su residencia en Buenos Aires en la calle Aráoz 2180. A partir de este momento, don Ernesto pasa la mayoría de las noches en las oficinas de la calle Paraguay, donde monta un nuevo estudio. Este domicilio capitalino será el último que habitará el Che en la Argentina antes de comenzar su peregrinación por América.

Guevara Lynch padre conoce a la maestra María Erra, a quien contratará como secretaria en su estudio de la calle Paraguay y quien pasará a ser su segunda esposa.

LOS VIAJES

Los viajes de Ernesto Guevara pueden dividirse fácilmente en dos categorías: los que realiza movido por su espíritu aventurero, como su recorrida por gran parte del territorio argentino a bordo de una bicicleta a la que le había adosado un motor, o sus dos viajes por América Latina en compañía de Alberto Granado y, por otra parte, las giras que lleva a cabo como representante de la Revolución Cubana ante otros países u organismos internacionales

La Argentina en dos ruedas

En 1949, mientras cursaba su segundo año en la Facultad de Medicina de Buenos Aires, el joven Ernesto decide lanzarse a la aventura y recorrer las provincias Argentinas de Santa Fe, el norte de Córdoba y el este de Mendoza. Su ingenio le permite adaptar un motor de fabricación italiana marca "Cucciolo" a una bicicleta. Ernesto terminará recorriendo casi todo el norte del país y será noticia, por varios días, en una de las revistas deportivas más conocidas de la argentina de aquellos años, "El Gráfico". En cada escala escribía sus notas de viaje en un cuaderno.

En su paso por la provincia de Córdoba, después de un accidente de tránsito del que milagrosamente sale ileso, Ernesto hace amistad con un "linyera", quien lo convenció de tener oficio de peluquero y se ofreció a demostrárselo practicándole un corte gratis. Nacería de este encuentro casual, el apodo de "Pelado" que su amigo Alberto Granado le pondrá al verlo con la cabeza rapada hasta las raíces cuando Ernesto lo visita en el leprosario en el que Granado trabajaba, en el pueblito del Chañar, en las afueras de la capital mediterránea Argentina.

Guevara pasa de Córdoba a la provincia de Santiago del Estero y luego la meta será Tucumán. El plan original se pierde a medida que Ernesto avanza y descubre los paisajes del interior argentino. Siempre hay algo más allá adonde debe llegar, algo nuevo que debe ser descubierto. Cruza La Rioja y visita Mendoza, llega hasta Salta, una de las provincias del noroeste, a más de 2.000 kilómetros de Buenos Aires y su familia.

En 1950, cansado de la situación económica que lo agobia, Ernesto busca trabajo en la marina mercante. Es contratado en los buques de bandera argentina "Anna G.", "Florentino Ameghino", y "General San Martín". En ellos hará travesías destacado como enfermero, desde Comodoro Rivadavia, en el sur argentino, hasta Trinidad y Tobago en el Caribe. También visitará, en cargueros y petroleros, las costas de Brasil y Venezuela. Mientras navega estudia las materias que luego rendirá, en su mayoría como libre, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires

Primer viaje diplomático

En junio de 1959, meses después de la victoria revolucionaria, el Che es enviado por Fidel a recorrer el mundo en busca de apoyos para la revolución. El 16 del mismo mes, Guevara se aloja en El Cairo, República Árabe Unida, a la espera de una entrevista concertada con el Ráis, Gamal Abdel Nasser, líder del nacionalismo árabe con el que discute los alcances de la reforma agraria llevada a cabo en ese país y con quien mantendrá una estrecha amistad a lo largo del tiempo. Posteriormente Guevara se trasladará a Damasco, el canal de Suez y Alejandría. El 1º de julio, el embajador cubano Ernesto Guevara arribará a la India, donde visitará la tumba de Gandhi y donde se entrevistará con Nehru. El día 12 el argentino nacionalizado cubano partirá hacia Birmania y luego la meta será Tailandia. El 15 parte hacia Japón donde visitará además de Tokio, Osaka e Hiroshima.

El 30 el Che ya se encuentra en Jakarta, Indonesia, donde es recibido por el entonces presidente Sukano. El comandante permanecerá dos días en Singapur, Malasia, desde donde partirá hacia Hong Kong donde el asma lo tumbará nuevamente. Recuperado, parte hacia Ceilán adonde arribará el 6 de agosto, el día 8 lo encontrará en tierras paquistaníes, en donde será recibido por el jefe de gobierno Ayub Khan. De Pakistán a Atenas y de allí a Yugoslavia. Sudán pasa apenas bajo los pies del Che que arriba a Roma el 27 de agosto donde visitará la Capilla Sixtina. De Madrid a Marruecos. Después de tres meses ausente de Cuba, el 10 de septiembre el Che Guevara pisa nuevamente suelo cubano

La Reunión de la OEA en Punta del Este

En agosto de 1961, el ministro de Industria de Cuba, Ernesto Che Guevara, parte hacia Uruguay para participar como delegado de su país en la conferencia del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES), un organismo dependiente de la Organización de Estados Americanos (OEA). El mal tiempo hace que el avión que transportaba a Guevara hiciera una escala obligada en Río de Janeiro, Brasil. El día 5 Guevara pisa suelo uruguayo, donde es recibido por una multitud de alrededor de 10.000 personas que corean al unísono su nombre. En Punta del Este, el Che se alojará con la delegación cubana en el Hotel Playa.

Un día después, el 8 de agosto, el Che es recibido protocolarmente por el presidente uruguayo Eduardo Haedo. Ya en la primera exposición oral que el Che realiza ante la sesión plenaria del CIES, denuncia -como únicamente pudo haberlo hecho Guevara, en un tono directo y preciso- el carácter de enjuiciamiento, como único objetivo de la conferencia, contra los nuevos destinos emprendidos por Cuba. Para el Che, este objetivo de ataque a Cuba estaría encubierto bajo la fachada de los lenguajes de carácter técnico económico utilizados en las sesiones. Paso seguido, el revolucionario cubano-argentino denuncia abiertamente el intento del proyecto desarrollista de John F Kennedy, la llamada "Alianza para el Progreso", como un ardid que intentaba detener el avance revolucionario en América latina y como una agresión directa más, a la ya interminable lista de hechos violentos que tuvieron como blanco al pueblo cubano. El jefe guerrillero dedicó parte de su tiempo de alocución para dar ejemplos en el recinto donde se desarrollaba el encuentro sobre la agresión que Cuba había recibido de sus enemigos. Mencionó, entre otros, la invasión en Playa Girón, el intento de atentado contra Raúl Castro impulsado desde la base militar estadounidense en territorio cubano Guantánamo, el hundimiento del buque "Le Coubre" cargado con armamentos, amarrado en los puertos de La Habana, y los bombardeos en territorio cubano lanzados desde los aeropuertos ubicados en territorio norteamericano, guatemalteco y nicaragüense. El Che alza la voz en el recinto de la asamblea, convencido de antemano de que sus palabras no cambiarán las letras de los acuerdos ni las intenciones políticas de los representantes reunidos en aquel recinto de la ciudad balnearia uruguaya. El Che levanta su voz para que sus discursos fueran acogidos por los pueblos que aquellos delegados representaban. Ese era su objetivo, hacia allí dirigía las denuncias y su comprensión sobre lo que acontecía en el mundo.

Paco Ignacio Taibo II, en su libro "Ernesto Guevara, también conocido como el Che", reproduce la conferencia de prensa que el Che brindó a los periodistas destacados en Punta del Este. Aquella que Guevara comienza diciendo "pregunten lo que quieran, pero después escriban lo que conteste". Taibo relata: "Guevara pasa dos horas ante un bombardeo de preguntas, respondiendo con fortuna alterna un variado cuestionario que recorre:

Los presos de Girón y su destino: 'Ofrecimos cambiarlos por Albizu Campos o por tractores'".

La aeropiratería: 'Los estadounidenses se están quedando con los aviones que se desvían desde Cuba'.

Sus trabajos voluntarios en el corte de caña y carga de plátanos en los muelles: 'Es cierto lo que digo, no me mire con ese aire dubitativo'.

Las elecciones: 'Cuando el pueblo las pida en una asamblea popular'.

Racionamiento: Periodista peruano: 'Ultimamente se comenta que el racionamiento de 700 gramos a la semana es uno de los golpes más bajos que ha recibido el pueblo cubano'. Che: 'Yo no conozco ese racionamiento. Nosotros tuvimos que tomar algunas medidas respecto del consumo de carnes, que es infinitamente mayor per capita que el consumo de carnes en Perú, para distribuir equitativamente lo que hay. En los países como Perú el racionamiento se hace diferente, el que tiene dinero compra y el pobre indio se muere de hambre. ¿No cree usted esto así?'. Periodista peruano: 'Me parece que sí, pero hay una cosa... Che ¡Que no le oigan!'.

La nacionalización de las escuelas católicas: 'Ahora son simplemente escuelas'.

Los trotskistas: 'Resolvimos que no era prudente que siguiera el trotskismo llamando a la subversión'.

La iglesia: 'Un gobierno que no hace religión y que permite la libertad de cultos'.

'Listen Yankee', de Wright Mills: 'Hay desde nuestro punto de vista algunos errores, pero es un libro hecho con absoluta sinceridad'.

La posibilidad de nuevas revoluciones socialistas en América latina: 'Crecerán, simplemente, porque son el producto de las contradicciones entre un régimen social que ha llegado al fin de su existencia y el pueblo, que ha llegado al fin de su paciencia'.

Lo que come, bebe, si fuma y si le gustan las mujeres: 'Dejaría de ser hombre si no me gustaran las mujeres. Ahora, dejaría de ser revolucionario si yo dejara de cumplir uno solo de mis deberes y de mis deberes conyugales, porque me gustan las mujeres (...) Yo trabajo quizás 16, 18 horas diarias, duermo 6 horas, cuando puedo dormirlas (...) No tomo y sí fumo. No voy a ninguna diversión de ninguna clase y soy un convencido de que tengo una misión en el mundo, y que en aras de esa misión tengo que sacrificar el hogar (...) todos los placeres de la vida diaria'.

Su argentinidad: 'Tengo el sustrato cultural de la Argentina y me siento tan cubano como el que más'.

Sólo pierde los estribos una vez cuando un periodista argentino (Luis Pedro Bonavista) habla de su 'ex patria' y el Che, indignado, responde: 'Señor, tengo una patria mayor, mucho más grande, mucho más digna que la suya, porque es toda América, señor, y usted no conoce esa clase de patria'.

" Sus discursos -refiriéndose Taibo a los del Che- augurando el fracaso de la Alianza para el Progreso habrían de ser conocidos más tarde como 'la profecía del Che' ".

La conferencia de Punta del Este convierte al Che en uno de los referentes más importantes de la izquierda Latinoamericana. El surgimiento del Estado socialista cubano despertará con el tiempo una ola de violencia en aras de reproducir la experiencia cubana a lo largo y a lo ancho del continente americano

Visita secreta a Arturo Frondizi

Cuando en 1955 se produce el levantamiento militar encabezado por el general Lonardi que derroca al gobierno constitucional de Juan Perón en la Argentina, Ernesto Guevara se encuentra en México en plena planificación de la invasión a Cuba. Su amigo Ricardo Rojo lo visita en el Distrito Federal, donde el Che había fijado su residencia. Rojo, que se encontraba en el exilio a causa de su posición en contra del régimen peronista, invita al médico a regresar a la patria en su compañía. La respuesta de Ernesto es premonitoria. "Allá ¿qué hay? -refiriéndose a la Argentina-. Un Gobierno militar, por el momento tratando de rebajar el papel de la clase trabajadora en la dirección política del país. Imaginemos que ese gobierno se va, ayer ya se fue uno y que venga tu amigo Frondizi (...) ¿qué puede hacer? Un gobierno de buenas intenciones con pocos cambios de fondo".

El 18 de agosto de 1961, mientras el Che participaba de la Reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Punta del Este, Uruguay, el entonces presidente argentino Arturo Frondizi, después de varias gestiones desarrolladas en el más absoluto secreto, alquila un avión privado para que transporte a suelo argentino a Ernesto "Che" Guevara, quien ingresará a su patria por nacimiento, a través del aeropuerto internacional de Don Torcuato, ubicado a pocos kilómetros de Buenos Aires, Capital Federal de la Argentina, en el denominado Conurbano Bonaerense.

Una reducida comitiva le dará la bienvenida al comandante cubano-argentino, que luego será conducido a la residencia habitual de los presidentes argentinos situada en la localidad de Olivos. Las conversaciones entre el dirigente de la revolución cubana y el mandatario argentino serán breves pero de profundo significado político. Frondizi, fundador del desarrollismo en Argentina, pregunta al dirigente cubano sobre la visión que el país que representa tiene sobre las posibilidades de desarrollo en las sociedades pobres. Guevara expone su habitual punto de vista antinorteamericano negando la posibilidad de contar con la inversión estadounidense como salida económica, pues considera que, pase lo que pase, el país del Norte siempre se llevará la tajada más grande. El presidente Frondizi expresa en la reunión su preocupación por la dirección que está tomando la conducción política cubana hacia el socialismo, y declara al Che el temor reinante que predominaba en los ámbitos políticos internacionales sobre la posibilidad de que Cuba ingrese al Pacto de Varsovia. El Che responde claramente que el gobierno de su país, refiriéndose a Cuba, no impulsa esa posibilidad. El presidente argentino preguntó sin rodeos al Che sobre las probabilidades existentes de que un acto electoral tuviese lugar en la mayor de las Antillas, Guevara responde que esa posibilidad, en el futuro inmediato, era nula.

Mientras Guevara y Frondizi almorzaban carne asada argentina en la quinta presidencial de Olivos, las agencias noticiosas internacionales anunciaban en las teletipos la noticia de la reunión de los altos dirigentes. Se supone que la filtración de la información fue impulsada por el gobierno cubano, ya que a Frondizi no lo favorecería particularmente el descubrimiento de su entrevista con el mal visto en Washington, Ernesto Guevara. La filtración periodística le costó el puesto al canciller argentino Adolfo Mujica, que había negado rotundamente la posibilidad de una reunión entre los estadistas y, hecha pública la entrevista, debió presentar su renuncia. Guevara regresará a Punta del Este en horas de la tarde del 18 de agosto y reconocerá ante los periodistas su visita a Frondizi. El presidente argentino será derrocado por un golpe militar poco después.

Los hijos

A las siete de la tarde del 15 de febrero del 1956, en México, nace Hilda Beatriz, hija del matrimonio Guevara-Gadea. La llegada de la niña pone un poco de tranquilidad en la ya desgastada relación de pareja de sus padres.

De gira por los países del Este, en momentos en que se preparaba a partir de Pekín a Moscú, el 17 de noviembre el Che recibirá la noticia del nacimiento de su segunda hija, Aleida Guevara March en La Habana, Cuba, donde nacerá el resto de sus hermanos.

El 20 de mayo de 1962, mientras se desempeñaba como ministro de Industrias de Cuba, nace su primer hijo varón, al que los Guevara llamarán Camilo, en homenaje al legendario amigo y compañero del Che en las campañas por las sierras, Camilo Cienfuegos, quien perdiera la vida trágicamente en un accidente aéreo.

El 14 de junio de 1963 nacerá Celia -el nombre elegido por el Che representa un claro homenaje y reconocimiento de Ernesto hacia su madre-, cuarto descendiente del Che y tercer hijo del matrimonio Guevara March.

El 19 de marzo de 1964, de su relación con Lidia Rosa López nace el único hijo extramatrimonial que se conoce del Che: Omar Pérez.

A comienzos de 1965. nace Ernesto, el último de sus hijos producto de su relación con Aleida March Torres.

Primeros cargos públicos

Los primeros cargos públicos que Guevara desempeña después del triunfo de la revolución, fueron variados y de distinto orden institucional. Se desempeñó como jefe de Departamento de Instrucción de las Fuerzas Armadas -organismo encargado de diagramar el perfil definitivo del Ejército Rebelde-, lo que le otorgaba por añadidura la responsabilidad de la banda militar; el departamento de cine y las secciones de artes plásticas. Se lo nombra responsable de la publicación de "Verde Olivo" (órgano de prensa del Ejército Rebelde) y es destinado como jefe militar de la guarnición de La Cabaña. A partir de octubre de 1959, de regreso de su primer viaje como embajador de la revolución por varios países en Africa, Medio Oriente, la India, Japón y Europa, Fidel saca al Che del ostracismo político al que lo ha obligado por meses. El primer ministro cubano lo designa al frente de la jefatura de industrialización del recién creado Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA), en el que el Che oficiará como coordinador de las actividades de un grupo de industrias y talleres pequeños, embriones de lo que intentaría ser la futura industria nacional de Cuba. Colaborarían con Guevara los economistas de tendencia comunista de nacionalidad chilena Jaime Barrios, Raúl Maldonado y Carlos Romeo. Por el lado cubano, además del "Patojo" y Orlando Borrego Díaz, Manresa, con quien Guevara se vincula en La Cabaña, actuaría como su secretario.

Guevara parece haber encontrado su lugar en la paz de la revolución. Reorganizaría la industria nacional, donde funcionaría una escuela de administración de empresas y ubicaría al frente de éstas, a personas consideradas honestas por la sociedad cubana y en las que el gobierno de la revolución pudiera confiar. Agotados los especialistas con formación profesional, Guevara acude a la base sindical que participó de la resistencia contra Batista, entre ellos, en gran número, los que pertenecían al comunista PSP.

En su nueva obligación revolucionaria al frente de la dirección de Industria dependiente del INRA, Guevara reconoció la posibilidad de manejar un espacio de poder político capaz de impulsar un cambio profundo en la orientación económica general de Cuba. La dirección del INRA caería en manos de Núñez Jiménez, quien combatiera junto a Guevara en la toma de Santa Clara. La idea central del Che: quitarles el poder político a los latifundistas ganaderos restringiéndolos en su poder económico, comienza a ver la luz en torno de la jefatura de industrialización, que cuenta con un médico rosarino como director.

La producción azucarera había crecido de manera notable en los últimos años y se mantenía en ascenso en tiempos de la revolución. Pero la población, por su lado, casi se había duplicado entre 1955 y 1959. El 40% de los ingresos por exportaciones estaban de una u otra manera ligados a la producción de la caña de azúcar, ya que este producto representaba el 80% de las ventas cubanas al exterior. Mientras que la pequeña industria de la isla necesitaba de materias primas que eran obtenidas en el extranjero, generando conflictos en la balanza comercial. Guevara hereda, además, al asumir sus nuevas funciones, un ejército de desocupados que roza las 700 mil personas, que no le permitirá una reconvención de la economía que implique despidos.

Si bien en el terreno militar la revolución encabezada por Castro había vencido, las bases del sistema económico semicolonial a las que estaba sometido el campo y la dependencia industrial cubana a los intereses extranjeros perduraba. El Proyecto de Reforma Agraria del 17 de mayo de 1959, que entra en vigencia después del viaje que Fidel Castro realiza por Estados Unidos, Brasil, Uruguay y Argentina, expropiaba las grandes extensiones de tierra, pero no resuelve el grave problema de atraso tecnológico y dependencia en el que vivía la sociedad cubana. Si los esfuerzos por derrocar al dictador habían sido extremos, el desafío de la construcción de la sociedad que el Che imaginaba campesina y obrera, le demandaría más horas de desvelo, planificaciones y una voluntad solamente comparable con la demostrada en las prolongadas marchas por la ciénaga y la sierra.

La conjura interna de los terratenientes ganaderos nacionales aliados a los políticos de la derecha cubana no es el mayor de los problemas que debía enfrentar la Cuba castrista post revolucionaria que encuentra al Che al frente de la organización y promoción de la industria. Tampoco lo era el asedio americano expresado ya en su primera medida de castigo a la Reforma Agraria que se apodera de los "ranchos" gigantes de los ciudadanos de ese país y los pone en manos del Estado y el campesinado cubano: la caída de las acciones azucareras que se produce en la Bolsa de Valores norteamericana. El peor de los problemas de la Cuba de 1959 es el atraso y el analfabetismo, la carencia de estructuras productivas sustitutivas del monocultivo de la caña de azúcar, la falta de diversificación en la producción de bienes y servicios, la desocupación y el sueldo miserables de los asalariados del campo y las ciudades, la carencia de estructuras hospitalarias y la falta de proyectos educativos que contemplen las necesidades de avance y reclamos de la sociedad cubana de los comienzos de la era castrista

MUERTE

El 3 de noviembre de 1966 llega a La Paz, Bolivia, con el nombre de Adolfo Mena González y pasaporte uruguayo. El 7 de noviembre se incorpora a la guerrilla.

El 18 de abril de 1967 se publica en Cuba su "Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental".

El 8 de octubre es herido en combate en la Quebrada del Yuro. El 9 de octubre es asesinado en el pueblo de Higuera.

El 28 de junio de 1997 un grupo de expertos cubanos y argentinos descubre una fosa común en Vallegrande con los restos del Che y de otros 6 guerrilleros. El 12 de julio es recibido en el aeropuerto de San Antonio de los Baños por su familia y compañeros. Los restos del Che descansan en el mausoleo de la Plaza Ernesto Che Guevara en Santa Clara . Por su apariencia salvaje, romántica y revolucionaria, Che se convirtió en una leyenda y un ídolo para los jóvenes revolucionarios de todo el mundos, en un ejemplo de lucha y revolución, como única esperanza para acabar con la explotación capitalista, y conseguir la construcción de una sociedad mas justa, digna e igualitaria; La Sociedad Comunista










REPORTAJE / El Pais-España
Hablan los primeros liberados por la gestión del Rey
El holocausto argentino

«Molían cristales y se los echaban en los ojos. Luego les tapaban con una capucha. A un niño de seis años le torturaron brutalmente delante de su padre para que éste hablara. Con una cuerda de piano le apretaron los testículos, hasta que lo castraron.» Son datos del holocausto de hoy, del holocausto argentino, que nos cuenta Jesús María Cabanas, de Zarauz, residente en Argentina desde 1947, en que emigraron sus padres, y que acaba de ser liberado de la dictadura de Videla gracias a las gestiones de S. M. el Rey en su viaje a aquella República.

-Sin saber por qué, el 8 de octubre de 1976 fui secuestrado en plena calle. Me trasladaron a una cuadra militar. Y allí, maniatado y encapuchado, estuve tres meses. Y puedo contarlo gracias a la intervención del embajador español. Porque éramos cuarenta y sólo diez llegamos a la cárcel. Y esto que podría parecer una liberación, no lo es. Me llevan a la cárcel de Azul, donde «nos recuperan», y de ahí pasamos a Sierra Chica, al pabellón once.(La conversación transcurre calmosa, en presencia de Celia Guevara, hermana del Che, y de Julio Horacio Fernández, un argentino que también vive ahora el sueño de la libertad. Hablan del pabellón once, al que llaman «pabellón diferenciado». Pero lo cierto es que a veces se les escapa llamarlo «pabellón de la muerte».)

-El pabellón once es como una ruleta de la esperanza. Allí nadie sabe nada. Si te toca, te tocó. Una noche cualquiera te sacan, suenan un par de disparos, y se acabó. Horas más tarde viene un helicóptero, recoge los cadáveres, y con un bloque de hormigón atado a los pies, arrojan tu cuerpo al río de la Plata. En la estadística serás un desaparecido más. O te dan un tiro, por las buenas, y dicen que ha sido un intento de fuga. Gracias al cónsul español, José Luis Dicenta, los cuatro españoles que estábamos allí podemos, por ahora, contarlo. Él fue quien dijo que nuestra vida sería respetada. Eramos Hermida, Sánchez, Canales y yo.

La odisea es impresionante. Las desapariciones se producen gracias al continuo traslado de los presos de un lugar a otro.

-De Sierra Chica, donde estuve dos años, me «secuestran» y encapuchado nuevamente me llevan a Bahía Blanca. Mis familiares se enteran y vuelve a.intervenir la embajada. Me llevan a la cárcel. Se plantea un recurso de amparo. El juez decreta mi libertad. Pero no se cumple. Me trasladan a la prisión de Rawson, a un calabozo, incomunicado; el embajador se entrevista con el ministro del Interior, y después de treinta días me recoge un helicóptero y me traslada al aeropuerto de Eceiza. Escoltado por soldados se me mete en un avión de Iberia y asi, con un pantalón y dos camisas, recupero mi libertad en España.


La tragedia de ser Guevara
Resumir tres años de incertidumbre, angustia, tortura y esperanza en unas palabras es imposible. Cabanas habla sin odio, pero como si fuera leyendo en su mente cada uno de los detalles. («Un día, por entretenerme, conté los fideos de la sopa, alimento fuerte del día: 22.») En este peregrinaje por celdas y cuadras, Cabanas coincide con Juan Martín Guevara, cuyo delito principal es muy simple: ser hermano de Ernesto, del Che.Allí está él, en prisión, acusado de asociación ilícita, con diez años, como mínimo, de condena, esperando que algún país le proporcione un visado.

-Dos años estuve con él en Sierra Chica, en el pabellón once. Sin luz, sin comida. Bajamos todos del orden de quince a veinte kilos. Humillante. Hay palizas, baños de agua helada, saltos de rana, golpes en la planta de los pies, con barras de goma. ¿Para qué vamos a contarle casos? De repente aparece uno ahorcado. Otro con un tiro; pero lo peor es la incertidumbre. Nunca sabes si te va a tocar ya. Y Juan Martín Guevara está viviendo todo eso, pero de forma especial. Porque reclama más atención: es hermano del Che. De la cárcel pasó al calabozo especial por las cosas más arbitrarias: por tener la camisa húmeda, o por tener desabrochado el primer botón.

-Celia Guevara, ¿y qué se puede hacer por su hermano?

-Nada más que conseguir un visado de cualquier país para que pueda salir de Argentina. Pero no es fácil. Apellidarse Guevara es un drama.

Juan Horacio Fernández estuvo con Juan Martín Guevara durante tres años en el pabellón diferenciado. Horacio fue detenido, sin causa ni proceso, el 9 de octubre de 1974. él y su esposa, embarazada de dos meses.

-Se nos hicieron todo tipo de torturas para buscar acusación. Pero no la había. Mi hijo nació en la cárcel. El parto creo que fue horroroso. Mi mujer fue esposada a la cama para dar a luz. Mi hijo ya cumplió cuatro años y todavía no lo conozco. Juan Martín Guevara, mi compañero de cárcel, es su padrino.

Celia Guevara, arquitecta, suspira. Tiene la mirada un tanto perdida. Como si al mirar se preguntara a sí misma si es algún delito apellidarse Guevara, y haber tenido un hermano cuya imagen se cuelga en las habitaciones estudiantiles de medio mundo.

El holocausto argentino es así. Aunque quizá no lo podamos creer. O no queramos creerlo.





JUAN MARTIN GUEVARA, EX PRESO POLITICO
“Ser hermano del Che nunca fue neutral”
El hermano menor del Che estuvo ocho años preso durante la dictadura y, en su caso, la Secretaría de Derechos Humanos amplió el beneficio de la indemnización. “Dos veces tirotearon mi casa y una vez pusieron una bomba”, dice el Tin Guevara.

Por Victoria Ginzberg /Pagina/12
“Ser el hermano del Che es una parte mía: en dos oportunidades tirotearon y ametrallaron mi casa, una vez pusieron una bomba. No era algo más, algo que no importaba. Ni siquiera era algo muy divertido. No era como ser el hermano de Soledad y salir a revolear el poncho”, dice Juan Martín Guevara, que mantiene un riguroso perfil bajo y que será recordado como el Tin por el que preguntaba el mítico jefe guerrillero en las cartas que escribía a su madre. El hombre estuvo ocho años en diferentes cárceles del país y recibió la indemnización que le correspondía por haber sido preso político. Su caso abrió un camino, ya que no sólo fue resarcido por el tiempo que estuvo a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN), sino también por el período que pasó detenido luego de ser condenado por la Justicia Federal.

La ley de indemnización de presos políticos establece que son beneficiarios quienes estuvieron a disposición del Poder Ejecutivo nacional o de tribunales militares. Guevara, que fue arrestado en marzo de 1975, fue un “preso PEN” hasta el 6 de marzo de 1979. Desde ese día, hasta que consiguió la libertad condicional, el 10 de marzo de 1983, quedó detenido por decisión de la Justicia, que lo condenó en base a la ley 20.840. Esa norma, sancionada en 1974, castigaba las “actividades subversivas en todas sus manifestaciones”. Ahora, explica su abogado, Tomás Ojea Quintana, se reconoce con status de perseguidos políticos a quienes fueron juzgados en virtud de esa ley, aunque no hayan estado a disposición del PEN.

Cuando salió de la cárcel, Juan Martín, militante del Frente Antimperialista por el Socialismo, tenía 26 pesos y un pasaje Trelew-Buenos Aires-Rosario. Con el tiempo rearmó su vida y ahora tiene una tienda de habanos, vinos y exquisiteces en Las Cañitas. Allí habla con Página/12 de sus días como prisionero, de Cuba y de los recuerdos que lo unen a su hermano.

–¿Cómo era la vida cotidiana en la cárcel? ¿Cómo se organizaban?

–Hubo etapas de mayor violencia, mayores restricciones, de más golpes, más torturas. Uno nunca sabe cómo quedó o cómo estaría si no hubiera pasado, pero la organización fue lo que hizo que pudiéramos llegar a la democracia teniendo valoraciones positivas, incluso pudiendo haber sacado enseñanzas y cosas que uno incorporó a la etapa de preso. Fue la organización la que lo logró, no la organización previa, que era imposible reflejar en la cárcel, sino una nueva organización en la que había parte de lo que traías como experiencia. La organización te permitía sobrevivir mentalmente, emocionalmente, en tu manera de pensar, de ser, tu cultura.

–¿Puede explicarlo con algún hecho concreto?

–Nunca pudieron impedir que nos comunicáramos. Nos escribíamos entre nosotros. La cárcel de Sierra Chica tenía esta forma (extiende la palma de la mano en la mesa con los dedos separados), tenía doce pabellones. El pabellón 12 era el de castigo, que estaba absolutamente separado, aislado. Los otros tenían un patio en el medio. Durante un tiempo nos permitían salir sólo tres veces por semana. No podíamos caminar en grupos de más de tantos, no podíamos acercarnos a la ventana. Cuando algo no funcionaba como ellos querían, al pabellón 12. Hacían requisas a cualquier hora, entraban y revolvían todo, te pateaban, te echaban agua fría. En un fin de año entran a un grupo de celdas, no me acuerdo si era 24 o 31 de diciembre, del pabellón que estaba más cerca del pabellón 12 –que era de los que estábamos destinados a ser fritos en primer lugar–, y encuentran pan dulce, cosas de fin de año y se ponen locos. Esas cosas nunca las pudieron parar.

–¿Y cómo hicieron para tener esas cosas?

–No te lo voy a decir porque a lo mejor en algún tiempo alguno va a necesitar algún pan dulce, y Sierra Chica sigue existiendo.

–¿Cómo se enteraban de lo que pasaba afuera?

–En el ’75 teníamos radio, diario, visitas. Desde el golpe para adelante dejamos de tener visitas, diarios. Empezamos a no salir a recreo. Debo haber estado en total tres años y medio en celdas solitarias. A veces pasaba hasta seis meses en la celda de castigo. No tenías noción ninguna de lo que estaba pasando, no fuera de la cárcel, sino en el pasillo. El objetivo era rechiflarte, que te volvieras loco.

–¿Cuándo se enteran de las desapariciones, la masividad de la represión?

–De la masividad mucho después. Sabíamos de los secuestros porque muchos de los que llegaban en el último tiempo venían secuestrados. Era evidente que había algunos que pasaban a ser presos, otros los liberaban y otros no se sabía. Más adelante, cuando desaparecen familiares directos de los que estábamos presos, ya íbamos teniendo noción de que la represión se hacía cada vez más profunda y más extensa. Y de que uno de los métodos que existía era tomar a una persona y no aparecía. En Sierra Chica hubo dos desapariciones de familiares.

–¿Los guardias y oficiales sabían que era hermano del Che?

–Eso me jugó a favor o en contra. Nunca era neutral. A veces, como era el bicho raro, me trataban más o menos bien. Pero no muchos sabían. En Sierra Chica teníamos un número, yo era 449. Durante años fui el 449.

–¿Y cómo jugó su apellido durante la militancia?

–Yo fui hermano del Che siempre, pero en determinadas circunstancias era cualquiera y además no se sabía de quién era hermano ni cuántos hermanos tenía. Uno de los oficiales que me interroga sí, directamente, se empieza a meter con el parentesco. Me acuerdo, creo que era un mayor, que decía “‘que lástima que agarró para el lado que agarró, porque ese tipo sí valía”. Me comentaba cosas para demostrar que sabía, que había leído.

–Pero había como un respeto...

–Había un respeto a través mío a la imagen, la figura. Y los que te fajaban también. Sin duda, porque si no, no te diferenciarían.

–¿Y cómo llevaba la diferenciación?

–Nosotros le llamábamos poner cara de candado, cara de nada. Porque no sabías qué podía pasar. Como cuando nos preguntaban “¿Leíste tal libro?” No. “¿Vos hacés gimnasia?” No. “Pero vos no hacés nada”, decían. Me acuerdo de una vez en que estaba con otro preso al que le preguntaban si era montonero. “No, yo soy peronista”, decía. Le insistían y él seguía con que era peronista. Entonces me preguntan a mí “¿vos sos del PRT?” “No, yo soy socialista”, dije. Es que si ése era peronista, yo era socialista. Pero en todas las oportunidades en que saltaba que yo era hermano del Che, venían a ver.

–¿Le molesta que lo identifiquen como el hermano de...?

–Desde el año ’56, ’57 paso a ser, además de Juan Martín Guevara, hermano de Ernesto Guevara y después de El Che. Es una parte mía, está incorporado. Yo tenía quince años cuando fui a Cuba. Llegué el 6 de enero del ’59, cinco días después del triunfo de la revolución. Fidel todavía no había entrado en La Habana. En el período anterior, estábamos siempre alerta de las noticias que llegaban. En cinco oportunidades a mi hermano lo publicaron como muerto en los diarios. Siempre estábamos a la espera de una esquela que dijera que no. Y llegaban. En mi casa en dos oportunidades tirotearon y ametrallaron, una vez pusieron una bomba. No era algo más, algo que no importaba. Ni siquiera era algo muy divertido. No era como ser el hermano de Soledad y salir a revolear el poncho. Era un tema. Recibíamos llamadas telefónicas.

–¿A Cuba fue sólo de visita?

–Fui como un familiar. Hacía años que no lo veíamos. Estuve dos meses y algo. Justo en la época de verano. Se ve que ellos decidieron hacerlo en enero para que no faltara al colegio.

–¿Qué relación tiene hoy con Cuba?

–Trabajé muchos años con libros de Cuba. Y en la Feria del Libro ponía el stand de Cuba. Viajaba bastante. Después, por razones económicas, fui acercándome al habano. Hasta que puse una distribuidora. Pero Cuba, más allá de lo que políticamente pueda tener de cercano, para mí es algo mucho más importante que eso: amigos, familia, es un segundo hogar, es un lugar familiar. Conozco Cuba de un lado al otro y la he ido viendo del ’59 a hoy.

–¿Y cómo era Cuba el 6 de enero del ’59?

–Era algo muy impactante. Era impactante desde una cuestión personal, familiar e histórica. Había cosas sorprendentes. Yo me encontré con gente de mi edad o un año más que eran capitanes del ejército rebelde con responsabilidades. Además estaba mi hermano. En nuestra familia el trato nunca fue formal, y de pronto encontrar una persona... primero militar, con orden y mando, es decir que había que cuadrarse; segundo, con un poder de atracción sobre los demás increíble. Y a la vez seguía siendo mi hermano. Cuando estábamos juntos, seguíamos con las mismas jodas y los códigos de antes. Pero había un cambio sustancial.

–Se lo tengo que preguntar, ¿cómo es encontrar a un hermano en banderas, remeras?

–Eso ya es otra historia. Tuve experiencias con gente en la montaña que me contaba anécdotas y me doy cuenta de que vivió con él. Es distinta la emoción de ver a una persona que se pone a llorar porque tiene recuerdos muy concretos, a ver algo que puede ser muy superficial, que puede ser los Bee Gees, la lengua afuera de los Stones o El Che. Obviamente que también es una forma de estandarizarlo o banalizarlo. Vos podés hablar del guerrillero, del estadista o del médico. Se puede hablar de lo que dijo, hizo o del que dejó cargos importantes y entregó su vida. Vos podés separar, pero cuando lo juntás se te genera un problema. Si juntás todo el personaje se problematiza. Lo complejo es ver cómo se toma la figura





F.A.S.
Intentos "democráticos" de las organizaciones armadas




El FAS (Frente Antiimperialista por el Socialismo)

Mario Roberto Santucho no había nacido para político. No por ejemplo para largas conversaciones con adversarios, donde tendría que simular afectos, "tragarse sapos" y conciliar en posturas que le fuesen antipáticas. No tenía la suficiente paciencia tampoco para concertar procesos lentos y sinuosos de alianzas con otros sectores; en fin, esas y tantas otras tareas de la política convencional. Él era hombre de hechos. Quería la revolución socialista, sin vueltas. Y como se decía en esos tiempos "la burguesía no va a entregar el poder sin pelear". Había que pelear, entonces. La pelea era actividad principal, todo lo demás era secundario, y por tanto fastidioso, enervante, aburrido. Por ello cuando la dictadura militar anunció la apertura electoral, todos los partidos tuvieron tiempo para preparar, mal o bien, su propuesta electoral. Todos. Menos el PRT. ¿Qué iba a prepararla?... si no creía en las elecciones...
El FAS -Frente Antiimperialista Para el Socialismo- nació pues a última hora, a desgano... ¡después de las elecciones! Presionados por el extraordinario auge popular y las multitudes que movilizaron las actividades electorales de marzo de 1973, el PRT oyó las opiniones de sus componentes más maduros y decidió lanzar un frente "democrático". Esto fue el FAS, cuyo propósito fue, más que integrarse "dar una respuesta" al nuevo proceso electoral abierto luego de la renuncia de Cámpora.
Signado por el guerrillerismo, atendido por militantes que lo consideraban una engorrosa tarea, el FAS, sorprendentemente, tuvo un éxito inesperado. Muestra de las ansias de muchos jóvenes y adultos de las clases medias que ansiaban un espacio de izquierda revolucionaria para manifestarse, concitó pronto un alto poder de convocatoria. Signado por su mal de origen (el militarismo de izquierda), su ámbito fue desaprovechado y se lo utilizó para cualquier cosa: captar nuevos combatientes, aprovechar sus instalaciones legales para efectuar tareas ilegales, etcétera, menos para canalizar su formidable poder de movilización hacia la presentación de alternativas revolucionarias de participación política en las instituciones del Estado.
Pese a ello, cumplió un rol importante en el período que fue desde mayo de 1973 hasta mediados de 1974, cuando fue ilegalizado.
Oscar Montenegro fue uno de los dirigentes principales del FAS (Frente Antiimperialista por el Socialismo). Militante del PRT, asumió la tarea de llevar adelante la política de este partido en el seno de una confluencia de sectores de izquierda. El FAS, durante su breve desarrollo, logró concitar concentraciones multitudinarias. La última antes de su proscripción, en Rosario, juntó a más de 30.000 personas.
Debido al carácter arquetípico de su personalidad, con relación a lo que era un militante ejemplar del PRT, creemos interesante detenernos en su biografía, aportada por la memoria de una militante:
"Nacido hacia los años 30, desde pequeño fue marcado por la represión, porque en su casa funcionaba la FORA (Federación Obrera de la República Argentina) y su padre fue reiteradamente detenido. De adolescente y de joven se destacó en los deportes, jugó al básquet, al fútbol, sus primeras salidas del país fue integrando los seleccionados argentinos de básquet. Siempre interesados en la cuestión social, siendo adolescentes, y casi como fruto de una travesura, fundaron en Tucumán el Club Chispa que desarrolló una labor cultural y hacían teatro. Allí, según Montenegro contaba, la palabra que más se oía era "huelga", en referencia a la típica metodología anarquista. También juntando simplemente libros y revistas leídas, formaron una biblioteca.
"A los 23 años formó una familia con una joven tucumana que le dio 5 hijos. Más tarde fue activista sindical, militó en el gremio vitivinícola de Tucumán y llegó a ser Secretario de la CGT tucumana. Desde el principio, en los años 60, Oscar Montenegro se integró al PRT-ERP. Por unanimidad fue nombrado presidente del plenario en el que se reunieron Palabra Obrera y el FRIP del cual surgió el PRT. Encarcelado varias veces salió en libertad el 25 de mayo de 1973, en la amnistía arrancada al gobierno de Cámpora por la movilización masiva del pueblo.
"Empezó entonces su labor en la dirección ejecutiva del FAS (Frente Antiimperialista y por el Socialismo) representando en él al PRT. Puso su reconocida capacidad política al servicio del llamado a todas las organizaciones obreras, populares, progresistas y revolucionarias para estrechar filas, apoyarse mutuamente y ofrecer un Frente organizado ante la ofensiva política, ideológica y represiva de la burguesía y del imperialismo. El FAS creció rápidamente con miles de adherentes, entre los que hubo obreros, estudiantes, campesinos, intelectuales, indígenas, cristianos, dirigentes sindicales y barriales, y organizaciones; se realizaron congresos multitudinarios que reunían a más de 20.000 personas, en Tucumán, en Rosario, en Presidente Roque Sáenz Peña, en el Chaco.
"Oscar en ese momento se multiplicó en la propaganda y la agitación, en la organización de los comités de base y sobre todo especialmente en los contactos con otras fuerzas, especialmente del peronismo revolucionario, diseñando siempre una amplia política de alianzas.
"Nuevamente encarcelado en febrero de 1976 siguió siendo un ejemplo para sus compañeros presos. En esta prisión se deterioró muy profundamente su salud, fruto también de los malos tratos, del sistemático aislamiento, de la tortura".
Debido a una afección muy grave, Oscar Montenegro estuvo al borde de la muerte. Pero pudo salir también de este trance. Obtuvo su libertad pero sólo a cambio de exiliarse en Suecia. Allí participó activamente en las comisiones de exiliados, y fue uno de los fundadores de la corriente política actual Patria Libre.

Izquierda y curas del Tercer Mundo en Santiago

Lentamente pero con seguridad, los grupos armados de izquierda habían ido creciendo en Santiago del Estero, no tanto en su operatividad militar como en el desarrollo político. ERP, Montoneros, Fuerzas Armadas Peronistas y Frente Peronista Revolucionario (dirección política del Ejército de Liberación Nacional), estaban presentes en cada acto o movilización popular.
Desde el punto de vista de lo que es una organización armada el ERP era mucho más poderoso que Montoneros, en parte por que la "santiagueñidad" de Santucho incidió en la conciencia colectiva. Desde el punto de vista orgánico, de poder real, el PRT tenía más fuerza; desde el punto de vista de las movilizaciones era Montoneros el más poderoso: "ellos movilizaban públicamente a mucha gente que era simpatizante pero lo único que hacían era ir a la plaza libertad con pancartas, no tenían una militancia real, de ahí iban a las U.B. que era como decir vamos a dónde van todos los jóvenes; en ésa época todos los jóvenes tenían algún tipo de militancia. La parte de Montoneros tenía mucho atractivo porque tenían muchas minas lindas, porque toda la clase media de la acción católica se había volcado para ahí. En cambio la del PRT era más silenciosa pero más poderosa porque estaba compuesta por 300 o 400 hombres y mujeres que eran militantes reales, capaces de ir a volantear e incluso hacer algunas acciones armadas si era necesario" dice un militante de izquierda de la época.
En Santiago del Estero hubo muy pocas acciones armadas, principalmente porque desde el punto de vista organizativo del PRT, se lo había tomado como una región neutra, principalmente orientada a hacer apoyo logístico. Por ejemplo, si se copaba un regimiento en Córdoba. y se recuperaban 200 fusiles se venía y se los guardaba en Santiago, que era una zona tranquila y poco vigilada, entonces había una fuerte organización que servía para el apoyo.
"Supongamos que un compañero se escapaba de una cárcel de buenos Aires -dice el mismo testigo, ex militante del PRT- se lo traía y se lo escondía en Santiago y comenzaba a realizar trabajo de base aquí. Lo mismo sucedía si un compañero caía herido, por ejemplo en Rosario, también se lo traía a Santiago. Entonces cumplía un rol muy importante pero no relacionado con la lucha armada como accionar, sino como apoyo logístico.
"Aquí hubo sí atentados pero no del ERP y además porque existía una política de preservar ésta región para el trabajo político entre la gente del campo y no había que exponer anticipadamente a la gente del campo, y por otro factor, aquí en Santiago el partido era bastante fuerte porque aquí el trabajo se había hecho desde el año 1957, un trabajo sistemático, sacrificado, en el campo principalmente y ése trabajo no lo había hecho "Robi" Santucho sino Francisco Santucho, que es el verdadero fundador del FRIP, que vendría a ser como el verdadero fundador del PRT porque de ahí sale el PRT después.
"Todas las ideas están presentes prácticamente menos dos: que Robi era marxista-leninista y Francisco Santucho se hace marxista-leninista a desgano, se puede decir por disciplina va aceptando lo que el partido le va imponiendo. Él era más bien un nacionalista devenido de izquierda, al estilo de Haya de La Torre, por eso tenía muy buena relación con el Peronismo de los Argentinos de Raimundo Ongaro, había una excelente relación incluso salió un cuadro del PRT con Ongaro, gracias a ésa amistad que ellos tenían. Y había otro factor, que Francisco Santucho estaba en desacuerdo con la lucha armada. Entonces yo considero -sin estar seguro de esto- que a Santiago no lo han incluido en la lucha armada directamente porque el principal referente de aquí era Francisco Santucho, quien no estaba de acuerdo con tomar las armas, y ello le costó a él, que había sido uno de los fundadores, estar siempre en una posición secundaria dentro del partido, como por ejemplo de ocuparse de las ediciones de libros, revistas, ocuparse del trabajo político sindical; entonces a eso se debía principalmente que en Santiago del Estero se hubiese dado un perfil bajo a la lucha armada. Se privilegiaba la lucha política y sindical".
A ello se unían el exitoso trabajo político efectuado en las clases medias por militantes como Coli Bader, Mario Giribaldi, Germán Cantos y otros, que habían acercado a las filas del PRT a numerosos estudiantes universitarios y secundarios.
Reproducimos nuevamente el testimonio de un ex militante santiagueño del PRT:
"Aquí se da un fenómeno muy acelerado, si tenemos en cuenta que ya en 1969 no existió ninguna repercusión importante del Cordobazo. Ya en los años siguientes, 70, 71 y 72 ya se producían movilizaciones importantes en cada aniversario del Cordobazo. Hay un proceso de concientización y politización en la juventud increíble. En el 69 como te decía casi no hay ecos aquí y vos tienes que en el 72 se toman facultades de la UCSE, existe una movilización constante durante todo ese año en contra de la dictadura y son movilizaciones importantes que congregaban a mil o mil quinientas personas, que para el Santiago de la época -unos cien mil habitantes- es una convocatoria muy importante realmente.
"Entonces ése proceso se va dando por una parte por la existencia de la nueva universidad, por otra parte, por el excelente trabajo de los compañeros de las distintas organizaciones. Particularmente en la universidad católica adquiere muchísima fuerza el PRT en las organizaciones estudiantiles, pues maneja o cogobierna varios centros de estudiantes de la universidad, como también por Montoneros que en éste caso trabajan juntos, pero más presencia hay en la universidad de gente de izquierda que de los montoneros.
"La iglesia como institución actúa de una manera reaccionaria en ése momento, o sea públicamente sigue siendo la iglesia de los ricos y se conservan las tradiciones y los temores respecto de la izquierda; te condena incluso a veces en algunas misas. Yo he escuchado la condena de algunos sacerdotes hacia los marxistas, lanzadas con un rencor impropio de sacerdotes. Después cuando comienza la lucha armada y comienzan a morir changos o a desaparecer en el caso de un muchacho Ledesma, un cura español de quién no recuerdo su nombre pero creo que continua aquí, yo lo escuché públicamente hablar de una manera muy rencorosa y violenta en contra de la guerrilla culpándolos a ellos de la desaparición de muchachos. Hablaba de la misma forma que hablaban los militares, diciendo bueno si ellos han desaparecido es porque ha habido gente marxista que les habían metido en la cabeza ideas raras lo que los llevó a meterse en contra del ejército y por eso han terminado desapareciendo y quien te dice que no lo hayan matado los mismos compañeros. "Digamos que quería dar una idea de que la guerrilla era como una mafia. Por otra parte había 3 o 4 curas progresistas que siendo personas que no estaban comprometidas políticamente eran tolerantes y así se daban en ellos también que al ver la presencia de la movilización estudiantil era importante trataban de canalizarla y acogerla haciendo huelga de hambre, como brindando refugio a la gente cuando había represión en las iglesias como La Merced o la Iglesia del Colegio de Belén.
"Por otra parte, aquí en Santiago yo no recuerdo que haya habido ningún cura comprometido con el movimiento para el Tercer Mundo pero, digamos que había tolerancia y entre los muchachos y chicas había una militancia a favor de los curas del Tercer Mundo que muchos de ellos lo cultivaban a través de cartas o viajes a otras provincias".
No puede comprenderse sin embargo el fenómeno revolucionario armado en la Argentina, sin tener en cuenta el prestigio de que gozaba por entonces en toda la sociedad. Se tenía una aguda conciencia de la confrontación, y prácticamente todos los sectores políticos progresistas se sentían obligados a manifestar una cierta simpatía hacia lo que parecía "un pueblo en armas". Horacio Sueldo, candidato a presidente por la Democracia Cristiana, cuando visitó Santiago del Estero -poco después de la masacre de Trelew-, habló a la población por Canal 7. Se reivindicó un "revolucionario" y denunció que había sido amenazado de muerte, que su vida estaba en peligro. La cámara, entonces, mostró de cerca un objeto que en todo momento había permanecido sobre la mesa, mientras el candidato hablaba. Era una pistola 45.

Las Ligas Agrarias

Un factor importante en la configuración del movimiento nacional revolucionario que se opuso tenazmente a la dictadura militar, fueron las Ligas Agrarias. Principalmente aliados del peronismo -en la mayoría de los casos dirigidos por militantes montoneros-, tenían entre sus filas también activistas de diferentes sectores de la izquierda, aunque en su constitución eran mayoría los simples agricultores, que canalizaban a través de este poderoso instrumento político-gremial sus reivindicaciones.
Semejantes al FAS por su concepción -sólo que desde las organizaciones guerrilleras peronistas- las ligas padecieron también el defecto de origen que mencionáramos. Subyacía entre los miembros de estas organizaciones políticas de fachada legal, el criterio de que eran sólo auxiliares para la lucha armada.
A continuación un extenso reportaje a Osvaldo Lovey, uno de sus fundadores, quien reseña claramente el desarrollo de esta forma de lucha:
"-¿Cómo se formaron las ligas?
"-Había una necesidad colectiva derivada de las reivindicaciones insatisfechas de los pequeños y medianos agricultores. Las Ligas surgen en el Chaco para expandirse después ampliamente por la región noreste e incluso en parte de la pampa húmeda. En esos años esas provincias venían sufriendo un azote económico muy grande a causa de la caída de los precios de la producción -por ejemplo, el algodón chaqueño-, lo que provocaba un éxodo constante de gente. Obreros rurales, pequeños y medianos productores abandonaban sus campos, sus chacras y se iban a buenos Aires por falta de futuro.
"Las Ligas fueron una herramienta fundamental para defender nuestros intereses, ya que los grandes monopolios que operaban en la compra y venta y en la industrialización de los productos primarios estaban acostumbrados a fijar los precios a su antojo.
"Esta es una de las razones vitales que dan origen a las Ligas. Después hubo elementos más sociopolíticos que facilitaron esta construcción. Las políticas de la dictadura militar generaron una fuerte ola de reacciones populares en todos los sectores. No nos olvidemos que las Ligas no fueron un movimiento aislado: tenían que ver con lo que estaba pasando en el país con los trabajadores, el movimiento estudiantil, etcétera.
"-¿Cómo recuerdas la asamblea fundacional?
"-La asamblea fundacional fue el primer cabildo abierto del agro chaqueño, y así lo llamamos en aquella época. El lema era "gritá lo que sientes" y se realizó en Roque Sáenz Peña, la zona algodonera por excelencia. Pero no fue una cosa que surgiera de un día para otro, ya que tenía sus antecedentes en las primeras movilizaciones encabezadas aquí por la Federación Agraria Argentina. Yo siempre digo que todo el movimiento de las Ligas lo inició la Federación Agraria
Argentina. Lo que pasa es que después, al defeccionar, la Federación estuvo dirigida por hombres que se prestaron al juego de los sectores monopólicos de esa época, en connivencia con el gobierno de turno. Entonces a este movimiento lo continuaron los sectores juveniles, como el Movimiento Rural, de la Acción Católica, al que muchos estábamos integrados, además en los centros juveniles cooperativistas. Esas fueron las dos vertientes de jóvenes que nos pusimos al frente de forma improvisada en las primeras movilizaciones y le dimos continuidad. Al quedarnos sin una entidad orgánica que dirigiera el movimiento, se formó una nueva entidad, que fueron las Ligas Agrarias.
"-En ese marco, ustedes cuestionaron severamente en una asamblea a Di Roco que en ese momento estaba el frente de la Federación.
"-Por supuesto. Él era el presidente de la Federación y en una de las asambleas fue abucheado espontáneamente por la gente. Casi lo bajan del palco. Había venido a parar la mano, a poner paños fríos. Decía que había que esperar, que las autoridades del gobierno tenían buenas intenciones. Pero eso no tenía ninguna relación con lo que estaba pasando en la realidad. En premio a esa lealtad de intereses, el presidente Lanusse lo llevó como ministro de Agricultura. Precisamente, la visita de Lanusse a una concentración de las Ligas, dos meses después del primer cabildo abierto, fue el hecho que les dio una notoriedad de alcance nacional, que hasta ese momento no tenían.
"-¿Porqué fue Lanusse a esa reunión?
"-Él había anunciado una gira por toda la región. Vino al Chaco, fue a Misiones, después fue a Tucumán, donde le tiraron naranjas. En parte era una gira proselitista porque, en ese momento, Lanusse estaba impulsando el Gran Acuerdo Nacional y pretendía postularse como candidato a presidente. Cuando apareció por Resistencia, nosotros hicimos un planteamiento público: que si el presidente quería conocer los problemas del Chaco tenía que venir a Sáenz Peña, porque en la Capital no estaban los problemas. Lo desafiamos al afirmar que si él no estaba dispuesto a venir al interior del Chaco organizaríamos una caravana a Resistencia con los agricultores para demostrar cuál eran los verdaderos problemas. Este pronunciamiento público de las Ligas dio origen a una serie interminable de negociaciones. Viajamos a buenos Aires, nos entrevistamos con
Manrique, que en ese momento era ministro de Bienestar Social, para ver de qué modo y en qué marco iría Lanusse a Sáenz Peña. Nosotros planteamos nuestras condiciones: lo invitábamos a una asamblea de productores, pero que esa asamblea la organizaríamos nosotros.
"Finalmente, en contra de los consejos que le daba el gobernador Maza para que no concurra, aceptó el desafío y vino. Así fue cómo él estuvo en el palco, frente a cinco mil agricultores convocados por las Ligas Agrarias. Ahí aprovechamos para plantearle públicamente los problemas, algunos de los cuales lo involucraban directamente a él y a su familia. En el Chaco se habían dado en concesión 1.100.000 hectáreas a un consorcio formado por la empresa Pedro y Antonio
Lanusse y una firma norteamericana para explotar el suelo y el subsuelo. En la asamblea lo hostigamos duramente con este tema y Lanusse se vio obligado a anunciar públicamente que ese proyecto estaba muerto. Fue una de las grandes victorias de las Ligas porque, además, esa pulseada con Lanusse nos significó obtener un montón de reivindicaciones que habíamos acordado previamente como condición para que él pudiera venir.
"-¿Monseñor Italo Di Stéfano jugó un rol fundamental en esa época?
"-Sin duda. En el primer período, cuando la juventud agraria tomó las banderas que había abandonado la Federación, el rol que desempeñó el obispo Di Stéfano fue fundamental por una razón muy sencilla: la gente descreía de la clase dirigente, se sentía traicionada. De algún modo, la única autoridad en que la gente confiaba era en el obispo, ya que nosotros cumplíamos un rol de activistas en cuanto a lo organizativo pero nuestra credibilidad todavía estaba siendo puesta a prueba. El fue uno de los que se puso al frente y cumplió un rol muy importante".



OTRAS ENTREVISTAS


ENTREVISTA A JUAN MARTÍN GUEVARA
Mano a mano con el hermano del Che

Publicado el 3 de Octubre de 2011 /TIEMPO ARGENTINO
Por Laura Durán
Después de varios años, decidió hablar de su historia familiar en una charla exclusiva con Tiempo Argentino. Hermano del símbolo que aparece hasta en el pecho de Mike Tyson, se niega a subirlo al pedestal de guerrillero heroico y a homenajearlo el 8 de octubre, porque recordarlo en la fecha de su muerte es difundir “un mensaje de derrota”. Anécdotas sobre el líder de la Revolución Cubana cuando era sólo una persona de carne y hueso.

Juan Martín, el menor de los Guevara, tiene lentes redondos, bigotes canosos y no se parece físicamente a su hermano Ernesto. Sin embargo, los lazos de sangre están presentes, tanto en cada una de sus palabras como en las paredes de su oficina. Detrás de su escritorio hay símbolos que inevitablemente remiten a él: libros, cuadros de habanos y una cantidad de fotos familiares en su computadora que son la envidia de cualquier coleccionista.
Para aquellas personas que conocen su historia, el “Tin” (como lo mencionaba el jefe guerrillero en las cartas a su madre) es lo más cerca que se puede estar del mito, de la persona, del revolucionario, del “Loco”, de “Chancho”, de “Ernestito” o de “Fúser” (una conjunción de “furia” y Serna, el apellido materno).
Juan Martín se refiere al Che, su hermano, como “Ernesto”, sus padres serán “el viejo” y “la vieja” y la mítica foto de Alberto Díaz (Korda) –presente hasta en el mate que él mismo ceba– será un símbolo criticado por representar la figura sacrificial del guerrero mártir. Además, reiterará que al líder hay que correrlo de la lucha armada y bajarlo a tierra para que sus ideas germinen hoy la semilla del “hombre nuevo”. Recuerdos de alguien que vivió la historia en carne viva.

–¿Por qué esperó tanto tiempo para hablar sobre el Che?
-Con mi hermana Ana María, que murió hace varios años, prácticamente una sola vez tocamos este tema y decidimos no hablar. Después hubo largos años en donde abrir la boca no era posible. Además, tuve una experiencia…
–¿Cuál?
–En 1966 yo tenía una librería y un periodista de la revista Gente, que es un asco de persona, se acercó y me quiso hacer una entrevista. Le respondí que no pero él insistía y me preguntaba dónde estaba Ernesto. Le repetí que no daba notas, que no sabía, y que si hubiese sabido, no se lo iba a informar a él. Al otro día, en la revista salió una foto de mi local, con mi imagen y la de él, sacada con teleobjetivo, de frente los dos y se leía: “Dice que desconoce donde está, pero por el modo de reaccionar es evidente que algo sabe.” Lo fui a buscar a la casa y lo agarré. “Vos me estas tirando a la SIDE, el FBI, la CIA y a todos, ¿estás loco?”, y lo provocaba para agarrarme a piñas. Desde ese día ni siquiera “a” les dije a los periodistas.
–Habrá sido difícil ser el hermano del Che durante la dictadura...
–Entre los ’70 y los ’80 era difícil. Entre 1975 y 1983 estuve preso (fue militante del Frente Antimperialista por el Socialismo). Por un lado, me despersonalizaban, era un número. Pero por otro ser el hermano del Che nunca fue neutral. En Sierra Chica era el 448, no podía decir que me llamaba Guevara. Pero hubo militares que vinieron a entrevistarme y sabían quién era mi hermano.
–¿Y eso cómo influía en la cárcel?
–A veces me pegaban de más, tenía un “plus” (risas), pero otras me convenía. Nunca fue indiferente. Una noche que nos sacaron de La Plata zafé de aparecer tirado porque eligieron a algunos para que no nos liquidaran.
–¿Por qué creés que no te mataron?
–Habrán dicho: “Si lo liquidamos a este se pudre más que si lo dejamos vivo” o “vale más con vida que muerto”, qué se yo, lo que se le ocurría al tipo que tomaba la decisión.
–Con la llegada de la democracia mantuvo el perfil bajo. ¿Por qué decidió hablar ahora?
–Últimamente decidí hablar por la emoción, es decir, “que el hermano hable”, aportar desde lo familiar. En Cuba es un tipo perfecto, no se robó ni un pan, y yo soy alguien que puede contar que no es tan así. Tenía de todo. Yo doy otra mirada, predispone distinto, no soy un intelectual, ni investigador, no soy importante, soy el hermano y eso impacta emocionalmente.
–¿Y cuál es el “para qué”?
–Para que la gente entienda que él era una persona normal, que luego se fue trasformando en lo menos normal del mundo y que cualquier otro puede ser así. Los grandes hombres aparecen cada tanto, pero no son imposibles... y él era nuestro, ¡argentino!
–¿Por qué destaca que era argentino?
–Mi familia fue nómade. Él nació en Rosario de casualidad, vivió sus dos primeros años en Caraguatay (Misiones), su niñez y juventud en Alta Gracia y después en la ciudad de Córdoba. Su madurez y juventud en Buenos Aires. Hizo viajes en bici, barco, moto. ¿Es rosarino? ¿Es misionero? ¿Cordobés? ¿Porteño? Para los cubanos, él es cubano. Hay que empezar porque es argentino y lo es en su manera de ser, su cultura, su humor. No hay manera de conocer a un personaje si no vas a su esencia. Ernesto y Celia, mis sobrinos nacidos en Cuba, tienen pasaporte argentino porque sienten la argentinidad de su padre, si no me imagino que tendrían el de la Unión Europea, porque es más lindo (risas).
–¿Cuál es la reacción de la gente cuando se enteran de su parentesco?
–Primero, la sorpresa sobre que haya un hermano, que exista, que sea normal, que cuente cosas, sus vivencias… Una vez, en un taller, mi socio me señala y le dice al mecánico “este es el hermano del Che” (risas), y yo respondí “¡Es un chiste! No sé porque miente.” Después, el tipo preguntaba si era o no… Se generaba todo un misterio.
–¿Y en Cuba hablaba?
–En Cuba no tenía posibilidad de decir que no. Por ejemplo, el 8 de octubre (fecha de la muerte de Ernesto) de 1972 mi hijo estaba internado en el Hospital Calixto García y la médica que lo atendió me invitó a un homenaje. Le comenté que lo mío no era eso y esta mujer me dio una “zaranda” de cosas diciéndome que eso era egoísta. Así que después de todo eso respondí, “ok, ¿a que hora es?” Era un patio muy grande, colmado de gente, yo ahí sentado y de repente se escucha…“acá con nosotros, el hermano del Che”, y me dejaron solo con un micrófono. Aún estaba fresca su presencia, había cubanos llorando. Yo hablaba y se me hacía un nudo, ni sé lo que dije… una emoción intensa que te trasladaba la gente. Las personas me contaban sus vivencias y cada vez más cargado emocionalmente. Fue una experiencia importante, y todo por esa mujer.
–¿Y cómo era ser hermano de Ernesto en la vida cotidiana?
–Hay dos etapas mías con él: una muy corta, que es las dos veces que nos vimos después del triunfo de la Revolución (una fue en Cuba y la otra en Punta del Este), y lo demás es la vida de familia.

Juan Martín Guevara de la Serna nació en Córdoba, en 1943, 15 años después que su hermano mayor, Ernesto, quien había nacido en 1928. Sus padres eran Ernesto Rafael Guevara Lynch y Celia de la Serna Llosa. El resto de sus hermanos fueron Celia, Roberto y Ana María. De espíritu aventurero, el grupo familiar nunca permaneció quieto por mucho tiempo.

–Comencemos por la vida de familia.
–Ernesto era loco, movedizo pero no muy distinto a mis hermanos, era uno más. Yo me llevaba bien por él, más que por mí, porque él era el mayor. Era Ernesto y yo su hermano, hasta que fue el “Che” y empecé a ser el hermano del “Che”.
–¿Era un buen hermano?
–Era excelente. Siempre estaba de viaje. Recuerdo cuando volvía que quería aprovechar porque sabía que en cualquier momento se iba de nuevo. Llegaba y ahí yo era el que le cebaba mate. Como había pava, el agua se enfriaba. Él me ordenaba “calentalo”, y yo “no”, y se lo tomaba así como se lo cebaba. Siempre estaba de humor, jodiendo, estudiaba de noche, cada dos por tres se las picaba, era difícil agarrarlo.
–¿Cómo era como hermano mayor?
–No sé como me vería él, pero yo era “el hermanito” que miraba con cierta cosa, no te digo de consejo, pero sí de decirte “sería bueno esto”. Te trataba de influir, pero no era de imposición de padre. Mis otros hermanos sí lo eran. Salir con Ernesto era una liberación.
–¿En qué lo trataba de influir?
–En el estudio lo intentó por todos los medios, pero no lo logró. No seguí ninguna carrera porque desde que me acuerdo viví en la calle, jugando a la pelota.
–Sin embargo, su familia era estudiosa y lectora.
–Yo leía mucho, pero nada de estudiar. Eso me lo combatió mucho, me decía que estudiara pero él no tenía autoridad moral para decirme eso porque empezó Ingeniería, luego siguió Medicina pero no hacía nada de médico, entonces yo le preguntaba: “¿Cuál es? ¿Estudiar una carrera para hacer lo que vos hacés? ¿Si casi ni ejerciste?” “Pero estudiar es otra cosa”, me respondía, y hablábamos de la disciplina. Lo mío era más una defensa que un argumento, no quería estudiar y ya.
–¿Cómo era ser hermano del Che en 1959?
–Recuerdo una anécdota, en La Habana, el 8 de enero de 1959. Él tenía un pañuelo en el brazo por un golpe y siempre jugábamos de manos. Cuando estaban todos, yo mantenía las formas, pero a solas empezábamos a decirnos de todo y a ser hermanos. “Sacate la gorra y el grado de comandante que conmigo no lo sos.” Me tiró un cachetazo, le contesté, le pegué en el brazo y él hizo un movimiento de mucho dolor pero enseguida me dio un piñón que me voló, me sentó y me dijo: “Nunca te descuides o descreas del enemigo.” Tenía eso de aprovechar el momento. Esa mezcla, por un lado, de rectitud, y por otro de saber cuándo es cuándo. Era intuitivo de un modo muy fino.
–¿Cómo se expresaba esa rectitud?
–Él era muy rígido, entonces se sentía con derecho a serlo con los demás y mucha gente no tenía ganas de eso. Si bien él era razonable, no era flexible, por eso algunas personas no querían trabajar con él (risas). Los tiempos para él eran descansar un poquito cuando se podía, pero quería hacer las cosas ya. Era una máquina, no paraba, siempre estaba pensando en hacer algo. Eso lo caracterizó en algunas cosas acá y las desarrolló en Cuba como dirigente.
–¿Por ejemplo?
–Por ejemplo, cuando en el Congo recibió la noticia de que la vieja estaba enferma y que era irreversible, se preguntó, como dirigente, si era lícito ponerse a llorar y no lo hizo, se la aguantó. Seguro lloró después, no es que no tuviera sentimientos, sino que no los quería mostrar.
–¿Y cómo era él con su familia por esos años?
–Si a Ernesto le decían que su familia lo visitaría en La Habana, iba a decir que no, entonces Camilo Cienfuegos, que era su compinche, le ocultó la noticia y se la dijo cuando ya estábamos en el aeropuerto. Cienfuegos era la única persona que podía hacer esas cosas y chistes con él.
–¿Cómo recuerda esa época?
–Tengo una foto en el Hotel Habana Libre, Hilton en ese momento, en la cafetería. Eso era un “fierrerío”, estaban todos los barbudos con los fierros sobre la mesa. Al lado del cafecito los mozos no lo podían creer. Y allí estaba Camilo, que era su cómplice, el único con el que se permitía hacer jodas, con el resto no.
–¿Esa rectitud la heredó de su familia?
–Ernesto nació en una familia normal, con ciertas cosas distintas, de clase media. Por parte de mi vieja, había mucha guita pero cuando se juntó con mi viejo esto ya no era así. Ella fue al Sagrado Corazón de Jesús, un colegio bilingüe, religioso, de monjas francesas donde estudiaban con mucha rigurosidad, así que eso lo sacó de allí.
–¿Cómo era la familia de su madre, Celia de la Serna?
–Ella quedó huérfana de padre a los dos años y de la mamá a los 15. Era la menor. La mayor estaba casada con un escritor del Partido Comunista argentino que estuvo en España en la época de la Guerra Civil por parte de los republicanos, es decir, que tenía una influencia cercana de este pensamiento. Otro hermano, Jorge de la Serna, era atípico, un poeta que vivía cerca de la naturaleza y que tenía mucha relación con Ernesto. También había opuestos. La otra hermana, Sara, estaba casada con el hijo del presidente de la República, el general Agustín P. Justo.
–¿Cómo era su madre?
–La vieja era una persona muy poco demostrativa, conseguir un cariño de ella era un premio. Era más fácil que te dijera “tac tac” (hace un gesto de reto) que “muy bien” o que te hiciera una caricia. Con mis tías era distinto, eran más afectuosas. La vieja era muy disciplinada, muy culta y te obligaba a ser culto, a saber y no hablar al divino botón. Años después, yo le decía que desde chiquita la hicieron arrodillar en granitos de maíz y rezar 10 mil padres nuestros. Ella se reía pero seguía siendo así, una persona con estoicismo, muy judeo-cristiana, sacrificial.
–¿Y su padre?
–Mi viejo era un tipo con una inteligencia fuera de lo normal. Pensaba y soñaba. Eso en mi hermano fue muy claro. Era un tiro al aire, siempre caía en cuatro patas, con un don de ubicuidad incorporado. Era un gran conversador, dibujante, pintor y actor. Como todos los actores, era un mentiroso encubierto que te pintaba la realidad de una manera que no era exactamente así. Tenía ideas raras y era de mandarse a hacer cosas. De esa conjunción nació Ernesto.
–Era mandado a hacer cosas… ¿Como cuales?
–Así, por ejemplo, mis padres fueron a parar a Misiones. ¿Qué hacían dos porteños en el medio del monte en una época en donde la única manera de comunicarse era con un barco que bajaba por los puertos del Paraná? No había caminos, no había nada. Era gente con otras cosas en la cabeza, diferente a lo que normalmente se solía hacer.
–¿Qué heredó el Che de ellos?
–El viejo le dio la decisión y el arrojo, la vieja la organización y la disciplina, o sea, lo que se empieza se termina. Él veía el final, ella el camino.
–¿Usted qué aprendió de sus padres?
–Mi viejo decía que siempre hay que ganar, como sea. Mi vieja que hay que ganar, investigar y ser el mejor pero con transparencia. Ella nos metió la ética, él nos metió ganar al rugby, al fútbol, en la vida, y sobre todo no dejarse pasar por encima. No existía que mi madre o que mi padre tuviera razón. No: todo se discutía. La educación que teníamos era no aceptar lo que nos querían imponer y así se daban discusiones.
–¿De qué tipo?
–Había discusiones de todo tipo en mi casa, no existía una unicidad. Mi casa era de un espíritu crítico muy fuerte. Todo pasaba por la discusión política. Los fines de semana era un hervidero de distintas procedencias. Ninguno de los cinco hermanos aceptábamos lo impuesto y Ernesto fue el de mayor profundización en sus criticas.
–¿Cómo era su casa en el día a día?
–Mi casa estaba llena de libros, mis hermanos eran todos estudiosos. Celia y Ernesto eran máquinas de leer, él escribía todavía más que ella. Sus libros estaban todos escritos. Si quería uno de él, tenía que bancarme las notas y opiniones que ponía por los costados, cosa que no me gustaba porque al final terminaba discutiendo con él y con el autor, o con los dos a la vez. La casa era dejada, no estábamos atentos a si no funcionaba una manija en una puerta, pero si faltaba un libro era un tema.
–¿Y tenían muchos amigos?
–La casa estaba siempre llena de gente, tanto en la época que yo me acuerdo como en fotos de Alta Gracia donde aparecen chicos peinaditos y luego todos desastrosos. Había de todo, no había filtro. En casa trabajaba Sabina Portugal, una boliviana típica, coya, que con su tonada hablaba poco, pero con Ernesto tenía conversaciones larguísimas, no sé de qué hablaban. Era la época del agio y la especulación y ella era peronista de base. No sabía esas palabritas pero sí que le cobraban de más, y yo creo que eso lo discutían. Muchas cosas se le metieron en la cabeza con las conversaciones terrenales. Luego él pasó por Bolivia en la época de Víctor Paz Estenssoro y ahí debe haber habido influencia.
–Este Ernesto era una persona de carne y hueso, pero ¿cómo es ser hermano del símbolo?
–(Pausa) De una familia puede salir un personaje histórico que excede lo normal, único. No hay muchos que estén en una camiseta y lo identifiques en Arabia o África y sepas quién es. Tal vez, más o menos, por ahí alguien no sabe exactamente su historia… Diego Maradona, Mike Tyson lo tienen tatuado. ¿Qué tiene que ver Tyson? Algo tendrá que ver, si no ¿para qué se lo va a tatuar? Nadie se tatúa algo que no le interesa.
–¿Qué opina de la “marketinización” de la figura del Che?
–Que hagan negocio ni me va ni me viene. Lo que miro es el fondo de la cuestión: si alguien quiso que no existiera, que no trascendiera, no ha podido. Ahora, hay otras cosas que tienen que ver con la petrificación del personajes, y en eso puede haber un interés de vaciarle sus ideas o banalizarlo como si fuera un rockero, pero el hecho de que esta imagen sea tan difundida es porque es imposible ignorarlo.
–¿Cómo le gusta que la juventud lo recuerde?
–Si lo ponemos tipo Cristo que luchó por nosotros, ¿quién va a creer que puede ser como él? Si existió es porque puede ser posible. Hay que darle herramientas a la juventud. La mediocridad se milita, entonces hay que usar la cabeza y esta es la idea de los museos y de los libros.
–¿Por qué no quiere destacar la fecha de su muerte (8 de octubre)?
–Porque es un mensaje capcioso, de derrota y muerte sin regreso, pero sí hay un retorno de su pensamiento. Si lo matamos ya está, éticamente un tipo increíble, pero no sigas por ese camino porque terminás igual… Hay una posibilidad de ir por ese camino sin terminar muerto y derrotado, si no, no sería posible que el mundo fuese mejor, al menos no en esa idea de no explotación del hombre por el hombre. Por eso es que digo que el 8 de octubre no es el mejor día para evocarlo y no es un tema de dolor. Vamos a recordarlo en su trayectoria, elijamos el día en que inauguró una fábrica, una escuela o cuando nació, pero el hombre, no el guerrillero y menos el guerrero muerto, el héroe que para serlo tiene que ser mártir y muerto. Es por eso que decidí hablar, no porque tenga mucho para a decir sobre cosas de fondo, sino para desacralizarlo, desmilitarizarlo, ponerlo en la tierra, trasladar sus ideas y que la gente se acerque a ellas, que las recepte.
–¿Qué opina del Che guerrillero?
–Yo lo retiro del guerrillero heroico porque esos son tres años de su vida. Me parece que hay que sacarlo de ese contexto guerrero. Lo principal de sus ideas está en el hombre nuevo porque así como estamos viviendo las cosas no funcionan, hay que buscar el equilibrio real. Son sus ideas y no su actividad guerrillera lo que hay que acercarle a la gente. La típica imagen de Korda no me parece que sea la que haya que trasladar.
–¿Hay que correr la metodología de la lucha armada entonces?
–Hacer hincapié en que la guerra es el modo para liberarse va a generar una serie de encontronazos que quizás en este momento no sirve, entonces ¿para qué meterse por ese lado si no es el principal? Quizás en Cuba fue un medio, pero la lucha armada funcionó allí y no en otros lados.
–Pero él fue comandante.
–Sí, fue el primer comandante que nombró Fidel Castro, pero él no era militar. Fue presidente del Banco Nacional, ministro de Industria, secretario del Partido Único … Él se fue haciendo a fuerza de ver las necesidades del objetivo, que no era militarizar el país sino transformar y hacer el hombre nuevo, ese es el punto clave.<

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