domingo, 15 de abril de 2012

MARCELA Y ELISA

MARCELA Y ELISA
(Las dos maestras españolas que se casaron en 1901)

A pesar del rechazo de su entorno y los esfuerzos de sus familias por separarlas, lograron consolidar una relación durante 12 años, hasta que decidieron casarse por iglesia.

Una de ellas adopto apariencia masculina, la otra se embarazó y así lograron contraer matrimonio.

Al poco tiempo el engaño se descubrió y la justicia, la iglesia, los medios de comunicación y casi todos los sectores de la sociedad comenzaron a perseguirlas y hostigarlas, hasta que consiguieron escapar a Portugal. Allí fueron encarceladas y casi extraditadas nuevamente a España, cuyo gobierno había librado una orden de detención internacional.

Consiguieron escapar y llegar a Argentina. Elisa intentó casarse con un millonario para poder mantener a su familia (Marcela y la hija de ambas) pero éste la descubrió y la denuncio. Los cargos no prosperaron y finalmente las mujeres consiguieron el tan ansiado anonimato que les permitió ocultar su rastro para siempre

PODES ESCUCHAR EL PROGRAMA



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Marcela y Elisa

EL PRIMER MATRIMONIO HOMOSEXUAL DE ESPAÑA

El 8 de junio de 1901 se casaron en A Coruña (Galicia – España) dos mujeres: Marcela y Elisa. Lo hicieron por la Iglesia, en la parroquial de San Jorge de la misma ciudad. Para lograrlo Elisa tuvo que adoptar una identidad masculina. Pero el amor que las unía era tan fuerte y tenaz que superaron todas las barreras que las hubieran impedido su matrimonio como mujeres.

Su historia es épica pues “lograron” aquello para lo que el resto de los españoles homosexuales tuvimos que esperar más de cien años. Su amor, según se puede leer más abajo, no fue una cosa pasajera. Fueron muchos los años que vivieron como pareja, sobreponiéndose a innumerables obstrucciones. A la vez eran mujeres singulares, pues las dos eran maestras en un momento en que la inmensa mayoría de la población gallega era analfabeta. Por todo ello hay que suponer que su pretensión de unirse en matrimonio era algo muy meditado y muy deseado.

Han sido, sin lugar a dudas, las grandes pioneras del matrimonio homosexual en España. Este mérito no se las ha reconocido debidamente porque la ciudad en la que realizaron tal proeza todavía odia demasiado a los homosexuales. El Colectivo de Lesbianas, Gays y Transexuales, “Milhomes”, ha intentado reiteradamente conseguir una calle en Coruña para estas dos mujeres pero ha resultado imposible por gobernar la ciudad el socialista y “facha”, Francisco Vázquez, quien se ha significado como uno de los políticos de España más destacados en la persecución de los homosexuales.

A continuación se pueden leer dos artículos a través de los cuales se puede reconstruir lo que fue su historia. Hay muchos más artículos de prensa que se pueden consultar gracias a internet y seguro que habrá mucha más documentación antigua desperdigada por diversos países, no en vano, la noticia de su boda corrió como un reguero de pólvora por toda España y por varios países europeos. Por ejemplo, el libro más vendido en 1903 (“La sed de amar” de Felipe Trigo) se inspira en gran medida en su historia.

Queda todavía un gran duda y ésta es saber lo que realmente pasó con ellas después de su huída a la Argentina. Las fuentes que he consultado en A Coruña no han sabido decir claramente de donde salieron los datos que hacen suponer que una vez en el hemisferio sur y tras fallecer una de ellas, la otra se casó, este vez sí, con un hombre “de verdad”.

En la red se puede encontrar bastante información y consideraciones acerca de su historia. Sugiero como palabras clave de la búsqueda: “marcela y elisa”, “1901”, “milhomes”, “matrimonio” “homosexual” “coruña”.

Atentamente:

Jose Carlos Alonso Sánchez,

Socio Fundador del Colectivo de Lesbianas, Gays y Transexuales de A Coruña, “Milhomes”.

jcalonsosanchez@yahoo.es

Area de documentación y gestión informática: Miguel Sepúlveda

Colectivo de Lesbianas, Gays y Transexuales de A Coruña, “Milhomes”.

La Voz de Galicia - 1988-19de junio

La coruñesa iglesia de San Jorge fue escenario en 1901 de la única boda entre dos mujeres celebrada en Galicia

Las protagonistas del insólito acontecimiento fueron dos maestras, una de las cuales se hizo pasar por varón

La Coruña (Por Carlos Fernández). Si hoy la boda de dos mujeres, o dos hombres, es un suceso que llama la atención, imaginémonos cual sería la que causó en la sociedad coruñesa de 1901, y más todavía en el pequeño pueblecito de Dumbría, en el que era maestra una de sus protagonistas. He aquí la pequeña historia de aquel hecho insólito, cuyos antecedentes se remontan a 1885, cuando cursaba tercero de Magisterio en la Escuela Normal de La Coruña la señorita Marcela Gracia Ibeas, de 19 años, hija de Manuel Gracia, capitán del Ejército, y de Marcelina Ibeas. Un día llegó a su casa entusiasmada, pues había conocido en dicha Escuela a una joven muy simpática, parienta de la directora, que, aunque no estudiaba, iba allí a trabajar. Se llamaba Elisa Sánchez Lóriga, hija de María Lóriga Landeira, viuda de Sánchez, aunque el padre de la joven fue el profesor de Inglés, don Juan Dodds.

La familia de Marcela, que inicialmente había visto bien la amistad de las dos jovencitas, ante lo apasionado de la misma comenzó a intrigarse primero y a sospechar después. Las cosas llegaron a tal extremo que el capitán Gracia decidió mandar a su hija cuatro meses a Madrid para ver si se le curaba la pasión por Elisa.

Mientras Marcela estaba en Madrid, Elisa se marcho a Couso, en donde ejerció como maestra interina. A la vuelta, y tras sacar el título de maestra superior, Marcela fue a desempeñarlo a la escuela de Calo, yéndose Elisa con ella, con gran disgusto de la familia. Se dice que el padre de Marcela llegó a pegarle.

Juntas pasaron Marcela y Elisa siete años en Calo y de allí pasaron a Couso. Y en 1898 Marcela fue destinada a Dumbría, adonde la siguió fielmente Elisa.

El padre de Marcela, que vivía en el número 9 de la coruñesa calle del Mercado, falleció durante este tiempo. Se habló de que fue la causa del disgusto que le produjo la conducta de su hija.

La madre de Elisa, doña María, que vivía en Santiago, se pasaba todo el día rezando para que “el demonio” abandonase a su hija.

La metamorfosis

En una tarde del mes de mayo de 1900, la viuda de Gracia recibió en su piso de La Coruña una sorprendente visita. Se presentó ante ella un joven elegantemente vestido y con buenos modales le dijo: “Señora, soy Elisa”. Doña Marcela se quedó atónita. Los vecinos, sin embargo, dijeron posteriormente que se produjo una violenta discusión entre ambas en plena escalera. Lo que sí consta es que al día siguiente la viuda abandonó la ciudad coruñesa.

En Dumbría se comentó que Elisa había aprovechado las últimas fiestas de carnaval para cambiar las faldas por los pantalones y aparecer vestida de hombre. Varias antiguas alumnas de la Escuela de Magisterio se refirieron no sólo a la apasionada amistad entre ambas, sino a que Elisa siempre tuvo un carácter varonil, hechuras masculinas y miradas y apariencia de hombre.

Lo que no se podían imaginar es que a comienzos de la primavera de1901 Elisa se presentase en la Normal vestida de hombre y, sin el menor disimulo, pidiese una certificación de estudios, en lo que fue complacida. También se sabe que por esos días estuvo Elisa en una conocida casa consignataria coruñesa preguntando el precio de dos billetes de tercera clase a Buenos Aires.

Bautizo y comunión

A finales de abril, Elisa, ya siempre vestida de hombre (pelo corto con flequillo y raya a la izquierda, traje oscuro de chaqueta con corbata o pajarita y reloj de bolsillo), se presentó al párroco de San Jorge, señor Cortiña, y le dijo que quería bautizarse. Dijo que se llamaba Mario Sánchez Lóriga, natural de La Coruña, y que no se había bautizado antes en atención a las ideas religiosas de su padre y que había permanecido mucho tiempo viviendo en Inglaterra.

El párroco, tras ...................... provisorio en la diócesis, las correspondientes lecciones de doctrina religiosa y la autorización del obispo, le bautizó. Era el 26 de mayo, día de Pentecostés, a las tres de la tarde. Fueron padrinos doña Jacoba Lóriga, tía de Elisa, y el empleado de la sacristía de San Jorge, Manuel Prado. Al “nuevo” cristiano se le impuso el nombre de Mario.

Hubo un detalle sospechoso, pues al ir a mirar al libro de registros apareció una persona con sus mismos apellidos, Sánchez Lóriga, pero Mario le dijo tranquilamente al párroco que era su hermana Elisa. Posteriormente, Mario, al que recuerda el sacerdote como un joven de exquisito trato, tomó su primera comunión.

Mario visitaba muy a menudo la iglesia de San Jorge y a primeros de junio le dijo al párroco que quería casarse. Poco después le llevó una certificación de un sacerdote de Dumbría en donde se indicaba que habían sido leídas en dicha parroquia las amonestaciones de Mario con la señorita Marcela Gracia Ibeas, sin que nadie hubiese opuesto reparo alguno a la boda.

La ceremonia tuvo lugar a las siete de la mañana

La boda se celebró después de que “Mario” arreglase los trámites necesarios en el juzgado de La Coruña. El acontecimiento tuvo lugar el 8 de junio de 1901 a las siete de la mañana, hora más bien temprana y elegida seguramente para evitar los curiosos. Actuaron como padrino Miguel Hermida y como madrina, Ricarda Fuentes, viuda del comandante Sánchez, que había sido engatusada por Mario e ignoraba su condición femenina.

Después de la boda, los desposados tomaron chocolate con churros en el domicilio de la madrina, salieron de compras y fueron felices y contentos a retratarse en el conocido establecimiento fotográfico del señor Sellier, el cual, a los pocos días, puso la foto en su escaparate, al igual que otras muchas.

Tras permanecer varios días en una pensión de La Coruña (primero en el 104 de San Andrés y luego en el 126 del Orzán), el joven matrimonio saldría para Tui en viaje de novios, y posteriormente a Oporto, en donde tenían unos familiares.

Todo parecía salirles bien a Mario y a Marcela, hasta que la noticia saltó a las páginas de la prensa.

La Voz de Galicia - 1988-20de junio

Poco después de casarse, las dos maestras coruñesas fueron detenidas en Oporto y más tarde emigraron a Argentina

Un eminente médico recomendaba su reclusión en un manicomio para “evitar que se propague la enfermedad, que suele ser contagiosa por ejemplo”

La Coruña (Por Carlos Fernández). El 21 de junio, la noticia de la boda de dos mujeres salta en la prensa coruñesa. “La Voz”, por lo escabroso del caso y lo embrollado de las referencias se resistía a darla, pero al final se dicidió. “Asunto ruidoso: un matrimonio sin hombre”, era el titular que daba en primera plana el 22 de junio y al que se dedicaba tres columnas. Durante cuatro días seguidos, “La Voz” informó del caso en primera página y las ediciones se agotaron rápidamente, adquiridas por un público ávido de emociones fuertes. Como decía el periódico, “es éste un caso de los que se ven en audiencia a puerta cerrada”. El suceso adquiere una resonancia grande, no sólo a nivel coruñes y gallego, sino también en el resto de España. “El Suceso Ilustrado”, de Madrid, en su número del 14 de julio, relata los hechos con gran relieve. Otro tanto hacen varias revistas y periódicos.

Dentro de la polémica que el caso despierta, hay que destacar la intervención de los médicos. Bajo el título: “Mario-Elisa ante la ciencia”, “La Voz” publica el 24 de junio un artículo de un eminente doctor, que por razones obvias prefiere silenciar su nombre. Tras dedicar el grueso del comentario a recordar las opiniones de célebres tratadistas sobre el tema, como Zucarelli, Lombroso, Chascot y Tarnowsky, al final se destapa y dice:

“Para terminar, creemos que tanto Mario-Elisa como Marcela son dos enfermas, cuya neuropatía no castigan los códigos, pero que tienen un departamento a ocupar en el Manicomio de Conjo, en donde quizás no logren ser curadas, pero si estudiadas por el sabio Sánchez Freire, y por lo menos allí recluidas evitaremos que se propague su enfermedad, que suele ser contagiosa por el ejemplo, y que por fortuna en nuestras provincias gallegas no sólo no abunda, sino que es rarísima”.

A continuación se reproduce un artículo de la revista “Alrededor del mundo”, titulado “Mujeres que se pasan por hombres”, y se citan los casos de Murray Hall, famoso político demócrata norteamericano que al ir a amortajarlo se descubrió que era mujer; el doctor James Barry, que fue más de cincuenta años médico militar y nadie descubrió su condición femenina; un pintor londinense llamado Wilson; Tony Leesa, trabajador de una fábrica de Jonkers, hasta que un día se casó con un operario; madame Deiulafoy, a quien el Gobierno francés concedió una autorización especial para vestir de hombre; la italiana Tonina Marinello, que se hizo pasar por hermano de su marido, y hasta Jorge Sand y la reina Cristina de Suecia.

Expediente gubernativo

Tras la boda, se había instruido en Dumbría un expediente gubernativo para depurar la conducta de Marcela en el desempeño del cargo de maestra. Por lo dicho en la prensa, era una maestra bastante ilustrada y en el tiempo que estuvo allí nunca dio lugar a quejas. Un aldeano decía en “La Voz del 30 de junio: “Con su marcha, los que tenemos hijos hemos perdido mucho, pues de ella recibían en la escuela la enseñanza que Dios manda. Su vida privada es aparte”.

O amor é cego

Sin embargo, otros vecinos hablan mal de ella y dicen que tuvo que salir de Dumbría por la noche, pues querían lincharla.

Mientras en La Coruña el juez de instrucción abre un expediente y cita a declarar a varias personas, entre ellas al oficial de juzgado, señor Castelo, quien asistió al matrimonio, Mario y Marcela salen para Tui y Portugal.

Rumbo a Argentina

Entre las noticias que sigue produciendo el caso, destaca una fechada en La Coruña en la que dos médicos afirman categóricamente que Mario era mujer. Uno de ellos, doctor del Hospital Militar, añade: “Por lo menos una vez, Elisa-Mario ha dado a la luz”.

El escándalo continuó, pues Mario y Marcela fueron detenidos en Oporto a mediados de agosto a instancias del juzgado de La Coruña. Un capitán de la Guardia Civil recibió orden de trasladarse allí para recogerlas. La prensa portuguesa informó que Mario era Elisa Sánchez Lóriga, de 32 años, profesora natural de La Coruña, y ella Marcela Gracia Ibeas, de 29 años, también profesora. Lo malo vino cuando “O primeiro de Janeiro”, dijo:

“Vimos a las dos mujeres en la Policía. Y aunque sufra algo la vanidad de los españoles manda la verdad decir que no hacen honor a su raza. Mario-Elisa tiene un aspecto de hombre flaco y enfermo, de voz afeminada. Elisa tiene “meneo” parecido al de esos toreros españoles que estamos acostumbrados a ver por aquí”.

Las vicisitudes de la pareja se pierden luego en las noches de los tiempos. Unos dicen que fueron llevadas a La Coruña, juzgadas y sobreseido el caso y otras afirman que de Portugal salieron directamente para Argentina. Lo cierto es que en Buenos Aires acabaron Mario y Marcela y que años después uno de los cónyuges -se dice que Mario- falleció y la otra mujer se casó con un hombre de “los de verdad

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Precedentes del matrimonio homosexual en España

Marcela y Elisa tras la boda.

El 8 de junio de 1901 se intentaron casar en La Coruña (Galicia, España) dos mujeres: Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga.1 Para lograrlo Elisa tuvo que adoptar una identidad masculina: Mario Sánchez, figurando así en el acta de matrimonio.1 Se trata del primer intento de matrimonio homosexual de España del que se tiene constancia registral.2 Lo hicieron por la Iglesia, en la parroquia de San Jorge de la misma ciudad.1 3 Posteriormente el párroco descubrió el engaño, y fueron denunciadas y perseguidas. Sin embargo, el acta matrimonial nunca fue anulada.

Su unión matrimonial se realizó más de cien años antes de que la ley permitiera a los homosexuales españoles contraer matrimonio. Las dos ejercían de maestras en un momento en que la inmensa mayoría de la población gallega era analfabeta.1

Este hecho puede considerarse un precedente del matrimonio homosexual en España. La noticia de su boda fue difundida por toda España y por varios países europeos. Queda todavía una gran duda y ésta es saber lo que realmente pasó con ellas después de su huida a (se cree) Argentina.

Primer encuentro, separación y reencuentro

Marcela y Elisa se conocieron mientras estudiaban en la Escuela Normal de Maestras de La Coruña, donde se formaban las futuras profesoras de enseñanza primaria.2 Su amistad dio paso a una relación más íntima. Los padres de Marcela, viendo que la amistad aumentaba más allá de lo socialmente permitido, y temerosos de un posible escándalo, enviaron a su hija a Madrid.2 Pasó el tiempo y ambas, una en La Coruña y la otra en Madrid, terminaron sus estudios. Volverían a reencontrarse cuando Elisa fue destinada como maestra interina a Couso, una pequeña parroquia de Coristanco en La Coruña.2 Cerca, en Vimianzo, en la aldea de Calo, se instaló Marcela, ya como maestra superior.2 como consecuencia del mismo decidieron vivir juntas en Calo, donde Elisa ejercía.2 En 1889, Marcela tuvo que ir a dar clases a Dumbría mientras Elisa permanecía en Calo, pero siguieron manteniendo el contacto ya que Elisa se trasladaba a la localidad donde residía Marcela.

Identidad falsa y matrimonio

En 1901 Elisa adoptó un aspecto masculino (con el cual se presentó en la Escuela Normal para solicitar un certificado de estudios), se inventó un pasado y se convirtió en Mario.1 Para este pasado inventado tomó como referencia a un primo suyo muerto en un naufragio.2 Se inventó además que había pasado su infancia en Londres y que su padre era ateo.2 Ante esta última circunstancia, el padre Cortiella, párroco de San Jorge, bautizó a Mario el 26 de mayo de 1901 (además, recibió la primera comunión), y posteriormente casó a la pareja el 8 de junio de 1901 tras la publicación de las amonestaciones.1 La ceremonia matrimonial fue breve, los padrinos dieron fe de su validez, y la pareja pasó la noche de bodas en la pensión Corcubión, de la calle de San Andrés.

Consecuencias

Localización de Dumbría en La Coruña, Galicia, donde Marcela y Elisa ejercían como maestras.

Finalmente, los vecinos no pudieron seguir indiferentes ante lo que a partir de ese momento se conocería como el matrimonio sin hombre.4 La pareja sería portada de diarios gallegos y madrileños y, como consecuencia de esto, ambas prontamente perdieron su trabajo, fueron excomulgadas, y se dictó una orden de busca y captura.4 Parece ser que para que tuviera lugar la excomunión, el párroco pidió a un doctor que examinara a Mario para comprobar si era un hombre o una mujer.5 Mario accedió y, cuando el doctor emitió su veredicto, intentó hacerse pasar por un hermafrodita cuya condición había sido diagnosticada en Londres.5 La Guardia Civil las persiguió hasta la localidad de Dumbría, donde ambas ejercían como maestras. Se tiene constancia de que pasaron por Vigo y Oporto en su huida.4 Lo último que se sabe de ellas es que llegaron a subirse a un barco con destino a América (posiblemente a Argentina, como tantos otros gallegos de la época),4 donde pasaron la luna de miel y, finalmente, se quedaron a vivir.6 Se cerró el caso que llevaba uno de los juzgados contra ellas, y algunos vecinos de Dumbría extendieron un rumor, varios años después, sobre el fallecimiento de Elisa, y el subsiguiente matrimonio de Marcela con un hombre.7 Este rumor no ha podido ser posteriormente confirmado.

Cabe destacar que la boda, según el Archivo Diocesano, aún es válida. Ni la Iglesia ni el Registro civil anularon las actas que de este matrimonio se levantaron, por lo que éste es el primer matrimonio homosexual del que se tiene constancia registral en España.





Más de 2.000 mujeres lesbianas se han casado en España gracias a la ley de Zapatero de 2005. Pero este avance social tiene un sorprendente precedente: Marcela y Elisa se casaron en A Coruña en 1901. Por la Iglesia. Pero las descubrieron, la justicia las persiguió y la prensa se ensañó con ellas. Una valiente historia feminista recogida ahora en un libro.

Miren a la izquierda. Dos muchachas serias. Vestidas de negro. No es un entierro. La imagen parece triste, pero es una foto de boda. El triunfo personal de Elisa y Marcela. Se casaron en 1901. Por amor. Porque querían ser libres. Porque sí. La foto no cuenta los palos que les dio la vida. Comienza una historia real que parece novela.

–¡Ay, mamá! ¡Si vieses qué amiga más simpática y más buena tengo! Estoy encantada.

Un día, Marcela le soltó esto a su madre, y ya nunca se separaría de Elisa. La relación entre las dos chicas fue intensa desde el principio. Sentían la necesidad de estar juntas siempre. A toda costa. La madre de Marcela diría a un periodista: "Yo, que dominaba a mi esposo y que podría dominar a un regimiento con caballos y todo, no pude hacer nada bueno de ella". Marcela y Elisa se fueron a vivir juntas a Dumbría, un pueblecito coruñés a cuya escuela fue destinada la primera. Después de un tiempo, las dos muchachas fingieron pelearse. Era parte de una estrategia: Elisa dijo que no aguantaba más, que se iba; Marcela anunció que se casaría con Mario, un primo de su amiga, y se anticipó a los futuros comentarios:

Este caso refleja la invisibilidad de las lesbianas durante siglos, aunque se las arreglaban para sortear las leyes
Los periódicos se lanzaron a buscar los detalles más suculentos con titulares como "España, país de locos”
–No he visto cosa más parecida a Elisa. Es de su misma estatura, tiene la misma voz e iguales maneras. ¡Hasta su mismo genio!

Elisa se fue un tiempo a A Coruña para transformarse en Mario: se cortó el pelo y empezó a usar trajes de chaqueta y a fumar. Para casarse, tenía que estar bautizado como hombre, así que se presentó ante un cura para convertirse al cristianismo. El cura ni lo miró bien: no dudó en ganar un creyente para la causa católica.

La boda se celebró el sábado 8 de junio en la iglesia coruñesa de San Jorge. A las siete y media de la mañana. Discreción. La pareja se hizo un retrato en el estudio del fotógrafo francés José Sellier. Como toda pareja feliz. Y al día siguiente volvieron a Dumbría en la típica diligencia de la época. Una señora que también iba dentro no se pudo reprimir:

–Si no es doña Elisa, es el diablo en su figura.

La mentira duró poco.

Así fue la primera boda homosexual en España de la que se tiene constancia, 104 años antes de que Zapatero promulgara la ley que permite los matrimonios entre personas del mismo sexo. A comienzos del siglo XX, dos maestras de escuela reventaron las conciencias santurronas y biempensantes de la época de la Restauración. A nadie le entraba en la cabeza.

Narciso de Gabriel, catedrático y decano de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de A Coruña, ha investigado la historia en profundidad durante 15 años. La ha reconstruido. El resultado es el libro Elisa y Marcela. Más allá de los hombres, que se publicó en gallego hace unos años y ahora la editorial Libros del Silencio lo saca en castellano la próxima semana. De Gabriel ha rastreado periódicos antiguos (de donde se han extraído la mayoría de las palabras de los personajes para este reportaje), ficheros, registros y bibliotecas con polvo. Antes que él, el colectivo coruñés Milhomes reivindicó las figuras de estas dos mujeres como precursoras del feminismo y la lucha contra la discriminación sexual. Esta asociación incluso otorga el premio Elisa y Marcela a las iniciativas que luchan por los derechos de gays, lesbianas y transexuales. Y hace tiempo que piden una calle con sus nombres en A Coruña. Aún no lo han conseguido.

Y por cosas como ésta, las primeras esposas no son conocidas en España. Gonzalo Canedo, el editor de Libros del Silencio, no tenía ni idea de las dos valientes. Cuando leyó el volumen en gallego, no dudó en traducirlo. "Me sorprendió que todo esto sucediera en una ciudad de provincias como A Coruña. Sí me lo podría haber imaginado en Nueva York o Londres, pero no aquí". Tanto le inspiró la historia que el título inaugurará la colección A contracorriente, en la que Canedo pretende publicar textos narrativos, biográficos o ensayísticos sobre personas que se sentían libres y les cortaron las alas. Por sus ideales sexuales, religiosos o políticos. "Es una defensa de los que han sufrido las injusticias de una sociedad que arremete contra el que haga peligrar su concepto de normalidad", señala Canedo. Quiere que retumbe la voz de los silenciados.

Marcela y Elisa fueron pioneras. El 22 de julio de 2005 hubo codazos entre los cámaras de televisión, los fotógrafos y los periodistas en la boda de las primeras mujeres que se casaron por la ley de Zapatero. El acontecimiento tuvo lugar en los juzgados de Mollet del Vallès (Barcelona). Una española y una argentina. Sebastiana y Verónica. Pareja de hecho desde hacía años. Estrenaron la reforma del Código Civil. Eran las primeras mujeres que se unieron en matrimonio en España. Y ninguna se tuvo que travestir porque todo era legal.

En julio de 2010 se cumplen cinco años de la entrada en vigor de la ley. Desde 2005 y hasta junio del año pasado se han casado 2.121 mujeres en España (no están disponibles datos más actualizados). El caso de Elisa y Marcela toma nueva vigencia. Refleja la invisibilidad de las lesbianas durante siglos. Hasta que un gobierno las sacó al escaparate social. A ellas y a los gays. Elisa y Marcela se adelantaron a la pareja de Cataluña. También a ellas se les abalanzó la prensa. Pero de otra forma.

"Novios de contrabando" fue uno de los titulares más conocidos. O "Asunto ruidoso. Un matrimonio sin hombre". La prensa estaba tras las chicas coruñesas, pero también las autoridades. Las amadas se escaparon a Oporto. Pensaron que en otro país estarían a salvo. Pero la vida les dio un guantazo de los grandes: las arrestaron. Al día siguiente, todo Oporto conocía la historia de la boda de dos mujeres ante Dios. Entre tanto, Mario juraba que era hombre. Sólo quería justificar todo el embrollo. Pero dos médicos la reconocieron y concluyeron que su sexo era femenino. La obligaron a vestirse de mujer. Acababan tres meses de travestismo.

Un paréntesis. Quizá usted lo está pensando. Si ya vivían juntas y llevaban una vida de pareja, ¿por qué se empeñaron en casarse y asumir riesgos? Raquel Platero es hoy profesora de Secundaria en Madrid, una de las pocas investigadoras sobre el lesbianismo en España, y adelanta una respuesta: "Hacerse esa pregunta forma parte de un presentismo perverso. Hay que contextualizar las cosas del pasado en su momento. En la historia de las dos muchachas subyace todo un discurso sobre la masculinidad. Elisa se convierte en hombre porque eso refuerza la idea de persona controladora. Ahora nos puede parecer fatal, pero es comprensible porque venimos de una tradición muy machista". Además, recalca Platero, la boda no fue un acto de rebeldía, sino una continuación con los patrones de la época. Casarse en una iglesia significaba estar en sociedad. Ser normales.

Aun así, A Coruña, Madrid y Barcelona se llevaron las manos a la cabeza. Los periódicos se vendían como puñados de garbanzos. Algunos medios obviaron el caso y cuestionaron los detalles pornográficos de otros. Incluso la escritora Emilia Pardo Bazán, en La Ilustración Artística, se lamentaba: "¡Cuánto siento que sea tan escabrosa la inaudita novela que estos días se ha divulgado en la prensa!". Los periódicos luchaban por tener los detalles más suculentos. El semanario Nuevo Mundo, que incluía imágenes, vendió 19.000 ejemplares sólo en Madrid en dos días. De los periódicos madrileños, fue El Imparcial el que más espacio le dedicó a la historia, con titulares como "Un folletín en acción. Dos mujeres que se casan". El Heraldo de la Industria fue más allá: "España, país de locos".

El pueblo portugués se volcó con Elisa y Marcela. Las consideraban dos desgraciadas. El juez las dejó en libertad, por la presión popular, tras pasar 13 días en prisión. Las amadas continuaron viviendo en Oporto. La historia quedó disuelta en el recuerdo, pero el Día de Reyes de 1902 ocurrió algo que fue más que un tornado: Marcela tuvo una niña de no se sabe quién. El autor del libro sostiene la teoría de que fue otra estrategia: dar más credibilidad al matrimonio con Elisa y tener descendencia. Los periódicos, encantados, volvieron a ocuparse de ellas. Muchos textos eran caricaturas, como refleja este extracto: "Marcela ha tenido una niña de generación espontánea, como las lombrices". Elisa, con su pronto, se enfrentó a un periodista:

–¿Es cosa del otro mundo que nazca un niño o una niña? No hay nada más natural: ¡una mujer tiene un hijo! (…) ¡No somos dos criminales!

La desesperación. Y, aun así, siguieron adelante con su vida. Raquel Platero cree que existen más casos de lesbianas que nunca se escondieron a pesar de los tiempos opresivos. "Esta historia la conocemos porque hay fallos en el plan trazado", arguye. "No sabemos nada de las historias de éxito porque salieron bien". Platero no cree que ausencia de información significa inexistencia. Ella ha investigado sobre el lesbianismo en el franquismo. "Casi todos los libros dicen que fue inconcebible en esta época. Lo que era pecado, también era delito y enfermedad. Una tríada. La mujer era un ser infantil y tutelado. Pero empiezas a escarbar en la historia y ves que no es así".

No es así porque ha descubierto que, aunque la ley de vagos y maleantes era férrea, las mujeres lesbianas se las apañaban para sortear la represión. Estaban las mujeres que vendían aguardiente en el Retiro y mantenían relaciones sexuales entre ellas. Estaban las salas de matrimonios en las cárceles femeninas para aquellas que tenían pareja. Estaban las pandillas de lesbianas barcelonesas que quedaban para ir de cámping y se reconocían al preguntarse si eran libreras o del asunto. Y de todo esto poco se sabe. Platero se queja de que el lesbianismo prácticamente no se ha investigado en España.

Elisa y Marcela están esperando su final. Sigue así: cansadas de pasarlas canutas, decidieron partir a Buenos Aires, como miles de gallegos, en 1902. A ver si las dejaban en paz. Trabajaron un tiempo como criadas, pero no podían verse todo lo que deseaban. Había que hacer algo: Elisa se casó con un anciano al que no le quedaban muchos años de vida. La idea era no trabajar para poder estar más tiempo con Marcela y volver con ella cuando enviudara del viejo. Pero éste se enteró de todo. Y montó en cólera. Y las denunció. La prensa bonaerense apenas se ocupó del caso, quién sabe por qué. La pista de las enamoradas invencibles y libertarias se perdió de repente. No se sabe si fueron felices o se pasaron la vida huyendo.

Miren la foto del principio. Todo esto pasó recién abierto el siglo XX
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Más de 2.000 mujeres lesbianas se han casado en España gracias a la ley de Zapatero de 2005. Pero este avance social tiene un sorprendente precedente: Marcela y Elisa se casaron en A Coruña en 1901. Por la Iglesia. Pero las descubrieron, la justicia las persiguió y la prensa se ensañó con ellas. Una valiente historia feminista recogida ahora en un libro.

Miren a la izquierda. Dos muchachas serias. Vestidas de negro. No es un entierro. La imagen parece triste, pero es una foto de boda. El triunfo personal de Elisa y Marcela. Se casaron en 1901. Por amor. Porque querían ser libres. Porque sí. La foto no cuenta los palos que les dio la vida. Comienza una historia real que parece novela.

Este caso refleja la invisibilidad de las lesbianas durante siglos, aunque se las arreglaban para sortear las leyes
Los periódicos se lanzaron a buscar los detalles más suculentos con titulares como “España, país de locos”
–¡Ay, mamá! ¡Si vieses qué amiga más simpática y más buena tengo! Estoy encantada.

Un día, Marcela le soltó esto a su madre, y ya nunca se separaría de Elisa. La relación entre las dos chicas fue intensa desde el principio. Sentían la necesidad de estar juntas siempre. A toda costa. La madre de Marcela diría a un periodista: "Yo, que dominaba a mi esposo y que podría dominar a un regimiento con caballos y todo, no pude hacer nada bueno de ella". Marcela y Elisa se fueron a vivir juntas a Dumbría, un pueblecito coruñés a cuya escuela fue destinada la primera. Después de un tiempo, las dos muchachas fingieron pelearse. Era parte de una estrategia: Elisa dijo que no aguantaba más, que se iba; Marcela anunció que se casaría con Mario, un primo de su amiga, y se anticipó a los futuros comentarios:

–No he visto cosa más parecida a Elisa. Es de su misma estatura, tiene la misma voz e iguales maneras. ¡Hasta su mismo genio!

Elisa se fue un tiempo a A Coruña para transformarse en Mario: se cortó el pelo y empezó a usar trajes de chaqueta y a fumar. Para casarse, tenía que estar bautizado como hombre, así que se presentó ante un cura para convertirse al cristianismo. El cura ni lo miró bien: no dudó en ganar un creyente para la causa católica.

La boda se celebró el sábado 8 de junio en la iglesia coruñesa de San Jorge. A las siete y media de la mañana. Discreción. La pareja se hizo un retrato en el estudio del fotógrafo francés José Sellier. Como toda pareja feliz. Y al día siguiente volvieron a Dumbría en la típica diligencia de la época. Una señora que también iba dentro no se pudo reprimir:

–Si no es doña Elisa, es el diablo en su figura.

La mentira duró poco.

Así fue la primera boda homosexual en España de la que se tiene constancia, 104 años antes de que Zapatero promulgara la ley que permite los matrimonios entre personas del mismo sexo. A comienzos del siglo XX, dos maestras de escuela reventaron las conciencias santurronas y biempensantes de la época de la Restauración. A nadie le entraba en la cabeza.

El libro en su edición gallega

Narciso de Gabriel, catedrático y decano de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de A Coruña, ha investigado la historia en profundidad durante 15 años. La ha reconstruido. El resultado es el libro Elisa y Marcela. Más allá de los hombres, que se publicó en gallego hace unos años y ahora la editorial Libros del Silencio lo saca en castellano la próxima semana. De Gabriel ha rastreado periódicos antiguos (de donde se han extraído la mayoría de las palabras de los personajes para este reportaje), ficheros, registros y bibliotecas con polvo. Antes que él, el colectivo coruñés Milhomes reivindicó las figuras de estas dos mujeres como precursoras del feminismo y la lucha contra la discriminación sexual. Esta asociación incluso otorga el premio Elisa y Marcela a las iniciativas que luchan por los derechos de gays, lesbianas y transexuales. Y hace tiempo que piden una calle con sus nombres en A Coruña. Aún no lo han conseguido.

Y por cosas como ésta, las primeras esposas no son conocidas en España. Gonzalo Canedo, el editor de Libros del Silencio, no tenía ni idea de las dos valientes. Cuando leyó el volumen en gallego, no dudó en traducirlo. "Me sorprendió que todo esto sucediera en una ciudad de provincias como A Coruña. Sí me lo podría haber imaginado en Nueva York o Londres, pero no aquí". Tanto le inspiró la historia que el título inaugurará la colección A contracorriente, en la que Canedo pretende publicar textos narrativos, biográficos o ensayísticos sobre personas que se sentían libres y les cortaron las alas. Por sus ideales sexuales, religiosos o políticos. "Es una defensa de los que han sufrido las injusticias de una sociedad que arremete contra el que haga peligrar su concepto de normalidad", señala Canedo. Quiere que retumbe la voz de los silenciados.

Marcela y Elisa fueron pioneras. El 22 de julio de 2005 hubo codazos entre los cámaras de televisión, los fotógrafos y los periodistas en la boda de las primeras mujeres que se casaron por la ley de Zapatero. El acontecimiento tuvo lugar en los juzgados de Mollet del Vallès (Barcelona). Una española y una argentina. Sebastiana y Verónica. Pareja de hecho desde hacía años. Estrenaron la reforma del Código Civil. Eran las primeras mujeres que se unieron en matrimonio en España. Y ninguna se tuvo que travestir porque todo era legal.

En julio de 2010 se cumplen cinco años de la entrada en vigor de la ley. Desde 2005 y hasta junio del año pasado se han casado 2.121 mujeres en España (no están disponibles datos más actualizados). El caso de Elisa y Marcela toma nueva vigencia. Refleja la invisibilidad de las lesbianas durante siglos. Hasta que un gobierno las sacó al escaparate social. A ellas y a los gays. Elisa y Marcela se adelantaron a la pareja de Cataluña. También a ellas se les abalanzó la prensa. Pero de otra forma.

"Novios de contrabando" fue uno de los titulares más conocidos. O "Asunto ruidoso. Un matrimonio sin hombre". La prensa estaba tras las chicas coruñesas, pero también las autoridades. Las amadas se escaparon a Oporto. Pensaron que en otro país estarían a salvo. Pero la vida les dio un guantazo de los grandes: las arrestaron. Al día siguiente, todo Oporto conocía la historia de la boda de dos mujeres ante Dios. Entre tanto, Mario juraba que era hombre. Sólo quería justificar todo el embrollo. Pero dos médicos la reconocieron y concluyeron que su sexo era femenino. La obligaron a vestirse de mujer. Acababan tres meses de travestismo.

Un paréntesis. Quizá usted lo está pensando. Si ya vivían juntas y llevaban una vida de pareja, ¿por qué se empeñaron en casarse y asumir riesgos? Raquel Platero es hoy profesora de Secundaria en Madrid, una de las pocas investigadoras sobre el lesbianismo en España, y adelanta una respuesta: "Hacerse esa pregunta forma parte de un presentismo perverso. Hay que contextualizar las cosas del pasado en su momento. En la historia de las dos muchachas subyace todo un discurso sobre la masculinidad. Elisa se convierte en hombre porque eso refuerza la idea de persona controladora. Ahora nos puede parecer fatal, pero es comprensible porque venimos de una tradición muy machista". Además, recalca Platero, la boda no fue un acto de rebeldía, sino una continuación con los patrones de la época. Casarse en una iglesia significaba estar en sociedad. Ser normales.

Aun así, A Coruña, Madrid y Barcelona se llevaron las manos a la cabeza. Los periódicos se vendían como puñados de garbanzos. Algunos medios obviaron el caso y cuestionaron los detalles pornográficos de otros. Incluso la escritora Emilia Pardo Bazán, en La Ilustración Artística, se lamentaba: "¡Cuánto siento que sea tan escabrosa la inaudita novela que estos días se ha divulgado en la prensa!". Los periódicos luchaban por tener los detalles más suculentos. El semanario Nuevo Mundo, que incluía imágenes, vendió 19.000 ejemplares sólo en Madrid en dos días. De los periódicos madrileños, fue El Imparcial el que más espacio le dedicó a la historia, con titulares como "Un folletín en acción. Dos mujeres que se casan". El Heraldo de la Industria fue más allá: "España, país de locos".

El pueblo portugués se volcó con Elisa y Marcela. Las consideraban dos desgraciadas. El juez las dejó en libertad, por la presión popular, tras pasar 13 días en prisión. Las amadas continuaron viviendo en Oporto. La historia quedó disuelta en el recuerdo, pero el Día de Reyes de 1902 ocurrió algo que fue más que un tornado: Marcela tuvo una niña de no se sabe quién. El autor del libro sostiene la teoría de que fue otra estrategia: dar más credibilidad al matrimonio con Elisa y tener descendencia. Los periódicos, encantados, volvieron a ocuparse de ellas. Muchos textos eran caricaturas, como refleja este extracto: "Marcela ha tenido una niña de generación espontánea, como las lombrices". Elisa, con su pronto, se enfrentó a un periodista:

–¿Es cosa del otro mundo que nazca un niño o una niña? No hay nada más natural: ¡una mujer tiene un hijo! (…) ¡No somos dos criminales!

La desesperación. Y, aun así, siguieron adelante con su vida. Raquel Platero cree que existen más casos de lesbianas que nunca se escondieron a pesar de los tiempos opresivos. "Esta historia la conocemos porque hay fallos en el plan trazado", arguye. "No sabemos nada de las historias de éxito porque salieron bien". Platero no cree que ausencia de información significa inexistencia. Ella ha investigado sobre el lesbianismo en el franquismo. "Casi todos los libros dicen que fue inconcebible en esta época. Lo que era pecado, también era delito y enfermedad. Una tríada. La mujer era un ser infantil y tutelado. Pero empiezas a escarbar en la historia y ves que no es así".

No es así porque ha descubierto que, aunque la ley de vagos y maleantes era férrea, las mujeres lesbianas se las apañaban para sortear la represión. Estaban las mujeres que vendían aguardiente en el Retiro y mantenían relaciones sexuales entre ellas. Estaban las salas de matrimonios en las cárceles femeninas para aquellas que tenían pareja. Estaban las pandillas de lesbianas barcelonesas que quedaban para ir de cámping y se reconocían al preguntarse si eran libreras o del asunto. Y de todo esto poco se sabe. Platero se queja de que el lesbianismo prácticamente no se ha investigado en España.

Elisa y Marcela están esperando su final. Sigue así: cansadas de pasarlas canutas, decidieron partir a Buenos Aires, como miles de gallegos, en 1902. A ver si las dejaban en paz. Trabajaron un tiempo como criadas, pero no podían verse todo lo que deseaban. Había que hacer algo: Elisa se casó con un anciano al que no le quedaban muchos años de vida. La idea era no trabajar para poder estar más tiempo con Marcela y volver con ella cuando enviudara del viejo. Pero éste se enteró de todo. Y montó en cólera. Y las denunció. La prensa bonaerense apenas se ocupó del caso, quién sabe por qué. La pista de las enamoradas invencibles y libertarias se perdió de repente. No se sabe si fueron felices o se pasaron la vida huyendo.

Miren la foto del principio. Todo esto pasó recién abierto el siglo XX.

CRISTÓBAL RAMÍREZ 14/03/2010

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Dos historias de amor Pagina/12

Por Luis Bruschtein

Sobre el matrimonio igualitario se escribió y se dijo de todo y para todos los gustos. A diferencia de otros, el debate no solamente fue parlamentario, sino que también salió a las calles y se metió en las casas. Desbordó el Parlamento y encarnó en los parroquianos de los bares, en las sobremesas de los amigos o en las peluquerías de mujeres y eso sacó a la luz cuestiones ocultas en una zona fantasmática del imaginario que así fue perdiendo carga de miedo y rechazo.

De tanto buscar para nuevos enfoques, apareció la historia del primer casamiento registrado y formal entre personas del mismo sexo, en España, en 1901. Y aunque la ley
ya fue aprobada y las aguas del debate están sosegadas, la historia de amor entre estas dos mujeres viene al caso porque terminó en Argentina a pesar de que todavía no estaba la ley. Y qué hermoso hubiera sido para ellas que la ley sí hubiera estado. Será el primer Panorama político con dos historias de amor. La segunda historia, entre hombres.

Según los documentos de la época, Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez se conocieron de adolescentes cuando estudiaban en la Escuela Normal de Maestras de La Coruña, Galicia. Y se volvieron a encontrar pocos años después, cuando daban clases en una escuela primaria. Quizá se habían enamorado antes y habían rechazado ese impulso poderoso pero al mismo tiempo turbador y prohibido. Pero en el reencuentro las dos chicas se dejaron llevar por sus corazones y se amaron. Era España en los últimos años del siglo XIX y principios del siglo XX, en una zona de pescadores y marineros, en las rías gallegas. La sola idea de una pareja homosexual, entre mujeres, era inconcebible, inaceptable. Las dos chicas se condenaban a la soledad y al escarnio. Pero en el descubrimiento explosivo de su pasión desesperada, entre la alegría y la locura, Marcela y Elisa subieron la apuesta y decidieron casarse.

Elisa se disfrazó de hombre, ocultó los senos, se cortó el pelo y se vistió con traje y corbata. Es difícil saber hasta dónde engañaron al cura o contaron con su complicidad. Las dos galleguitas fueron de la mano hasta la iglesia parroquial de San Jorge, en La Coruña, y hablaron con el padre Cortiella. Lo convencieron primero de que bautice a Elisa, que pasó a llamarse Mario con todas las de la ley de ese momento, cuando era la iglesia la que funcionaba como registro civil.

Una vez bautizado como Dios manda, Mario pidió casarse con Marcela y el padre Cortiella accedió feliz y las/os unió en matrimonio hasta que la muerte los/as separe, como consta en actas. Pero la felicidad duró muy poco, quizá las chicas se dejaron llevar por el entusiasmo y pasearon del brazo por La Coruña y se expusieron a que las reconocieran. Así fue y las dos mujeres sufrieron el escarnio y las bromas del pueblo que también alcanzaban al padre Cortiella por haberlas casado. Entre tanto alboroto hubo una denuncia, intervino la Justicia y trataron de meterlas en la cárcel. Fue una fuga sin plan, se subieron al primer barco que salía del puerto de La Coruña y, casualmente, su destino era la Argentina. El barco estaba lleno de inmigrantes gallegos que buscaban una nueva vida en Sudamérica, nadie las molestó. Como ellas, dejaban atrás hogares, familia y amigos para afrontar un futuro incierto en la soledad de tierras desconocidas. Sus compañeros de viaje lo hacían llevados por la pobreza, ellas por amor. Las dos enamoradas llegaron al Buenos Aires de 1901 pero ya desde el día en que había sido rebautizada y se casara con Marcela, Elisa fue Mario y nunca más se vistió de mujer. Las dos convivieron como esposos/as, así como las había consagrado el padre Cortiella. Engañado o no, el sacerdote había consumado un matrimonio que duró hasta la muerte de Mario. Algunos años después, Marcela Gracia dejó su viudez y se casó con un hombre.

Ese fue el primer matrimonio gay registrado en la historia, o por lo menos eso es lo que dicen los españoles.

La historia de los dos hombres no es ni siquiera una historia, es una situación, un escenario que ellos mismos construyeron hace unos 800 años en la Alta Edad Media, quizás una de las épocas menos tolerantes a la homosexualidad. Son dos tumbas, dos sepulcros en realidad, que los historiadores encontraron entre las ruinas de una iglesia de padres dominicos, en Estambul.

En los sepulcros, uno junto al otro, descansan dos caballeros de la Cámara Real del rey Ricardo II, el mismo del que habla Shakespeare. Sus nombres están labrados en la piedra: sir William Neville y sir John Clanvowe. Y también está la fecha de sus muertes: octubre de 1391, o sea cuatro o cinco años antes de que se dispararan los sucesos que cuenta Shakespeare, cuando Ricardo II ordena el asesinato de su tío y luego es derrocado por su primo, quien lo encierra en la cárcel y lo deja morir de hambre. Neville y Clanvowe dispusieron descansar uno junto al otro toda la eternidad en una iglesia perdida en el corazón de Turquía, a cientos de kilómetros de Londres. Junto a los nombres y la fecha de sus muertes, están labrados sus escudos. Y lo que sorprendió a los historiadores fue que las insignias son idénticas, como si fueran una familia o, según los usos de la época, como una pareja casada. Gracias a Shakespeare se conoce la historia del rey al que sirvieron, pero de ellos no se sabe nada, solamente están esos sepulcros que expresan el deseo final y poderoso de yacer uno junto al otro, con una insignia que los revele como pareja, aunque sólo fuera posible en una iglesia olvidada de Estambul.

Son dos historias de amor entre homosexuales. No tienen nada que ver con un panorama político. Pero esa forma de amar es digna de respeto y admiración. Seguramente hay otras historias de sufrimiento, pero lo que ponen de manifiesto estas dos es una forma de amar dispuesta a cualquier sacrificio. Por lo tanto son historias de felicidad que cualquier persona, ya sea religiosa o no, seguramente puede entender.

En las dos historias está la Iglesia de por medio en la necesidad tan fuerte de reconocimiento por parte de los protagonistas. Son historias antiguas que tienen una carga grande de desafío y al mismo tiempo una necesidad perentoria de no ser apartado, de ser contenido. Eso justamente fue lo que se votó en el Congreso esta semana. Dar respuesta a esa necesidad amparada en un derecho. Al final se llega a la política.

La ley de matrimonio igualitario ganó por 33 votos a favor contra 27. En la primera votación, cuando se decidió si se discutía o no la ley, el resultado fue de 33 a 30. En la segunda votación se habían retirado Juan Carlos Reutemann, Juan Carlos Romero y Adolfo Rodríguez Saá. Hubo tres ausentes y seis abstenciones, entre ellas la senadora progresista del Frepaso de Río Negro María José Bongiorno. De los 33 votos favorables, el kirchnerismo aportó veinte; la UCR sumó cinco y ocho de los bloques provinciales, María Eugenia Estenssoro y Samuel Cabanchik, los fueguinos María Rosa Díaz y José Martínez, los santafesinos Roxana Latorre y Rubén Giustiniani y los cordobeses Luis Juez y Norma Morandini. La votación fue transversal a los bloques tanto en el Senado como en Diputados. El bloque de los socialistas santafesinos fue el único que no tuvo diferencias internas.

Con respecto a la primera votación, de los 30 votos iniciales para archivar el proyecto de ley y rechazar el matrimonio igualitario, doce fueron radicales, nueve del peronismo federal, siete del kirchnerismo y dos provinciales.

Los senadores y diputados que votaron en contra y la población que se opone o que rechaza y discrimina por cuestión de género y orientación sexual, la mayoría de las veces sin darse cuenta de que está discriminando, no serán convencidos con argumentos racionales o puramente sociológicos. Como dijo Cristina Kirchner, será el tiempo y la vida misma la que hará que muchos de ellos, la mayoría, vayan cambiando de idea. Serán historias como las que se cuentan aquí, antes que un nuevo debate político. Porque no se trata de convencer sino de disolver miedos y prejuicios que suelen ser usados como herramienta de control y superioridad. Muchas veces más de las que les gustaría reconocer a los políticos, la política se hace de esa materia, de miedos y prejuicios, para disiparlos o para alimentarlos.

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Elisa y Marcela, contra viento y marea con Virginia Garzón.
Esta es la historia de dos mujeres que se atrevieron a desafiar las reglas sociales, morales y religiosas del tiempo que les tocó vivir. Sus protagonistas son un ejemplo de convicción, compromiso y valentía, pero, sobretodo, de profundo amor.
Elisa y Marcela habitaban el olvido hasta que, en 1993, alguien les dio voz. Fue Narciso de Gabriel, catedrático de Teoría e Historia de la Educación y actual decano de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de A Coruña. Estaba investigando los expedientes disciplinarios a los que fueron sometidos los maestros y las maestras en Galicia durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera década del siglo XX, cuando se encontró con un expediente singular. Según el documento, una maestra llamada Marcela fue separada del Magisterio por haberse casado con otra mujer.
Sorprendido y curioso, durante 15 años se dedicó a rastrear las huellas de ambas a través de archivos y prensa. El resultado fue el libro Elisa y Marcela: más allá de los hombres, publicado en gallego en 2008 y, dos años después, en castellano.
Elisa Carmen Sánchez Loriga nació en A Coruña el 8 de septiembre de 1862. De Marcela Gracia Ibeas sabemos que fue bautizada en la ciudad de Burgos el 27 de junio de 1867y que vivió en un hospicio durante diez años hasta que fue legitimada cuando sus padres contrajeron matrimonio.
Elisa y Marcela se conocieron a mediados de los ochenta del siglo XIX, cuando Elisa rondaba los 23 años y Marcela los 18, y estudiaban ambas Magisterio en A Coruña. Su amistad en seguida levantó sospechas y una fuerte desaprobación debido a su intensidad y a la imperiosa necesidad de estar juntas. Ante el temor a un escándalo, la madre de Marcela la envió a Madrid. De nada sirvió que Elisa, el día anterior a la partida de Marcela, se presentara en casa de su amiga y se enfrentara incluso al padre, quien le impidió verla. Sin embargo, el destino quiso que poco después se reencontraran en el municipio coruñés de Dumbría, donde convivieron sin levantar sospechas durante un tiempo. Como señala Narciso de Gabriel, en aquella época la convivencia de dos maestras solteras no resultaba sorprendente dado que era el estado civil de la mayoría de ellas.
Un día decidieron casarse, algo imposible en aquella época. Diseñaron entonces un plan: fingieron enfadarse. Hay constancia de varias reyertas de las que fueron testigos los vecinos, por lo visto motivadas por los celos que los pretendientes de Marcela despertaban en Elisa, que incluso retó en duelo a uno de ellos, aunque, por fortuna, desestimó el requerimiento. Llegó a ser arrestada en varias ocasiones, y debido a su carácter brusco y su aspecto viril, en el vecindario se la conocía como O Civil.
Como consecuencia de esta tormentosa etapa, estuvieron un tiempo sin verse. Posteriormente, Marcela anunció que se casaría con Mario, el primo de Elisa. Y así, el 8 de junio de 1901, en la céntrica Iglesia de San Jorge de A Coruña, Marcela contrajo matrimonio con él, con testigos y fotos y toda la parafernalia. Sin embargo, Mario no era otro que Elisa disfrazada de hombre. La ceremonia había sido un engaño del que solo eran cómplices una vecina de la madre de Marcela y el tío de Elisa.
Su interpretación es incluso hoy digna de reconocimiento ya que dedicó todo el tiempo que duró el supuesto enfado a masculinizar su aspecto: se cortó el pelo, pasó a vestir ropa de hombre, empezó a fumar e, incluso, cultivó un modesto bigote. Consiguió después una identidad falsa bajo el nombre de Mario e inventó un pasado ateo. Incluso logró engañar al párroco de la Iglesia, que la había bautizado y que accedió a celebrar el matrimonio.
Pero no sólo el ingenio de Elisa ayudó a su unión, sino también el hecho de que Marcela estuviera embarazada. No tenemos datos sobre la causa y circunstancias que lo motivaron; según el investigador, el “embarazo accidental” les sirvió de excusa para oficializar su relación y evitar la vergüenza de ser una madre soltera.
Elisa y Marcela contrajeron matrimonio un siglo antes de existir en España una ley que permite casarse a dos personas del mismo sexo. Fueron pues aguerridas pioneras.
Desgraciadamente, poco después el engaño se descubrió y saltó a la prensa provocando un tremendo escándalo no sólo en nuestro país, sino también en otros países europeos como Bélgica, Francia o Inglaterra. Algunos titulares refieren: “Asunto ruidoso: un matrimonio sin hombre” o “Novios de contrabando”. Mientras tanto, las revistas gráficas de la época mantuvieron una lucha encarnizada para reproducir la foto de la célebre ceremonia, realizada por un fotógrafo de origen francés.
El desengaño y profundo malestar del vecindario y el párroco que las casó desembocó en una terrible escena: rodearon la casa de las maestras y gritaron toda clase de insultos y amenazas. Querían que Mario/Elisa saliera y diera la cara y comprobar cual era realmente su sexo. Unos agentes de policía empezaron a hacerles preguntas y Elisa afirmaba ser hermafrodita mientras Marcela sostenía que “tiene más de hombre que de mujer” o que “Elisa es común a uno y otro sexo”.
Las autoridades españolas dictaron orden de búsqueda y captura y nuestras protagonistas tuvieron que huir. Se refugiaron en Oporto, Portugal, donde al cabo de unos meses, el 6 de enero de 1902, Marcela dio a luz una niña.
Pero poco duró la felicidad en el hogar, puesto que pronto fueron detenidas y encarceladas, acusadas de falsedad documental y travestismo. Afortunadamente, la sociedad portuguesa se volcó con ellas y finalmente fueron absueltas de todos los cargos. Sin embargo, el proceso de extradición a España seguía abierto y, por ello, huyeron a Buenos Aires.
Allí Elisa, aficionada según parece a los cambios de identidad, se convirtió en Maria y se casó con un danés adinerado de avanzada edad con la intención, según parece, de heredar pronto su fortuna. Pero, se negó a consumar el matrimonio y el marido dudando de su verdadera condición sexual acabó denunciándola. De nuevo se iniciaron trámites judiciales contra Maria-Elisa, pero, en esta ocasión, le resultaron favorables.
A partir de aquí ya no hay más pistas sobre Elisa y Marcela. Dejaron de aparecer en los medios de comunicación y, de este modo, recuperaron el anonimato para, esperamos, vivir felices y comer perdices.
Resulta curioso constatar que, a pesar de la conmoción social que causó este matrimonio, y a pesar también de los innumerables obstáculos que tuvieron que sortear sus protagonistas, el acta de la boda no fuera anulada. En el Registro Civil de A Coruña sigue constando esta boda como legal y legítima.

“Me gustaría que (con este libro) la gente aprendiese sobretodo, como yo he aprendido, la necesidad de que reconozcamos a las personas tal como son y sin necesidad de que se ajusten a los patrones que podemos considerar usuales”
Narciso de Gabriel
Para saber más:
Narciso de Gabriel Fernández, Elisa y Marcela : más allá de los hombres, Barcelona, Editorial Libros del Silencio S.L., 2010, 480p., ISBN 13: 978-84-937559-7-3
Entrevista al autor del libro en Inoutradio, programa Artisteando
http://inoutradio.com/artisteando/2010/08/19/entrevista-a-narciso-de-gabriel-autor-del-libro-elisa-y-marcela-mas-alla-de-los-hombres/

La historia de Marcela y Elisa está siendo objeto de una interesante exposición en la Normal, el espacio cultural de la Universidade de A Coruña. Una muestra concebida como una interpretación contemporánea, a través de obras de una veintena de artistas, de la historia de amor prohibido entre dos mujeres.

Para las cinéfilas: la directora Isabel Coixet adaptará próximamente al cine la novela publicada por Narciso de Gabriel.

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