domingo, 22 de enero de 2012

GABRIELA MISTRAL




Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, conocida por su seudónimo Gabriela Mistral (Vicuña, 7 de abril de 1889 – Nueva York, 10 de enero de 1957), fue una destacada poetisa, diplomática, feminista,B y pedagoga chilena. Gabriela Mistral, una de las principales figuras de la literatura chilena y latinoamericana, fue la primera persona de América Latina en ganar el Premio Nobel de Literatura, el cual recibió en 1945.

(DESDE WIKIPEDIA)

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Hija de Juan Jerónimo Godoy Villanueva, profesor, y de Petronila Alcayaga Rojas, de ascendencia vasca. Gabriela Mistral nació en Vicuña, ciudad en la que hoy existe un museo4 dedicado a ella en la calle donde nació y que hoy lleva su nombre. A los diez días sus padres se la llevaron a La Unión (Pisco Elqui), pero su "amado pueblo", como ella misma decía, era Montegrande, donde vivió de los tres a los nueve años, y donde pidió que le dieran sepultura.
Sus abuelos paternos, oriundos de la actual Región de Antofagasta, fueron Gregorio Godoy e Isabel Villanueva; y los maternos, Francisco Alcayaga Barraza y Lucía Rojas Miranda, descendientes de familias propietarias de tierras del Valle de Elqui. Gabriela Mistral tuvo una media hermana, que fue su primera maestra, Emelina Molina Alcayaga, y cuyo padre fue Rosendo Molina Rojas.
Aunque su padre abandonó el hogar cuando ella tenía aproximadamente tres años, Gabriela Mistral lo quiso y siempre lo defendió. Cuenta que «revolviendo papeles», encontró unos versos suyos, «muy bonitos». «Esos versos de mi padre, los primeros que leí, despertaron mi pasión poética», escribió
A los 15 años se enamoró platónicamente de Alfredo Videla Pineda, hombre rico y hermoso, más de 20 años mayor que ella, con el que se carteó durante casi año y medio. Después conoció a Romelio Ureta, un funcionario de ferrocarriles. Este sacó un dinero de la caja del ferrocarril do
nde trabajaba con el fin de ayudar a un amigo; como no lo pudo devolver, Ureta se suicidó. Más tarde -a raíz de su triunfo en los Juegos Florales con Sonetos de la muerte, versos que relacionaron con el suicida- nació el mito, que tuvo amplia difusión, del gran amor entre ambos.
En 1904 comienza a trabajar como profesora ayudante en la Escuela de la Compañía Baja en La Serena y empieza a mandar colaboraciones al diario serenense El Coquimbo. Al año siguiente continúa escribiendo en él y en La Voz de Elqui, de Vicuña.
Desde 1908 es maestra en la localidad de La Cantera y después en Los Cerrillos, camino a Ovalle. No estudió para maestra, ya que no tenía dinero para ello, pero posteriormente, en 1910, convalidó sus conocimientos ante la Escuela Normal N° 1 de Santiago y obtuvo el título oficial de Profesora de Estado, con lo que pudo ejercer la docencia en el nivel secundario. Este hecho le costó la rivalidad de sus colegas, ya que este título lo recibe mediante convalidación de sus conocimientos y experiencia, sin haber concurrido al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Posteriormente su valía profesional quedó demostrada al ser contratada por el gobierno de México para asentar las bases de su nuevo sistema educacional, modelo que actualmente se mantiene vigente casi en su esencia, pues solo se le han hecho reformas para actualizarlo.


Inicios literarios

El 12 de diciembre de 1914 obtiene el primer premio en el concurso de literatura de los Juegos Florales organizados por la FECh en Santiago, por sus Sonetos de la Muerte.
Desde entonces utilizó el seudónimo literario Gabriela Mistral en casi todos sus escritos, en homenaje a dos de sus poetas favoritos, el italiano Gabriele D'Annunzio y el francés Frédéric Mistral. En el año 1917 Julio Molina Núñez y Juan Agustín Araya publican una de las más importantes antologías poéticas de Chile, Selva Lírica, donde Lucila Godoy aparece ya como una de las grandes poetisas chilenas. Esta publicación es una de las últimas en que utiliza su nombre verdadero.
Desempeñó el cargo de inspectora en el Liceo de Señoritas de La Serena. Además fue destacada educadora; visitó México, Estados Unidos y Europa estudiando las escuelas y métodos educativos de estos países. Fue profesora invitada en las universidades de Barnard, Middlebury y Puerto Rico.
El hecho de haber vivido desde Antofagasta, en el extremo norte, hasta el puerto de Punta Arenas en el extremo sur, donde dirigió su primer liceo y estimuló la vida de la ciudad, la marca para siempre. Su apego a Punta Arenas también se debió a su relación con Laura Rodig, que vivía en aquella ciudad. Pero la escritora de Elqui no soportaba bien el clima polar. Por eso, pidió un traslado, y en 1920 se mudó a Temuco, desde donde partió en ruta a Santiago en 1921. Durante su estancia en la Araucanía conoció a un joven llamado Neftalí Reyes, quien posteriormente sería conocido mundialmente como Pablo Neruda.
Gabriela Mistral aspiraba a un nuevo desafío después de haber dirigido
dos liceos de pésima calidad. Opositó y ganó el puesto prestigioso de directora del Liceo Nº6 de Santiago, pero los profesores no la recibieron bien, reprochándole su falta de estudios profesionales.
Desolación, considerada su primera obra maestra, aparece en Nueva York en 1922 publicada por el Instituto de Las Españas, a iniciativa de su director Federico de Onís. La mayoría de los poemas que forman este libro los había escrito diez años atrás mientras residía en la localidad de Coquimbito.
El 23 de junio de ese año Gabriela Mistral zarpa hacia México en el vapor Orcoma acompañada de Laura Rodig, invitada por el entonces ministro de Educación José Vasconcelos. Allí permaneció casi dos años, trabajando con los intelectuales más destacados del mundo hispanoparlante en aquel entonces.
En 1923 se inaugura su estatua en México, se publica allí su libro Lectura para mujeres, aparece en Chile la segunda edición de Desolación con una tirada de 20.000 ejemplares y aparece en España la antología Las mejores poesías, con prólogo de Manuel de Montoliú.
Tras una gira por Estados Unidos y Europa, volvió a Chile, donde la situación política era tan tensa que se vio obligada a partir de nuevo, esta vez para servir en Europa como secretaria de una de las secciones de la Liga de Naciones en 1926; el mismo año ocupa la secretaría del Instituto de Cooperación Internacional, de la Sociedad de las Naciones, en Ginebra.
En 1924 publica en Madrid Ternura, libro en el que practica una novedosa "poesía escolar", renovando los géneros tradicionales de la poesía infantil (por ejemplo, canciones de cuna, rondas, y arrullos) desde una poética austera y muy depurada. Petronila Alcayaga, su madre, murió en 1929, por lo cual le dedicó la primera parte de su libro Tala.

Su vida es, en adelante, una continuación de la errantía incansable que conoció en Chile, sin un puesto fijo en que utilizar su talento. Preferirá, entonces, vivir entre América y Europa. Así, viaja, por ejemplo, a la isla de Puerto Rico en 1931, como parte de un tour del Caribe y de América del Sur. Es en esta gira donde la nombra "Benemérita del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional" en Nicaragua el general Augusto Sandino, a quien había dado su apoyo en numerosos escritos. Además dio discursos en la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, en Santo Domingo, en Cuba, y en todos los demás países de la América Central.
A partir de 1933, y durante un periodo de veinte años, trabajó como cónsul de su país en ciudades de Europa y América. Su poesía ha sido traducida al inglés, francés, italiano, alemán y sueco, resultando muy influyente en la obra creativa de muchos escritores latinoamericanos posteriores, como Pablo Neruda y Octavio Paz. Sus diversos poemas escritos para los niños se recitan y cantan en muy diversos países en la actualidad. Muchos de sus poemas y libros han sido leídos por niños y adultos en diversos países.

Premio Nobel
La noticia de que había ganado el Nobel la recibió en 1945 en Petrópolis, la ciudad brasileña donde desempeñaba la labor de cónsul desde 1941 y donde se había suicidado Yin Yin (Juan Miguel Godoy Mendoza) a los 18 años, su sobrino según se decía, hijo de un hermanastro y al que, con su amiga y confidente Palma Guillén, había adoptado y con el que vivía por los menos desde que este tenía cuatro años.
La motivación para entregarle el premio fue "su obra lírica que, inspirada en poderosas emociones
, ha convertido su nombre en un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano".
A finales de 1945 regresó a Estados Unidos por cuarta vez, esta vez como cónsul en Los Ángeles y, con el dinero ganado con el premio, se compró una casa en Santa Bárbara. Será allí donde al año siguiente escribiría gran parte de Lagar I, en muchos de cuyos poemas se observa la huella de la Segunda Guerra Mundial, y que será publicado en Chile en 1954. En 1946, conoció a Doris Dana, una escritora estadounidense con quien estableció una controvertida relación sentimental, y de quien no se separaría hasta su muerte.
En Nueva York
Gabriela Mistral fue nombrada cónsul en Nueva York en 1953, cargo que consiguió para estar junto a la escritora y bachiller norteamericana Doris Dana, a quien había conocido en 1946 y quien, fue receptora, portavoz y albacea oficial.
La correspondencia entre Dana y Mistral revela aparentemente el establecimiento de una sólida relación interpretada por muchos como homosexual entre ambas, cosa que Dana negó hasta el final de sus días.Testimonio de la pasión entre Mistral y Dana es la correspondencia entre ambas, que publicó en Chile la editorial Lumen en 2009 bajo el título de Niña errante, con transcripción, prólogo y notas de Pedro Pablo Zegers, conservador del Archivo del Escritor, de la Biblioteca Nacional. "Doris, yo estoy en Estados Unidos por ti", le dice en una carta. "Soy tuya en todos los lugares del mundo y del cielo", le escribe. Y antes: "Tal vez fue locura muy grande entrar en esta pasión".
canción con letra de Gabriela Mistral, "La pajita"; en el disco Palimpsesto de Inti Illimani

En 1953, Gabriela Mistral fue recibida con honores tras la invitación del gobierno de Chile encabezado por Carlos Ibáñez del Campo. En esa ocasión la acompañó Doris Dana, a quien la prensa nacional identificaba como la secretaria de Mistral, y que pisaba tierra chilena por primera y última vez.
Gabriela M
istral fue recibida con un arco de triunfo, escolares destacados de diferentes colegios y las autoridades de la región, además se la honró con el título de Honoris Causa por la Universidad de Chile.
Posteriormente volvió a EE UU., "país sin nombre", según ella. Para Gabriela Mistral, la ciudad de Nueva York era demasiado fría; ella hubiera preferido vivir en Florida o Nueva Orleans (había vendido su propiedad en California), y así se lo dijo a Doris, a quien le propuso comprar una casa a nombre de las dos en alguno de esos lugares, pero al final terminó acomodándose en Long Island, en la mansión de la familia de Dana y se instaló en las afueras de la megalópolis: "Pero si tú no quieres dejar tu casa, cómprame, repito, un calentador y quedamos aquí", le escribe en 1954.
Doris Dana en esa época, consciente de que la existencia de Gabriela Mistral era finita, comenzó un minucioso registro de cada conversación que tenía con la poetisa. Además, acumuló un total de 250 cartas y miles de ensayos literarios, que hoy constituyen el más importante legado mistraliano y que fue donado por su sobrina Doris Atkinson después de su muerte, acaecida en noviembre de 2006.

Muerte, homenajes póstumos y legado

Mistral tenía diabetes y problemas al corazón. Finalmente murió en el Hospital de Hempstead, Nueva York, a causa de un cáncer de páncreas, el 10 de enero de 1957, a la edad de 67 años, estando Doris Dana presente.
Doris Dana permaneció como albacea de la obra de Mistral y evitó enviarla a Chile hasta que no se reconociera a la poetisa como correspondía a su estatura mundial. Incluso se le llegó a extender una invitación de parte del gobierno del Presidente Ricardo Lagos Escobar, cosa que ella gentilmente declinó.
En su testamento, Mistral estipuló que el dinero producido por la venta de sus libros en América del Sur debía destinarse a los niños pobres de Montegrande, donde pasó sus mejores años de infancia, y el de la venta en otras partes del mundo a Doris Dana y Palma Guillén, quien renunció a esa herencia en beneficio de los niños pobres de Chile. Esta petición de la poetisa no se había podido realizar debido a un decreto (Decreto nº 2160) que derivaba los fondos a editoriales e intelectuales. Este decreto fue derogado y actualmente los ingresos producto de su obra llegan a los niños de Montegrande en el valle del Elqui.
La sobrina de Doris Dana, Doris Atkinson donó finalmente al Gobierno chileno el legado literario de Mistral, más de 40.000 documentos, custodiados actualmente en los archivos de la Biblioteca Nacional de Chile, incluidas las 250 cartas escogidas por Zegers para su publicación.
Sus restos llegaron a Chile el 19 de enero de 1957 y fueron velados en la casa central de la Universidad de Chile, para después ser sepultados en Montegrande, como era su deseo. Una vez dijo que le gustaría que bautizaran un cerro de Montegrande en su honor; lo consiguió póstumamente: el 7 de abril de 1991, en el que sería su 102 cumpleaños, el cerro Fraile pasó a llamarse Gabriela Mistral.
El poeta y estudioso de la obra de la Mistral, Jaime Quezada, ha editado una serie de libros póstumos con escritos de la Premio Nobel: Escritos políticos, 1994; Poesías completas, 2001; Bendita mi lengua sea, 2002 y Prosa reunida, 2002.
La Organización de los Estados Americanos instituyó en 1979 el Premio Gabriela Mistral (Premio Interamericano de Cultura Gabriela Mistral), "con el propósito de reconocer a quienes han contribuido a la identificación y enriquecimiento de la cultura propia de América y de sus regiones o individualidades culturales, ya sea por la expresión de sus valores o por la asimilación e incorporación a ella de valores universales de la cultura".Fue otorgado por primera vez en 1984 y por última en el año 2000. Además, hay una serie de otros premios y concursos que llevan su nombre.
En 1997 el gobierno de Chile instituyó en su honor la Orden al Mérito Docente y Cultural Gabriela Mistral.
La imagen de Gabriela Mistral aparece en el billete de 5.000 pesos chilenos. En septiembre de 2009 se puso en circulación un nuevo billete, del mismo valor, con una imagen más agradable de Mistral.
Una universidad privada, una de las primeras en Chile, lleva también su nombre, la Universidad Gabriela Mistral.
El 15 de noviembre de 2005, Gabriela Mistral recibió un homenaje en el M
etro de Santiago, en conmemoración de los sesenta años de su recepción del Premio Nobel. Se le dedicó un tren boa tapizado con fotografías de la poetisa.
Prácticamente todas la ciudades importantes de Chile poseen una calle, plaza o avenida bautizada en honor a ella con su nombre literario.

En diciembre de 2007 llegó a Chile gran parte del material retenido en Estados Unidos por su primera albacea, Doris Dana. Lo recibió la ministra de cultura chilena Paulina Urrutia, junto a Doris Atkinson, la nueva albacea. El trabajo de recopilación, transcripción y clasificación ha sido hecho por el humanista chileno Luis Vargas Saavedra que, al mismo tiempo, ha preparado una edición del trabajo llamada "Almácigo".

MAS INFO EN:

Gabriela Mistral figura en la historiografía literaria dentro de la generación posmodernista junto con un heterogéneo grupo de escritores que se sitúan entre el modernismo y los movimientos de vanguardia: los mexicanos Ramón López Velarde, José Juan Tablada y Alfonso Reyes; el cubano Regino E. Boti; el puertorriqueño Luis Llorens Torres; los colombianos Porfirio Barba Jacob y Luis Carlos López; el venezolano José Antonio Ramos Sucre; los peruanos Abraham Valdelomar y José María Eguren; los chilenos Manuel Magallanes Moure, Carlos Pezoa Veli y Pedro Prado; los argentinos Evaristo Carriego, Baldomero Fernández Moreno, Enrique Banchs y Rafael Alberto Arrieta; los uruguayos Delmira Agustini y Carlos Sabat Ercasty. Se conoce también por el nombre de generación mundonovista o de 1912, y sus rasgos más destacados son el rechazo del cosmopolitismo modernista extranjerizante mediante el retorno a lo autóctono (a la tierra y los motivos locales) y la búsqueda de un lenguaje poético despojado de la afectación esteticista del modernismo, basado en la sencillez y próximo a la lengua hablada. Situados entre dos movimientos de largo alcance, el modernismo y el vanguardismo, es normal que estos escritores no permanecieran inmunes a sus influencias. Gabriela Mistral, en los primeros años del vanguardismo, dio muestras de simpatía e interés hacia la nueva poesía y salió en defensa de su compatriota Huidobro ante quienes lo atacaban. No obstante esta apertura, no quiso acogerse a las propuestas poéticas que ofrecían los ismos: «Yo me siento incapaz de orientarme en esta batahola magnífica. Gozo aquí y allá una metáfora virgínea, una síntesis felicísima, sin conseguir que la secta a que pertenece un poema me muestre contorno claro y me deje fijarla como una línea climatérica en un mapa» (Figueroa 1933:192).

El desinterés de Gabriela Mistral por adoptar fórmulas vanguardistas en sus poemas se explica porque para ella la sensibilidad, la lengua poética y el repertorio de temas tenían que estar enraizados en lo propio para ser auténticos; la sujeción incondicional a normas estéticas foráneas era símbolo de inautenticidad. Conforme pasan los años se acentúa su escepticismo con respecto a los logros estéticos vanguardistas, sobre todo el artepurismo de la imagen. Aceptando, pues, la singularidad e independencia estéticas de Gabriela Mistral no es imposible rastrear en ella algunas huellas vanguardistas. Cedomil Goic ha reconocido los rasgos distintivos de la poesía nueva en una serie de poemas publicados entre 1919 y 1922. En particular, identifica algunos rasgos del creacionismo de Huidobro en el poema «Cima» de Desolación (1922). Pero no es el único. Hay toda una sección en Desolación denominada «Naturaleza», dedicada a los paisajes de la Patagonia, donde se encuentran momentos poéticos, imágenes y situaciones que pueden relacionarse con la primera vanguardia hispánica, con el creacionismo y el ultraísmo. En particular, la táctica tan común en Huidobro y en Borges de trasladar al paisaje y a los objetos las emociones subjetivas, una de cuyas concreciones retóricas es la hipálage. Dice la segunda estrofa de Desolación: «El viento hace a mi casa su ronda de sollozos / y de alarido, y quiebra, como un cristal, mi grito. / Y en la llanura blanca, de horizonte infinito, miro morir inmensos ocasos dolorosos». Y la séptima: «Miro el llano extasiado y recojo su duelo, / que vine para ver los paisajes mortales. / La nieve es el semblante que asoma a mis cristales: / ¡siempre será su albura bajando de los cielos!». En «La montaña de noche» un paisaje expresionista poblado de criaturas fantasmagóricas representa los temores nocturnos del hablante poético. En «La lluvia lenta»: «El cielo es como un inmenso corazón que se abre, amargo. / No llueve: es un sangrar lento / y largo». Las coincidencias no van más allá. Gabriela Mistral es en Desolación una poeta interior y subjetiva que tiñe los elementos de la Naturaleza con sus propias pasiones y así lo recomienda el mandamiento octavo de su «Decálogo del Artista»: «Darás tu obra como se da un hijo: restando sangre de tu corazón». Sin embargo, en el «Voto» que cierra Desolación pide perdón por haber buscado alivio a su dolor en la poesía y anuncia un giro en su poética: «Yo cantaré desde ellas las palabras de la esperanza, sin volver a mirar mi corazón: cantaré como lo quiso un misericordioso, para “consolar” a los hombres». Este voto se verá cumplido en la temática más objetiva y externa de Tala (1938), considerado por muchos la obra cumbre de la autora.

No es Desolación el único libro de Gabriela Mistral que se ha asociado con el vanguardismo. Según Jaime Concha, esta primera obra todavía conserva un anclaje posmodernista, pero Tala (1938) pertenece con pleno derecho al movimiento de los años veinte. Aunque el crítico puntualiza y rectifica esta afirmación: «Tala pertenece a una vanguardia endógena, casi indígena habría que decir, en el sentido de ser autóctona» (1987: 99-100). Más acertada nos parece la valoración de Cedomil Goic, para quien la obra «está de lleno dentro de las formas de la poesía contemporánea con rasgos absolutamente inconfundibles […] una poesía cuya lengua poética se mueve cerca de la invención, de la contradicción y la imagen alejada, fuerte o visionaria» (1992: 30). El libro se publicó en beneficio de «los niños españoles dispersados a los cuatro vientos» en los años de la Guerra Civil española. Consta de once secciones entre las que destaca la primera, con los poemas motivados por la muerte de su madre, que, según confesó la autora, era su única amarra con Chile. En «Materias» funde su yo con la sustancia de las cosas más elementales: el pan, la sal, el agua y el aire. Pero nada tienen que ver estos poemas con las Odas nerudianas, precisamente por la presencia de la subjetividad del hablante. Con los himnos americanos, en cambio, Gabriela Mistral quiso incorporar el tono épico mayor al tema indigenista y telúrico, más acorde con los tiempos, y adoptó una voz colectiva, aunque, a veces, surge entre los versos la primera persona del hablante poético. Entre ellos se encuentran el «Sol del trópico», en honor de las grandes civilizaciones indígenas; «Cordillera», dedicada al paisaje andino y a las culturas y pueblos albergados en él, y «El maíz» (un canto al maíz del Anáhuac); himnos donde se funden indiscriminadamente los viejos mitos americanos con los europeos. Esta veta telúrica culmina con el canto a los accidentes geográficos del territorio chileno. En Tala cambia la musicalidad de los versos con respecto a los primeros libros, y está más a tono con una búsqueda poética basada en el retorno a los orígenes, a la unión sagrada del hombre con la tierra: aumenta la rima asonante y se libera de formas literarias del gusto modernista que todavía prevalecían en aquellos; despreocupándose de ciertos criterios retóricos, conserva a veces rimas internas que surgen de forma espontánea y recurre a expresiones arcaicas recuperadas del habla rural que aprendiera en su infancia. Gabriela Mistral comparte aquí la voluntad americanista y el interés por las civilizaciones precolombinas con otros grandes nombres del siglo veinte, entre los que figuran Pablo Neruda y Miguel Ángel Asturias. Cierran el libro los «Recados», poemas que hacen las veces de cartas dirigidas por distintos motivos a amigos de diversos países que había visitado, amigos que en su imaginación quedaban asociados al paisaje del lugar. Intencionalmente los coloca «en los suburbios del libro» por el tono coloquial tan ajeno a otros poemas del libro. Sin embargo, la autora reconoce en ellos una parte muy íntima de su decir poético, el «dejo rural» que la acompañaría a lo largo de su vida.

Para concluir con los aspectos vanguardistas de la poética mistraliana cabe hacer una breve referencia a la importancia de la canción popular en su poesía. A partir de 1927, coincidiendo con el tercer centenario de la muerte de Góngora, se produjo una celebración del barroco y de la poesía popular que cristalizó en dos nuevas corrientes vanguardistas: el neobarroco y el popularismo. Esta vertiente, con matices variados en Hispanoamérica según los países, presenta perspectivas distintas en Gabriela Mistral. En Ternura se manifiesta sobre todo a través de las canciones de aliento popular, principalmente las «Canciones de cuna» o meceduras orales, como las llamaba la autora, y las «Rondas», rastreadas en la poesía popular española, en la provenzal y en la italiana del medioevo, que ella transformaría con empeño criollo. En Tala discurre a través de un criollismo paisajístico y de valorización de las viejas culturas indígenas. Por último, el uso preferente de los versos de arte menor, característico de la poesía popular castellana y actualizado por posmodernistas y vanguardistas, se impone en Desolación y Lagar.



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