régimen de partido único en 1990.
PODES ESCUCHAR EL PROGRAMA
DESCARGA DIRECTA DESDE AQUI
Entrevista DE Pedro Brieguer a Ben Bella
Ahmed Ben Bella es una de los grandes líderes del siglo XX, del nacionalismo árabe en su conjunto y del argelino en particular. Su figura tomó proporciones universales al liderar la lucha por la independencia de Argelia, un territorio ocupado durante 132 años por Francia. La guerra de liberación entre 1954 y 1962 dejó más de 1 millón y medio de muertos. Durante los años cincuenta y sesenta el Frente de liberación Nacional liderado por Ben Bella fue el símbolo de la resistencia contra el colonialismo a escala mundial. Su actividad política estuvo signada por la prisión, ya que estuvo preso un total de 23 años; antes de la revolución de 1963 y después de que Houari Boumediène lo derrocara en 1965 para sucederlo en la presidencia y liberarlo recién en 1981. En 1995 Ben Bella fue uno de los firmantes de la Plataforma de Roma, un llamado a la reconciliación del pueblo argelino para poner fin a la guerra civil que azota a ese país desde 1991 cuando las Fuerzas Armadas se apropiaron del poder e impidieron la segunda vuelta electoral y un seguro triunfo del Frente Islámico de Salvación que había triunfado en la primera ronda. Con sus largos 82 años a cuestas participó del Foro Social Mundial de Porto Alegre en enero de 2001 y fue una de sus figuras más destacadas. Allí, entre debate y debate, accedió a tener una conversación para la revista del IRI. Se lo nota entusiasmado con el Foro Social Mundial y los movimientos de resistencia global y no oculta su simpatía hacia estos movimientos que –aunque muy heterogéneos- levantan banderas con las cuales se identifica. En la conversación con Ben Bella es inevitable referirse a la lucha contra el colonialismo francés porque su memoria va y viene en el tiempo y no puede dejar de mencionar que su pueblo logró arrodillar al poderoso General De Gaulle, a pesar de “las atrocidades cometidas por los franceses que dejaron un saldo de dos millones de muertos. Un verdadero genocidio.” Sin esperar una respuesta pregunta “¿Acaso el mundo no reconoce que el Holocausto, que provocó la muerte de 6 millones de judíos, no fue un crimen contra la humanidad? El mundo también debe reconocer que la muerte de 142 millones de africanos durante el comercio de los esclavos fue un holocausto.” A pesar de su avanzada edad, su ímpetu se destacó por sobre el de muchos conferenciantes que ni habían nacido cuando él fue proclamado presidente de Argelia en 1963. Ben Bella está en Porto Alegre porque se sigue considerando un “revolucionario profesional”. Sintiendo que está en sus últimos años de vida es reacio a hablar sobre el gobierno argelino actual, como si no quisiera tener más problemas en la tierra que lo vio nacer. Ahora Ben Bella parece embarcado en luchar contra la injusticia, el hambre y el reparto desigual de las riquezas a nivel global. Pedro Brieger: Usted está participando del Foro Social Mundial de Porto Alegre, ¿qué lo hace venir a este encuentro? Ahmed Ben Bella: Estamos viviendo una época de profunda crisis que no es sólo económica sino también cultural y civilizacional. En los países del sur los agricultores son asesinados, se acelera la desertificación, la desaparición de los bosques tropicales, el hambre que mata cada año a 50 millones de seres humanos, 17 de ellos niños. Fíjese que 1000 millones de personas están afectadas por enfermedades tropicales totalmente ignoradas por la investigación científica del Norte, donde se preocupan mucho más por el cáncer, el SIDA y las enfermedades cardio-vasculares. Obviamente esto tiene que ver con la ley del mercado y los objetivos de ganancias. Además, asistimos a la tragedia de la deuda de un Tercer Mundo, cada vez más endeudado y chantajeado por un sistema bancario que concede préstamos sólo para que se paguen los intereses de la deuda que aumentan sin fin. Casi 40%, de la población mundial no tiene acceso a los servicios médicos, el 30% no tiene agua potable mientras la mitad de nuestros científicos están abocados a la tecnología de la producción de armamento. Este es el mundo en el que vivimos. No hay duda de que estamos sentados sobre una bomba de tiempo. PB: En Porto Alegre se están debatiendo alternativas al Foro Económico Mundial de Davos. ¿Cómo ve los debates? ABB: Hay que buscar nuevas alternativas a esta crisis ya que no existe un único paradigma, válido en todos los tiempos y lugares y para todas las sociedades. Debemos encontrar nuestro camino proveniente de nuestros valores, rompiendo con el economicismo, el materialismo y el individualismo exacerbado. Por otra parte, debemos tomar en cuenta el concepto de solidaridad, único antídoto de la concepción de la ley de la jungla, del “todos contra todos” enunciados por Hobbes y David Hume. La solidaridad debe ser un principio dinámico, más real que aquel de la caridad. Como en el islam, donde la función de la Zakat es la redistribución del excedente y que tiene un carácter eminentemente social. Pero algo está cambiando, se puede ver con el movimiento mundial contra la globalización, las manifestaciones que arruinaron la reunión de la OMC en Seattle y la del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional en Praga. Estos son tiempos de cambio. Las fuerzas progresistas en Africa, en el mundo árabe y en los países del Sur deben conectarse y trabajar juntos con los europeos y Occidente. PB: ¿Cómo ve el rol de EEUU? ABB: Me preocupa mucho como ha convertido al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en un Consejo de Guerra. Las sanciones contra civiles en Cuba, Irak y Libia deben ser eliminadas, de la misma manera que se elimina la viruela y la poliomielitis. Estados Unidos controla las Naciones Unidas donde 5 países tienen el derecho de votar contra el resto. Hay que ver cómo la Guerra del Golfo afectó de una manera terrible al mundo islámico en general pero en particular al mundo árabe. Cuando Occidente lo entienda podrá encontrar las palabras justas para comunicarse con aquellos que ha humillado imitando las Cruzadas. En Irak el problema no es Saddam Hussein, sino que Occidente por la fuerza ha hecho retroceder años a una país casi post industrial, que era orgullo del pueblo islámico. Humillaron y derrotaron a un pueblo muy serio y honesto. Y con el bloqueo firmaron una sentencia de muerte a los más débiles, los pobres y los niños.
PB: Usted hizo mención al bloqueo que todavía sufre Cuba y cuando se piensa en Cuba no se puede dejar de mencionar la crisis de los misiles a comienzos de los sesenta y donde usted tuvo un cierto protagonismo... ABB: Es verdad. Nosotros veníamos de obtener nuestra independencia y como Jefe de Estado yo debía participar de la sesión de las Naciones Unidas en Nueva York en septiembre de 1962 donde la bandera argelina iba a ser izada por primera vez en el edificio de las Naciones Unidas. En ese momento decidimos que después de la reunión de las Naciones Unidas yo debía visitar Cuba, y que mi visita a La Habana debía ser un acto público de solidaridad con la revolución cubana en momentos tan difíciles. En la mañana del 15 de octubre fui a la Casa Blanca invitado por el presidente John F. Kennedy y tuvimos una discusión franca y acalorada sobre Cuba. Kennedy trató de convencerme de que no viajara a Cuba directamente desde Nueva York. Incluso me sugirió que el avión cubano que me trasladaría podría ser blanco de un ataque de la oposición cubana de Miami. A esas amenazas veladas respondí que yo era un felaj que no se dejaba intimidar por ningún harkis , fuera argelino o cubano... PB: ¿Cómo ve hoy la relación entre política e islam? ABB: Mire, yo son un islamista. Antes que argelino soy islamista y pan-arabista. Occidente trató de destruir nuestra cultura árabe e islámica. Somos muy conscientes de esto, por eso es que el islam es esencial para nuestra identidad. Por otra parte condeno la violencia que hoy daña a Argelia y los argelinos. Nosotros luchábamos contra el poder colonial de Francia, tomamos las armas para liberar nuestro país, no para resolver viejas disputas. El militantismo islámico es el resultado de una falsa interpretación del islam, y tal vez haya que responsabilizar a los gobiernos que no le explican a los jóvenes la verdadera dimensión espiritual del islam. Yo veo que en el futuro tendremos un Argelia islámico, pero bajo el reino de la shura , o la consulta de la población, lo que es más conocido como democracia. El problema no es la utilización del velo o la prohibición de las antenas satelitales; el verdadero problema es la corrupción, la burocracia y la falta de vivienda para la gente. También lo cultural es fundamental. Fíjese que siempre se ha hablado de “desarrollo” o del “Producto Bruto Interno”, pero el desarrollo verdadero es el coloca al hombre en el centro. ¿Qué significado tiene el PBI si deja de lado al hombre y su espíritu que es la poesía, la literatura, la música y el rezo? La revolución que comenzó en 1954 se inscribe en este movimiento permanente porque fue el rechazo de un pueblo a someterse a la fuerza brutal y asesina de un colonialismo poderoso, recubierto de ciencia y tecnología El pueblo argelino tuvo que luchar hasta límites físicos y morales extremos, y el factor que lo impulsó fue el islam, ya que allí se anclaron las motivaciones profundas El islam es nuestro santuario. Cuando hay que realizar un esfuerzo supremo, cuando el muro de las certezas se derrumba, cuando sobre nosotros llueven los golpes y nuestra existencia está siendo amenazada es cuando miramos hacia ese santuario, buscamos refugio para tomar aliento y para continuar con el combate.
Mas info en: http://pedrobrieger.blogspot.com.ar/2012/04/entrevista-ben-bella.html http://pedrobrieger.blogspot.com.ar/
http://www.pedrobrieger.com.ar/
Murió Ben Bella, el primer Presidente de la Argelia independiente (+ Video)
El expresidente argelino Ahmed Ben Bella falleció hoy en Argel a los 96 años de edad, informó la Agencia de Prensa Argelina (APS). En un escueto despacho que cita a “uno de sus allegados”, la APS recuerda que en los últimos meses el exmandatario había sido internado en dos ocasiones en el hospital militar de Ain Naadja debido a una enfermedad que se abstiene de especificar. Ben Bella fue el primer presidente de la República Argelina Democrática y Popular, surgida tras las conversaciones del Frente de Liberación Nacional y las autoridades coloniales francesas que se vieron obligadas a sentarse a la mesa de negociaciones después de una cruenta guerra que dejó millones de muertos. Cálculos de estudiosos estiman que el 15 por ciento de la población argelina fue masacrada por el ejército francés, negado a abandonar sus posesiones coloniales después de la derrota sufrida en Dien Bien Phu, la cual dio lugar a la creación de la República Socialista de Viet Nam (norte). Asimismo, los independentistas argelinos enfrentaron con éxito un complot de propietarios ultraderechistas franceses y sectores del ejército galo acantonados en el país norafricano los cuales, agrupados en la llamada Organización del Ejército Secreto, pretendieron perpetuar la dominación colonial. http://www.cubadebate.cu/noticias/2012/04/11/murio-ben-bella-el-primer-presidente-de-argelia-video/
DICE CLARIN.COM
Murió Ben Bella, héroe de la cruenta guerra de independencia en Argelia Tenía 95 años. Lideró el movimiento que luchó desde 1954 para liberarse de Francia. UNA IMAGEN HISTÓRICA. ERNESTO CHE GUEVARA JUNTO A AHMED BEN BELLA, EN EL AEROPUERTO DE ARGELIA, EN 1964. En su casa de Argel, murió ayer Ahmed Ben Bella, el apasionado revolucionario de la Argelia rebelde, el carismático líder del movimiento que le arrebató a la poderosa Francia su colonia predilecta. Aunque apenas fueron tres años de mandato, pasó a la historia como el primer presidente de la Argelia independiente. Tenía 95 años y había pasado gran parte de su vida preso o exiliado. El legendario periodista Ryszard Kapuscinski, quien vivió el turbulento período de la revolución argelina, trazó un claro perfil de su temperamento: “Tenía una naturaleza inconstante. Todo en él era líquido, mal coordinado, contradictorio. Era como una fuerza hirviente, electrizada, imposible de contener en ningún cauce. Fácilmente, y de un momento a otro, Ben Bella cambiaba de humor. Impulsivo, impetuoso, agitado por pasiones. Impaciente. Fue su impaciencia la que lo llevó al fracaso”. Ben Bella nació en la profunda Argelia colonial, marcada por la opresión que los franceses le imprimieron durante 130 años. Hijo de campesinos, se crió en una aldea del noroeste, en la frontera con Marruecos, junto a siete hermanos. Temprano se volcó a la acción: con sólo 17 años se unió al Partido del Pueblo Argelino (PPA). Nunca más dejó la política. Convocado por ley al servicio militar francés, combatió en la II Guerra Mundial como integrante de la infantería. Al regresar a su país, la lucha fue otra. Desde 1954 participó activamente para organizar el famoso Frente de Liberación Nacional (FLN), que enloqueció de ira a Francia. Luego, como jefe del FLN, eludió varias veces los atentados de la inteligencia francesa. Cuando cayó, pasó largos años en prisión. Fue liberado como parte de los acuerdos de Evian, que otorgaron la independencia a Argelia en marzo de 1962. Al año siguiente, en elecciones libres, se convirtió en presidente por una mayoría esperanzada. Intentó aplicar una política de corte socialista, pero alejada del comunismo imperante en Rusia o China . Se lo consideró un tercermundista, más ligado a pragmáticos como el egipcio Gamal Nasser. Pero el país estaba devastado por una guerra de liberación de más de siete años. Fiel a sus ideas, Ben Bella nacionalizó varios sectores económicos, instauró la medicina gratuita y la escolarización obligatoria. Pero cometió errores y el modelo económico no funcionó, se vino a pique la producción. Las luchas internas aparecieron con toda su crueldad. Siempre fue humilde. Incluso como presidente él mismo manejaba su viejo Peugeot 404. Pero había adquirido un autoritarismo irritante hasta para sus seguidores . Manejaba el gobierno, la economía y las Fuerzas Armadas. También era el secretario general del FLN, al que había convertido en el único partido legal. Se volvió autocrático y personalista, quitándole democracia al país. Una madrugada de junio de 1965, el coronel Hoari Bumedien, que había sido su mano ejecutora, se puso a la cabeza del “Consejo de la Revolución” y destituyó a Ben Bella. El hombre que había luchado por la liberación colonial volvió a la cárcel, pero ahora en manos de sus propios compatriotas. Pasó 14 años recluido. Cuando lo liberaron, partió al exilio. Volvió en la década del 90, con la victoria del Frente Islámico de Salvación. Convertido en un pacifista, en los últimos años intentó encontrar una salida a la crisis de Argelia y las luchas internas. No
pudo, la muerte lo encontró antes
.
DICE WIKIPEDIA: Ahmed Ben Bella (Maghniyah, Orán, Argelia, 25 de diciembre de 1916 - Argel, Argelia 11 de abril de 2012)1 fue un político argelino. Fue el primer presidente de la República Argelina Democrática y Popular tras su independencia en 1962 El origen de un símbolo Ahmed Ben Bella, hijo de Embarek Ben Madjoub, de nacionalidad marroquí, nació en Maghniyah, Provincia de Tlemcen, antiguo departamento de Orán, cerca de la frontera con Marruecos, el 25 de diciembre de 1916, si bien otras fuentes fechan su nacimiento el 5 de julio de 1918 y otras distintas en 1919. Sus padres eran campesinos y poseían una pequeña porción de tierra en su localidad natal. Tuvo siete hermanos más, cinco varones y dos mujeres. Cursó estudios secundarios en Tlemcen. Con 17 años, se afilió al Partido del Pueblo Argelino (PPA) de Messali Hadj. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue llamado a hacer el servicio militar en el ejército francés, donde alcanzó, en 1940, el grado de sargento en el 141º Regimiento de Infantería Alpina, en Marsella. Ganó la Cruz de Guerra por derribar un stuka en el puerto de la ciudad. En 1944, cuando estaba encuadrado en el 5º Regimiento de Cazadores marroquíes, se le menciona cuatro veces, incluyendo dos de ellas en la orden del ejército, y el general De Gaulle le impuso en persona la Medalla Militar como premio a su trayectoria durante la Campaña de Italia, donde participó en batallas como Monte Cassino y la liberación de Roma, y durante las campañas de Francia y Alemania en el I ejército del general De Lattre. Al finalizar la contienda, en mayo de 1945, unas manifestaciones a favor de la independencia de Argelia degeneraron en graves tumultos en la ciudad argelina de Sétif tras el asesinato de un joven manifestante por un policía. Varios miles de amotinados masacraron a un centenar de colonos franceses en pocos días. La violenta represión llevada a cabo en los días siguientes por el ejército francés (1.500 muertos según cifras de la administración francesa, pero otras fuentes afirman que habrían sido 4 o 5 veces más) hicieron comprender a los excombatientes argelinos de la Segunda Guerra Mundial, como Ben Bella, que la participación de las colonias en la lucha contra el nazismo no iba a ser recompensada con su emancipación. Dirigente de la guerra de liberación argelina De vuelta a Argelia, Ben Bella retoma su militancia en el seno del PPA en Maghnia, donde consigue que los argelinos puedan participar en la administración municipal. En 1946 es elegido miembro del consejo municipal y se vuelca en el aprovisionamiento de los habitantes, lo que le gana el favor de la población. Pasa a incorporarse al Movimiento para el Triunfo de las Libertades Democráticas (MTLD), partido que nace de una escisión del PPA, donde en 1947 colabora, al lado de Hocine Aït Ahmed, en la creación de un grupo dedicado a la lucha armada contra los franceses para lograr la independencia de Argelia: la Organización Especial (OS). Llega a ser nombrado responsable de organización en la región de Orán. Aït Ahmed le impone en 1949 de la organización y ejecución del ataque contra la Central de Correos de Orán, al objeto de recaudar fondos para la organización, en abril de 1949. Detenido por las autoridades francesas en Argel en marzo de 1950 por ese sonado atraco, es condenado durante un dramático juicio, a ocho años de cárcel y es confinado en la prisión militar de Blida, ubicada 50 Km al sur de Argel, de donde se evade en 1952. Consiguió llegar a Marsella y después a París, donde se esconde en un ático de la calle Rochechouart. Luego, a través de Suiza, llega a El Cairo, Egipto, donde reconstituye la OS con ayuda del coronel Nasser. Debido a las disensiones interiores del MLTD, los miembros de la OS en El Cairo deciden pasar a la acción directa. La debacle francesa en Dien Bien Phu (Indochina) y la autonomía concedida a Tunicia refuerzan sus esperanzas. Ben Bella es uno de los nueve jefes históricos que organizan en el seno del Comité Revolucionario de Unión y Acción (CRUA) el levantamiento argelino del 1 de noviembre de 1954 contra la presencia colonial francesa. Es también uno de los fundadores del FLN, el Frente de Liberación Nacional, del que pronto aparece como su máximo jefe. Responsable del aprovisionamiento en armas del pequeño ejército que han creado, la ALN (Armée de libération nationale), realiza numerosos viajes entre Marruecos, Egipto, España e Italia, y escapa con suerte de varios atentados dirigidos por los servicios secretos franceses, siendo considerado uno de los dirigentes de la Revolución argelina. El 22 de octubre de 1956, el ejército francés desvía y captura el avión civil marroquí a bordo del que viaja, rumbo a Túnez, y es detenido de nuevo junto con sus compañeros Mohamed Khider, Mostefa Lacheraf, Mohammed Boudiaf y Hocine Aït Ahmed. Todos fueron encarcelados en Francia durante 6 años, hasta 1962. Ben Bella fue confinado en la prisión de La Santé (París), luego en el penal de la isla de Aix y para terminar en la cárcel del castillo de Turquant. Durante su cautiverio su prestigió fue aumentando, mientras que el de las autoridades francesas se veía seriamente mermado, en particular debido a acciones fracasadas como la intervención franco-británica en el canal de Suez. En 1958 Ben bella fue nombrado vicepresidente del primer Gobierno Provisional de la República Argelina (GPRA). Fue liberado como parte de las condiciones de los Acuerdos de Evian, que otorgaron la independencia a Argelia el 19 de marzo de 1962.
Primera figura de la Argelia independiente En marzo de ese año, Ben Bella era muy consciente de sus limitaciones dentro de la propia Argelia y al mismo tiempo de su imagen internacional. Su primer viaje, antes de regresar a su país, fue a Marruecos, Túnez y Egipto para testimoniar su vocación magrebí. Defensor a ultranza de las tesis defendidas en el pasado, y más tarde por la Unión Nacional de Fuerzas Populares marroquíes (escisión del Istiqlal), que estimaban que la explotación en común de los recursos minerales de Gara Djebilet terminaría con toda querella a propósito de las fronteras heredadas de la colonización. Esta cooperación no era nueva para Ben Bella ni para el FLN. Ya, en septiembre de 1953 el líder marroquí Allal el Fassi y el del FLN, Mohamed Jider, habían anunciado la creación de sendos ejércitos de liberación del Rif y Orán. En abril de 1958 la conferencia de Tánger reunía a representantes del partido Neo Destur, de Habib Burguiba del FLN y del Istiqlal. Después de la independencia de Argelia, el 1 de julio de 1962, estalló una crisis de dirección en el FLN, que al cabo de unos días terminó con la creación de un gobierno de coalición de facto, en el que Ferhat Abbas y Ahmed Ben Bella representaban las dos alas opuestas del moderantismo y de la revolución popular. La lucha militar entre estas dos tendencias en el seno de la coalición llevó al fortalecimiento del ala de Ben Bella, que el 10 de septiembre entró triunfalmente en Argel mientras el ALN tomaba el control de todo el país. Aquella victoria condujo a la promulgación de los decretos de marzo de 1963 y a la eliminación sucesiva del gobierno de Mohammed Khider, Ferhat Abbas y otros dirigentes moderados, aunque quedan algunos elementos de estos en el gobierno. Estos cambios significaron el fin de la coalición y el establecimiento de un gobierno de trabajadores y campesinos. Pero el Gobierno Provisional de la República de Argelia (GRPA) recibió un país sin tradición estatal y destrozado por una larga y cruel guerra de liberación. Después del citado período de enfrentamientos, el 29 de septiembre, Ben Bella era investido como presidente del gobierno por la Asamblea Nacional tras derrotar en las elecciones a su rival al poder, Yusuf Ben Jedda. Siendo también nombrado, ese mismo año, jefe del partido único, el FLN. Un año más tarde (1963), era elegido presidente de la República con casi seis millones de votos. Dos días antes, el 8 de septiembre de 1963, se había aprobado en referéndum la Constitución que instauraba un régimen de partido único. El presidente Ben Bella recibió el apoyo mayoritario del pueblo dispuesto a “combatir” unos años más para edificar un país moderno y desarrollado. En este modelo, los derechos y la estructuración de una sociedad civil son tan poco relevantes que, suspendida la primera constitución por Ben Bella en 1963, no se volverá a elaborar otra hasta 1976. La primera Constitución estableció una forma presidencialista de gobierno. El único obstáculo a los poderes del presidente venía dado por el voto de censura de los dos tercios de la Asamblea Nacional. Con tal autoridad sin prácticamente restricciones, Ben Bella, convertido en máximo mandatario, y gracias a su prestigio personal, pasó a estar cada vez más preocupado por el liderazgo de las naciones del Tercer Mundo, al mismo tiempo que le criticaban de ser en un gobernante cada vez más autocrático. El socialismo argelino Las líneas maestras del programa que Ben Bella quería desarrollar y que pese a su posterior derrocamiento siguió llevandose a cabo hasta 1976, se basaban en la nacionalización de los diferentes sectores de la economía. Sin embargo, el régimen argelino rechazó oficialmente el marxismo y el modelo comunista, optando por un modelo económico basado en la autogestión. Se decretó la gestión socialista de las empresas y la Revolución Agraria, se instauró la medicina gratuita, la escolarización obligatoria y la arabización de la enseñanza. Se nacionalizaron los servicios públicos y las tierras y empresas de los colonos franceses que habían abandonado el país. Es obvio que muchas de estas medidas tuvieron un carácter positivo y contribuyeron decisivamente a mejorar el nivel de vida de la población, pero la prioridad de las denominadas “industrias industrializantes”, es decir, la industria pesada, en detrimento de la agricultura y de la producción de bienes de consumo, comportó a la larga la descapitalización de la agricultura, el retroceso de la producción agraria y la caída de la productividad industrial, carcomida por la burocratización, la lentitud administrativa, la falta de coordinación y de recambios industriales, el gigantismo empresarial y los “milagros estadísticos”. En definitiva, el modelo de desarrollo económico adoptado dio muy pronto alarmantes síntomas de agotamiento. En materia de política internacional y dado el cariz socialista de la revolución argelina, el Presidente Ben Bella, en uno de sus primeros actos como Jefe del Gobierno establece relaciones diplomáticas con Cuba, Yugoslavia, China, la Unión Soviética y otros estados comunistas, lo cual crea posibilidades de recibir una ayuda sustancial de estas fuentes. Por otra parte, la postura activa del gobierno apoyando la revolución colonial en países tales como Angola y Sudáfrica, escenifica la exportación del modelo de revolución argelino. Cuidó sus relaciones con Francia, a la que aseguró los suministros en gas y en petróleo, con Estados Unidos (se reunió con el presidente Kennedy en 1962), pero las relaciones con sus vecinos, Tunicia y Marruecos, se mantuvieron muy tensas. Argelia se mostró solidaria con el mundo árabe y apoyó al pueblo palestino en contra de Israel, así como al régimen de Nasser en Egipto. Ben Bella se convirtió rápidamente en uno de los líderes del llamado tercer bloque de países no alineados, y en defensor y protector de los movimientos revolucionarios africanos. Así mismo, en el aspecto militar, Ben Bella tenía oportunidades excelentes de cobrar fuerza contra el imperialismo. Egipto, los países de Europa oriental y la Unión Soviética pusieron armas a su disposición. Cuba, cuyo presidente Fidel Castro tenía una excelente relación personal con el líder argelino, apoyó al líder argelino. Caída y confinamiento político Sin embargo, apenas tuvo tiempo de poner a prueba su programa de modernización del país sobre un molde socialista y nacionalista, pues su personalismo y su liderazgo indiscutible durante la lucha de independencia pronto provocó descontentos en el seno de su propio partido, y se enfrentó a una creciente oposición durante el ejercicio del poder, tanto en el Gobierno como en el Frente de Liberación Nacional. La oposición se fortaleció en torno a líderes históricos como Khider, Boudiaf, Ferrhat Abbas y Aït Ahmed que incitaron a Kabilia a sublevarse y mantener una guerra de guerilla. Ben Bella tuvo que reprimir en julio de 1964 una revuelta en Biskra, dirigida por el coronel Chaabani que fue condenado a muerte. Todo esto desembocó en el golpe de Estado del coronel Houari Boumedienne, Jefe de Estado Mayor del ejército argelino, el 19 de junio de 1965. Aparte del carácter autocrático y personalista del Gobierno de Ben Bella, las causas del Golpe de Estado pueden encontrarse en la situación política que se vivía en ese momento, caracterizada por las continuas confrontaciones internas del FLN y las presiones exteriores, principalmente por la problemática definición de las fronteras del país y la guerra de las arenas con Marruecos, provocada también por problemas fronterizos y en la cual países como Francia y EE. UU. apoyaban a Marruecos para que Argelia abandonara la zona en disputa (Tinduf y Béchar). El 18 de junio de 1965 el ejército argelino fue colocado en estado de alerta. El coronel Tahar Zbiri, nombrado recientemente jefe del Estado Mayor por Ahmed Ben Bella, había pactado secretamente con Houari Boumedienne. Ese día, Zbiri dirigió las operaciones que terminarían abruptamente con el mandato del primer presidente de Argelia independiente. El coronel Ahmed Draïa, comandante de las Compañías Nacionales de Seguridad (CNS) retiró a los guardas del CNS que custodiaban la «Villa Joly», residencia de Ben Bella, y permitió que éstos fuesen sustituidos por hombres de la seguridad militar. Ben Bella, que acababa de regresar de una gira por el interior del país, terminó aquel 18 de junio convertido en prisionero de sus antiguos compañeros, sin que hubiese sido necesario disparar ni un solo tiro. Ahmed Medeghri, Abdelaziz Bouteflika, Tahar Zbiri, Ahmed Draïa, Kald Ahmed y Salah Yahiaui eran los hombres del poderoso grupo de Boumedienne que habían decidido acabar con Ben Bella antes de que éste adquiriese la suficiente base como para hacer imposible su derrocamiento, destituyéndolo de la dirección de un Estado que sobrevivía gracias al consenso que generaban el ejército y la idea de construir un estado nacionalista árabe y socialista a partir de políticas populistas y dirigidas a favorecer el desarrollo. La figura de Boumedienne era ya omnipotente cuando Ben Bella se convirtió en presidente de la República de Argelia. Esto puede verse claramente en la formación del primer gobierno, el 26 de septiembre de 1962, cuando la composición de este no impide que el ejército tenga el control sobre toda la maquinaria del Estado. Lo que suponen, por otra parte, las bases de los elementos del golpe de estado de 19 de junio de 1965. Ben Bella no puede realmente intentar reducir el poder de los jefes militares. Tal vez porque era la única organización capaz de superar los regionalismos, forjar el Estado a su propia imagen, centralizar y priorizar, vigilar las corrientes sociales e ideológicas, lejos de hacer la ley. Parece históricamente confirmado que en las discusiones que surgieron en el liderazgo argelino en los días que siguieron al derrocamiento de Ben Bella se llegó a proponer su liquidación física como una necesidad para acabar a la vez con el hombre y sobre todo con el símbolo. Parece también históricamente probado que el ex presidente debe su vida precisamente a Houari Boumedienne. A lo largo de la década siguiente, se llevó a cabo una persecución política tanto dentro de Argelia como en el extranjero de los partidarios de Ben Bella. En 1971, mientras se encuentra confinado en Chateau Holden, nombre inglés del lugar donde permanecía arrestado, por referencia a los colonos de esa nacionalidad que habían construido la casa, una construcción muy aislada, cerca de Douera, unos veinte kilómetros al sur de Argel, acuerda su matrimonio con la periodista Zohra Sellami, quien lo criticó con dureza cuando él estaba en el poder. Se conocieron en prisión, cuando ella fue por petición de la madre de Ahmed Ben Bella, y se casaron después del tercer encuentro. Zohra se mudó a vivir con él a la cárcel. Ben Bella y Zohra no podían tener descendencia por lo que adoptaron dos niñas, Mehdia y Nouria (y más tarde un niño, Ali), quienes compartieron confinamiento con sus padres, durante siete años. Regreso a la actividad política Las condiciones de vida mejoran poco a poco, principalmente desde la muerte de Boumedienne a finales de 1978. En 1979 fue acogido durante un tiempo por la AIE en España. Seis meses después se le transfiere junto a su familia, bajo arresto domiciliario, a la localidad de M'Sila, en el sur de Argelia. En abril de 1981, tras otros dieciocho meses, en lo que se considera un periodo de prueba para ver como Ben Bella se comporta tras su nueva situación, el Presidente Chadli (quien sustituyo a Boumedienne) le asigna una pensión de 12.000 dinares (4.000 francos francés) y un chalet en Alger-Bologhine. En septiembre, es autorizado a realizar peregrinación a la Meca, y luego un viaje a los Estados Unidos, donde visita las reservas de los indígenas americanos. Tras esto decide no regresar a Argelia y rompe el silencio, empezando por los abusos y los males que ha producido en Argelia el régimen del FLN como partido único ("El partido único es un mal"), la corrupción y la mala gestión. En octubre de 1980, se exilió en Ginebra, Suiza. Desde allí creó el Movimiento Democracia para Argelia (MDA), que no fue legalizado hasta 1990. Ese año volvió a su país para participar de las primeras elecciones en Argelia, tras la descomposición del régimen de partido único, y participar en la política como uno de los líderes de la oposición. Finalmente su partido no se presentó a las elecciones, ganadas por el entonces gobernante Frente Islámico de Salvación (FIS). Lo que siguió fue una época de absoluto terror que lleno el país de caos y sangre. De revolucionario a pacifista En 1981 es nombrado Presidente de la Comisión Islámica Internacional de Derechos Humanos. A partir de ese momento y hasta el año 2003, cuando fue elegido presidente de la Campaña Internacional contra la Agresión en Irak en la Conferencia de El Cairo, Ben Bella quedó al margen de la política. En 1983, con ya sesenta y siete años, veintidós de los cuales ha estado en distintas prisiones, Ahmed Ben Bella no solamente critica abiertamente al régimen del Presidente Chadli Bendjedid, habla también sobre la corrupción y el mal gobierno y va mas allá de las fronteras de su país natal para examinar las formas de gobiernos y las actitudes de estos en la mayoría de los países pobres. También deplora la forma en que se llevó a cabo el diálogo entre el Norte y el Sur. En 1992, el ejército impulsó un nuevo golpe de Estado y Argelia inició una década de guerra civil entre el poder militar y los movimientos islámicos radicales. Desde entonces, el nacionalista que antes había tomado las armas para defender a su país, se convirtió en un líder pacifista internacional que vivió en distintos lugares del mundo, pero manifestándose contra el imperialismo. "Soy el mismo que combatió al colonialismo francés", dijo hace unos años en Caracas, donde fue invitado a participar del Encuentro Mundial de Artistas e Intelectuales en Defensa de la Humanidad.
Rebelion.org Agencias /Voltaire
El expresidente argelino Ahmed Ben Bella, el primer jefe de Estado del país tras la independencia, ha fallecido en su domicilio de Argel a los 96 años de edad, según han revelado este miércoles fuentes próximas al antiguo mandatario a la agencia oficial APS. Nacido en la ciudad argelina de Marnia, el 25 de diciembre de 1916 y maestro de formación, se inició en la política en 1945, cuando fue designado alcalde de su localidad natal. Cuatro años más tarde concentraría sus esfuerzos en la lucha anticolonialista contra Francia y participaría en la fundación del Frente de Liberación Nacional (FLN), que en 1962 y tras casi ocho años de lucha armada, forzó la renuncia de París a continuar ocupando el territorio argelino. Detenido en varias ocasiones por las autoridades coloniales, fue liberado definitivamente después de la firma del alto el fuego entre Francia y el FLN, el 18 de marzo de 1962. Tras ser nombrado vicepresidente del Gobierno argelino, en agosto de 1962, un mes después de la declaración de independencia del país, regresó a Argelia de su exilio en Túnez para dirigir los designios de sus compatriotas. Ben Bella, que se adhirió a las políticas socialistas e implementó importantes programas de reforma agraria, consiguió la entrada de Argelia en Naciones Unidas y fue uno de los principales promotores del Movimiento de los No Alineados. Finalmente, fue derrocado por un golpe de Estado militar en 1965 y permaneció bajo arresto domiciliario hasta 1980. Rebelión recupera la extraordinaria entrevista realizada por Silvia Cattori para la Red Voltaire en 2006, como parte de su legado por un mundo y una África más justos (Traducida para Rebelión por Rocío Anguiano y Guillermo F. Parodi) Mientras que un malsano debate sobre los aspectos positivos de la colonización y la responsabilidad de los árabes en el estancamiento de sus sociedades tiene lugar en Francia, el presidente Ahmed Ben Bella recuerda varias verdades históricas: el carácter ilegítimo del dominio de un pueblo sobre otro -ya sea sobre la Argelia de ayer o la Palestina de hoy-, la realidad mundial -no la realidad árabe- de la colonización y de las luchas de liberación nacional, la injerencia occidental a favor del derrocamiento de los gobiernos nacionalistas y revolucionarios del Sur y el manteniendo de las secuelas de la colonización. Y subraya que, hoy día, es el fundamentalismo evangélico el que exporta la violencia. Ahmed Ben Bella es una de las más encumbradas figuras del nacionalismo árabe. Fue uno de los nueve miembros del Comité Revolucionario Argelino que dio lugar a la creación del Frente de Liberación Nacional (FLN). Logra escaparse después de ser arrestado, en 1952, por los ocupantes franceses. Hecho prisionero nuevamente en 1956, junto a otros cinco compañeros de lucha, es encarcelado en la prisión de la Santé, en Francia, hasta 1952. Después de la firma de los acuerdos de Evian, se convierte en el primer presidente electo de la Argelia independiente. En el plano doméstico, aplica una política socialista que se caracteriza por un vasto programa de reforma agraria. En el plano internacional, incorpora Argelia a la ONU y la incluye en el Movimiento de Países No Alineados. Su creciente influencia en la lucha contra el imperialismo lleva a las grandes potencias a favorecer su derrocamiento mediante un golpe de Estado militar. Se le impone arresto domiciliario de 1965 a 1980. Desde entonces se mantuvo al margen de los asuntos internos de su país pero sigue desempeñando un papel internacional, por ejemplo como presidente de la Campaña Internacional contra la Agresión a Irak. Protagonista de virajes de la historia, Ahmed Ben Bella responde a las interrogantes de Silvia Cattori en entrevista para la Red Voltaire. Silvia Cattori: ¿Reside usted en Suiza cuando no está de viaje? Ahmed Ben Bella: No, vivo en Argelia pero vengo a menudo a Suiza. Viví diez años aquí, luego de mis problemas con el poder de los militares argelinos. En Argelia me persiguen los periodistas. Así que cuando necesito un poco de descanso y de distancia en cuanto a lo que allá sucede, vengo aquí donde sigo teniendo un pequeño apartamento. ¡Tengo 90 años! S.C.- ¡Parece un muchacho! ¿Sabe usted, señor Ben Bella, que ha dejado una imagen muy bella en el corazón de la gente de todo el mundo? Ahmed Ben Bella: (Se ríe) Tuve una vida un poco especial. Participé en la liberación de mi país. Estuve entre los organizadores de la lucha de liberación allí. También participé de forma activa en todas las luchas de liberación. S.C.- Usted es de origen árabe marroquí. ¿Qué vínculo mantiene con sus raíces rurales? Ahmed Ben Bella: Sí, soy argelino de origen marroquí debido a mis padres. Pero mi vida es Argelia. Allí nací. Soy hijo de campesinos pobres que vinieron a vivir a Argelia siendo muy jóvenes. No fue hasta hace poco que conocí el lugar donde nacieron, en los alrededores de la ciudad de Marrakech. S.C.- Mientras venía a verlo, me daba la impresión de venir a un encuentro con los pueblos y las causas por los cuales ha luchado usted a lo largo de su vida. Es muy emocionante conversar aquí de su lucha por un mundo más humano, más justo. ¿No encarna usted todo eso? Ahmed Ben Bella: Sí, mi vida es una vida de lucha. Puedo decir que esa lucha no ha cesado ni un momento, una lucha que emprendí a los 16 años. Ahora tengo 90 y mi motivación no ha cambiado. Me anima el mismo fervor. S.C.- En 1962, usted llega a las más altas responsabilidades de la Argelia independiente. Se abre todo tipo de esperanzas. Desde la Argelia colonizada hasta su liberación, desde la arena política internacional hasta la lucha altermundista, usted ha pagado caro el precio de su negativa a someterse. Ahmed Ben Bella: Sí, pagué muy caro mi lucha por la justicia y la libertad de los pueblos. Pero hice lo que sentí que era mi deber, mi obligación. Así que no me resultó difícil escoger. Cuando me impliqué en la lucha por mi país, era muy joven. Mis horizontes se abrieron. Enseguida me di cuenta de que los problemas iban más allá de Argelia, que muchos pueblos eran víctimas de la colonización, que tres cuartas partes de los países del planeta estaban colonizados de una u otra manera. Para los franceses, Argelia era entonces un departamento de ultramar. Era Francia del otro lado del Mediterráneo. La colonización francesa en Argelia duró mucho: 132 años. Participé en aquella lucha en Argelia. Enseguida, después de la independencia, me uní a todos aquellos que, a través del mundo, luchaban también por liberar sus países. Vino entonces aquella fase de la lucha de liberación nacional en la que participé de manera total. En Túnez, en Marruecos, en Vietnam, Argelia se había convertido un poco en la madre de las luchas de liberación. Ayudarlos era para nosotros una tarea sagrada. Cuando alguien venía a pedirnos ayuda, era sagrado. Ni siquiera lo pensábamos. Los ayudábamos, aún cuando nosotros mismos teníamos pocos medios. Les ofrecíamos armas, un poco de dinero y, de ser posible, hombres. S.C.- En 1965, no son los franceses quienes lo encarcelan a usted sino sus compañeros de armas. ¿Qué siente usted hoy hacia aquellos que le cerraron de pronto el camino? Ahmed Ben Bella: No siento desprecio. No siento odio. Pienso que participaron en algo que no fue muy limpio y que fue muy perjudicial, no sólo para el pueblo argelino sino también para los demás pueblos que contaban con nuestro apoyo en aquel entonces. Mi lucha por mejorar las condiciones de vida de los argelinos, inmersos entonces en una gran miseria, y mi lucha por ayudar los otros pueblos aún colonizados a recobrar su libertad molestaba mucho a ciertos poderes. Desde su punto vista, yo iba demasiado lejos. Tenía que desaparecer. Lo que quiere decir que si el ejército argelino no me hubiese derrocado, otros lo habrían hecho. Yo tenía que desaparecer porque molestaba demasiado. Le proporcionaba abrigo a prácticamente todos los movimientos de liberación, incluyendo los que venían de América Latina. S.C.- ¿Ya estaba en contacto con Fidel Castro? Ahmed Ben Bella: Sí. El Che había venido a Argel a entregarme el mensaje de Fidel Castro, con quien ya me había reunido dos veces. Nos pedía apoyo para las luchas que se desarrollaban en Sudamérica, ya que Cuba no podía hacerlo debido al control de Estados Unidos, que ocupaba la base de Guantánamo. Así que nada podía salir de Cuba, ni una caja de fósforos, sin que lo supiera Estados Unidos. No vacilé un segundo. Fue desde Argelia, y con la participación del Che, que se quedó seis meses en nuestro país, que se creó el Estado Mayor del ejército de liberación de Sudamérica. Hoy puedo decirlo: todos los combatientes que participaban en la lucha de liberación en Sudamérica estuvieron en Argelia. De allí partieron todos los que luchaban. Los entrenamos, nos las arreglamos para hacerles llegar las armas, creamos redes. Ahmed Ben Bella recibe a Ernesto Che Guevara, Argel, 1963. S.C.- ¿En qué año vino el Che Guevara a Argelia? Ahmed Ben Bella: El Che vino en 1963, poco después de mi llegada al poder. Con mi gobierno nos comprometimos a aportar nuestra ayuda a las luchas de liberación nacional. En aquel momento, numerosos países estaban colonizados aún o salían apenas de la colonización. Prácticamente África entera estaba en esa situación. Nosotros la ayudamos. Mandela y Amílcar Cabral también estuvieron en Argelia. Yo los entrené. Después se fueron a llevar la lucha de liberación a sus países. En el caso de otros movimientos, que no estaban inmersos en la lucha armada o que necesitaban solamente apoyo político, como en Malí, los ayudábamos en otros aspectos. S.C.- ¿Quién lo apartó a usted del poder en 1965? ¿El ejército argelino o fuerzas exteriores? Ahmed Ben Bella: Estoy seguro que hubo, indirectamente, una intervención de potencias extranjeras. Hemos visto en otras partes los mismos mecanismos. Dondequiera que triunfaron las luchas de liberación nacional se produjeron, luego de la constitución del poder, golpes de Estado militares que derrocaron a sus dirigentes. Ha ocurrido muchas veces. En dos años hubo 22 golpes de Estado militares, principalmente en África y en el Tercer Mundo. El golpe de Estado de Argel, en 1965, fue el que abrió la vía. Argelia no fue, por tanto, más que el principio de algo que estaba en ciernes. Por eso yo digo que el sistema capitalista mundial fue el que finalmente reaccionó en contra nuestra. S.C.- ¿Usted es marxista? Ahmed Ben Bella: No soy marxista pero me sitúo resueltamente a la izquierda. Soy árabe musulmán, de orientación muy de izquierda en mi acción y mis convicciones. Por eso, aunque no comparta la doctrina marxista, estuve siempre del lado de todos los movimientos de izquierda del mundo y de los países socialistas que, como Cuba, China y la URSS, emprendieron la lucha anticolonialista y antiimperialista. Con ellos fue que constituimos un frente de liberación y aportamos nuestro apoyo logístico a los ejércitos populares para ayudar a sus países a salir del colonialismo e instaurar un régimen interior nacional. Era la fase de liquidación del colonialismo. El colonialismo es una idea nacida en Occidente que llevó a los países occidentales -como Francia, Italia, Bélgica, Gran Bretaña- a ocupar países fuera del continente europeo. Un colonialismo en su forma primitiva, o sea mediante la instalación en los países ocupados de poderes extranjeros represivos con un ejército, servicios, policías. Esa fase se caracterizó por ocupaciones coloniales crueles que duraron hasta 300 años
en Indonesia.
S.C.- Después de esa fase, ¿no se mantuvo usted en el Movimiento de Países No Alineados? Ahmed Ben Bella: Ya no hay países no alineados. Aquel movimiento fue creado por hombres de gran envergadura, como Nehru, Mao Tsé-Tung, Nasser y otros grandes nombres, en una época en que existía sobre todo un peligro de guerra atómica. Era el enfrentamiento entre la URSS y Estados Unidos. Estábamos al borde de la guerra nuclear. Los Países No Alineados desempeñaron un papel importante en impedirla. Aquel Movimiento duró cierto número de años. Pero el sistema acabó por ponerle fin. S.C.- Más tarde, ¿no desempeñó usted un papel importante en el desarrollo del movimiento altermundista? Ahmed Ben Bella: El sistema mundial que controla todo lo que hemos mencionado encontró otra forma de dominación: la «globalización». «Globalización» es de por sí una palabra muy bonita, una palabra que puede unir, traer fraternidad entre los pueblos. Sin embargo, la palabra «globalización», tal y como fue concebida, es una palabra que hace mucho daño, que ha conducido a la globalización de la miseria, de la muerte, del hambre: 35 millones de personas mueren de malnutrición cada año. Sí, sería una palabra muy bonita si se hubiese globalizado el bien, si llevara el bienestar a todos. Pero es todo lo contrario. Es una globalización perversa que globaliza el mal, globaliza la muerte, globaliza la pobreza. S.C.- ¿La globalización ha tenido sólo efectos dañinos? Ahmed Ben Bella: La única ventaja que hemos sacado de ella es que hoy estamos mejor informados que antes. Nadie puede seguir ignorando que este sistema trae la extensión del hambre. Se han creado riquezas pero son riquezas ficticias. El verdadero peso, en el plano monetario, lo tienen multinacionales como General Motors y Nestlé, lo tienen grandes grupos industriales más que grandes países como Egipto. ¡Si nos basamos en sus ganancias, General Motors, por ejemplo, es cuatro veces más rica que Egipto que es un país de 70 millones de habitantes, el país de los faraones, un país extraordinario, el más educado de los países árabes! Eso da una idea de lo que significa la palabra «globalización». Por eso combatí ese sistema que favorece grupos que representan, en el plano monetario, mucho más que un gran país y que generan tantas desigualdades. Por eso nosotros tenemos que favorecer una mejor comprensión de los problemas que otros han complicado lo más posible pero que son finalmente la expresión de una sola cosa: la instauración de un sistema inhumano. S.C.- A pesar de la voluntad claramente expresada, en 2003, de las tres cuartas partes de los países del planeta, los movimientos progresistas no lograron impedir la guerra. ¿No le parece a usted, a veces, que aquellos que se encuentran a la cabeza de esos movimientos cometieron un error, o que simplemente siguieron un camino equivocado porque no supieron identificar las verdaderas motivaciones del adversario? Ahmed Ben Bella: Yo, que soy un hombre del Sur, he comprobado que algo cambió en el Norte, algo que es muy importante señalar. Lo que cambió precisamente en esa área supuestamente adelantada del Norte, que nos hace la guerra, que nos colonizó, que nos ha hecho cosas terribles, es que hoy existe una opinión pública que se expresa, que hay jóvenes que dicen «¡basta!». Eso indica que ese sistema mundial nefasto no golpea solamente al Sur sino que también afecta al Norte. Antes se hablaba de pobreza, de miseria, solamente en el Sur. Ahora hay mucha miseria, muchos males que también causan víctimas en el Norte. Eso se ha evidenciado: este sistema mundial no está hecho para servir al bien de todos sino para servir a las empresas transnacionales. Por consiguiente, dentro de ese Norte, que tanto hemos combatido, hay ahora un movimiento, hay toda una juventud que quiere actuar, que se lanza a las calles, que protesta, aunque la izquierda no haya sabido darles a esos jóvenes que quieren cambios las llaves de la solución. Eso siempre pasa: todo movimiento comienza de esa manera. El movimiento de liberación que dirigí en Argelia, la organización que creé para combatir al ejército francés, era al principio un pequeño movimiento de nada. No éramos más que unas decenas de personas en toda Argelia, un territorio que es cinco veces el de Francia. S.C.- ¿Qué obtuvieron esas generaciones de jóvenes que pusieron tantas esperanzas en ATTAC, por ejemplo, que ahora propone «reformar la globalización»? ¿No había que rechazar el principio mismo y tomar medidas más radicales ante el carácter radical del llamado sistema liberal? Ahmed Ben Bella: La gente de izquierda, cuando llega al poder, no es distinta que la de los otros partidos. En lo tocante a Argelia, nosotros quisimos trabajar con la izquierda francesa y no conocimos peor poder que el que ejerció el Partido Socialista francés. Lo peor que nos sucedió fue con los socialistas. Ningún poder político anterior nos había combatido tan duramente como el del socialista Guy Mollet. Le estoy hablando de hechos específicos. Hablo de lo que conocí. Yo estaba a la cabeza del FLN cuando el gobierno de Guy Mollet -después de entender que Francia no podía mantenerse en Argelia- se puso en contacto con el gobierno de Gamal Abdel Nasser para que nos preguntara si estábamos dispuestos a conversar con ellos. Era lo que yo había pensado desde siempre, que algún día nos íbamos a tener que sentar alrededor de una mesa y definir el mejor modo de que Argelia se convirtiera en un país totalmente independiente. Era el objetivo que buscábamos: volver a ser libres, no vivir más bajo la férula de un sistema opresivo. Yo dije que sí, que estaba dispuesto a negociar, con la condición de que fueran ellos -los franceses- quienes lo pidieran. Exigí que las negociaciones se desarrollaran en Egipto. Las negociaciones duraron seis meses. Llegamos a una solución. Con aquel pedazo de papel en el bolsillo fui, en septiembre de 1965, a informar a Mohamed V, el rey de Marruecos. Él se había implicado en aquella lucha, nos había ayudado, incluso militarmente. Entonces, cuando íbamos para Túnez, donde pensábamos informar también a las autoridades, fuimos perseguidos por la aviación francesa. Fue el primer desvío de avión de la historia. En aquel avión estaban dos tercios de los dirigentes de la revolución argelina. Nos querían liquidar inmediatamente. Fue un milagro que escapáramos a la muerte. Le cuento eso para decirle lo que pienso de los socialistas: era Guy Mollet que, apenas terminando de firmar un compromiso, ya lo estaba traicionando. Lo mismo podría decirle del gobernador Lacoste, que también era socialista. En todo caso, era la izquierda la que nos interesaba y a su lado sigo luchando. Yo soy un hombre de izquierda. S.C.- Entonces, ¿cuando se ve al lado de los representantes de la Internacional Socialista, en las tribunas de los Foros Sociales, piensa a veces que ellos están allí principalmente por una cuestión de prestigio personal? Ahmed Ben Bella: Sí, a veces pienso que no son serios. Yo sí deseo verdaderamente cambiar el mundo. Quiero que este mundo cambie. Para cambiar las cosas necesitamos gente sincera y, sobre todo, desinteresada. S.C.- ¿Cree usted en la necesidad de un cambio? Ahmed Ben Bella: Sí, desde mi temprana juventud creo en esa necesidad. Vuelvo a lo que usted preguntaba, lo que me hace abrigar, en lo personal, cierta confianza en el futuro. Quiero hablar de lo que observo aquí, en Occidente. Estoy convencido de que el sistema liberal no tiene futuro. A esos jóvenes, a esos estudiantes de la enseñanza media que he visto lanzarse a las calles, que no tienen otra cosa que su ideal de justicia; a esos jóvenes que participan en las manifestaciones, que buscan otros valores, me gustaría decirles: «Yo empecé así, cuando tenía la edad de ustedes, con pequeños pasos. Y poco a poco me siguió todo un pueblo.» Cuando voy a manifestaciones, los observo, hablo con ellos, veo que son ellos quienes tienen las cartas en la mano. S.C.- Se plantea con insistencia la pregunta siguiente: ¿Los dirigentes de los movimientos antiimperialistas han evitado criticar a Israel, Estado ideológica y legislativamente racista que desde su creación está aplicando una limpieza étnica en Palestina? ¿Han orientado entonces mal a generaciones de jóvenes, han falseado el debate mientras que Israel se mantenía muy activo junto a Estados Unidos en el combate contra el comunismo, contra Nasser y contra el nacionalismo árabe y apoyaba regímenes horribles? Ahmed Ben Bella: Son preguntas que están sobre la mesa y son objeto de polémica. Nosotros no queremos una solidaridad falseada. No queremos un Estado que, como el de Israel, sea el instrumento preferido de este cruel sistema global que dirige Estados Unidos, país cuya política ha hecho ya tanto mal. Para nosotros, hay una doble traición. La traición, primero, de aquellos que, en el bando de la izquierda, deberían haber estado de nuestro lado, leales a la causa palestina y árabe, y no estuvieron. Esta también es la traición de todos esos judíos a los que nos sentimos próximos, con los que tenemos algún parecido, con los que vivíamos en perfecta armonía. Árabes y judíos son primos. Hablamos la misma lengua. Ellos son semitas, como nosotros. Hablan arameo y nosotros hablamos arameo. El arameo tiene varias ramas: Etiopía habla arameo, Eritrea habla arameo, la gente de confesión judía habla arameo, los árabes hablan arameo. Eso es lo que nos hace mucho daño, el sabernos traicionados por quienes tan cerca están de nosotros, por gente que son nuestros primos, que se parecen a nosotros y que hablan arameo como nosotros. Conocemos el antisemitismo porque nosotros somos semitas. A eso agrego que hasta el profeta de ellos es nuestro profeta. Moisés y Jesucristo son profetas para nosotros. Ahmed Ben Bella y Gamal Abdel Nasser S.C.- Desde el fin del multilateralismo, la ONU está bajo control de Washington y de los neoconservadores. Todo país árabe que no se somete al dictado de estos es puesto al margen de las naciones. ¿Cómo juzga usted esa situación? ¿Cómo salir de ella? Ante el enfrentamiento del unilateralismo israelí ¿no está condenado Hamas a fracasar y a renunciar a aquello por lo que lucha su pueblo desde hace 60 años? Ahmed Ben Bella: Pienso que Hamas es característico de lo que sucede entre nosotros, de esa dimensión que toma ahora una fuerte connotación religiosa, que abraza el Islam. Yo soy árabe musulmán. No quisiera vivir en un país dirigido por un integrismo islámico. Pero, y le hablo con toda franqueza, no los critico porque esa necesidad de religión ha sido creada por las distorsiones del sistema capitalista. A fuerza de hacernos daño resulta que finalmente, en vez de encontrarse ante un movimiento que reclama el carácter árabe, que abraza la cultura y se mantiene abierto, se ven ante los extremistas. Israel y Estados Unidos se encuentran ante esa dimensión. Ellos mismos provocaron esa situación. S.C.- ¿Usted no desea una respuesta religiosa? Ahmed Ben Bella: Yo soy musulmán pero no deseo que la respuesta sea religiosa. Lo que rechazo no es el hecho religioso en sí sino que se pueda hacer una lectura que no vaya en el sentido de la renovación del Islam, que se pueda hacer una lectura retrógrada del Islam cuando el Islam tiene la ventaja de creer también en dos religiones: la religión judía y la religión cristiana. Para nosotros, Mahoma es la continuidad de Jesucristo y de Moisés. S.C.- ¿Se han puesto los musulmanes a la cabeza de la resistencia anticolonial actual? ¿No tendríamos que reconocer que lo que combaten los arabo-musulmanes no son los valores de Occidente sino su política agresiva? El Hezbollah, por ejemplo, que tiene tan mala reputación entre nosotros, ¿no ha hecho acaso retroceder el imperialismo estadounidense e israelí en el Líbano? ¿No deberían los progresistas sobreponerse a sus prejuicios sobre los musulmanes, considerarlos como un elemento dinámico en la lucha contra la opresión y apoyarlos? Ahmed Ben Bella: Sí, sí. Ahí hay un problema de educación. Son aquellos que dirigen los partidos progresistas quienes tienen que responder correctamente ante determinadas situaciones. Pero, no es lo que sucede. Tenemos una bandera y un himno nacional. Lo demás son los occidentales, de las diferentes tendencias, quienes lo deciden por nosotros. Todo eso se envuelve con palabras bonitas, bajo la ayuda de organismos como el Banco Mundial y el FMI, que no son más que instrumentos de tortura que Occidente ha creado para continuar su dominación. lo cual significa que salimos de un sistema de colonialismo directo para caer en otra cosa que parece mejor pero que no lo es. Sin embargo, le repito que tengo la esperanza de que en ese Norte que nos ha hecho tanto daño esa juventud esté tomando conciencia de que esa lógica de dominación provoca más y más pobreza, tanto en el Norte como en el Sur. Aunque no sea la misma dominación que se aplica en el Sur, se trata de una situación de indigencia que no puede aceptar ningún ser libre. ¿Cuánta gente es víctima del desempleo, de la pobreza? ¿Cuántos han sido echados a la calle? Quizás sea eso lo que acabará por llevar a los pueblos del Norte a cambiar su visión de las cosas y a unirse francamente a nosotros. S.C.- No vemos hoy mucha gente protestar en Occidente contra las atrocidades cometidas en Irak, en Palestina y Afganistán. ¿No tiene usted la impresión que hay tantos prejuicios, cuidadosamente alimentados, en contra de árabes y musulmanes -incluso en el seno de las organizaciones antiguerreristas- que la posibilidad de apoyar la resistencia de ustedes les parece una idea lejana? Ahmed Ben Bella: Es cierto, los partidos de izquierda que esperábamos no han venido a nosotros. Se empecinaron en eso. Cuando se menciona el Islam, ellos hablan de Bin Laden. No me gustaría vivir en su república pero no lo critico. Cuando veo lo que hace Bush no me puedo permitir criticar a Bin Laden. Le digo a usted con toda franqueza que los ataques contra las torres de Nueva York yo no los condené. Yo condeno a Bush, condeno al gobierno estadounidense, porque considero que Bin Laden es fruto de la política de ellos. Ellos cerraron todas las puertas del diálogo a los arabo-musulmanes. Les hicieron creer, por décadas, que si hacían esto o aquello Occidente haría justicia en Palestina. Sin embargo, Israel y sus aliados no quisieron nunca la paz en nuestra tierra. Israel no ha dejado nunca de hacer la guerra y de aterrorizar a nuestros pueblos. Indirectamente Bin Laden es una creación de Bush y de Israel. Esos dos Estados siembran la muerte y el odio en el Medio Oriente y en el mundo. No nos han dejado más alternativa que la confrontación violenta. Todos esos movimientos radicales, calificados de «terroristas» e «integristas», nacieron como respuesta a los terroristas que, desde Tel Aviv y Washington, dirigen guerras de destrucción contra pueblos árabes. ¿Qué alternativa tienen esos pueblos que ellos bombardean tan salvajemente? Ante los ejércitos modernos no les queda otro recurso que sacrificar sus propias vidas en atentados suicidas. Y eso es lo que hacen. En el Corán, eso se llama «shahadah». Esa palabra expresa un recurso extremo, un estado de desesperación tal que quien lo sufre no puede seguir soportando la vida. Y se sacrifican, no en pos de una vida mejor para sí mismos sino para que al menos los suyos vivan mejor. Es el mayor sacrificio. Aquí, en Occidente, los llaman «terroristas». Pero le voy a decir con toda sinceridad que yo me inclino ante quien haga un sacrificio tan grande, se lo aseguro.
S.C.- Si entiendo bien, ¿usted dice que todo lo que causa la rebelión de la gente en el Medio Oriente ha sido generado por Occidente, que el que lucha tiene que sacrificarse y sufrir por los demás, que los árabes dieron pruebas de tolerancia en el pasado? Ahmed Ben Bella: Así es. La violencia que se expresa en el mundo arabo-musulmán es el resultado de la cultura de odio y violencia que engendró Israel al imponerse por la fuerza en las tierras de los árabes. Las atrocidades de ese Estado ilegal obligan a los más valerosos a reaccionar. No creo que haya lucha más noble que la de los palestinos que resisten al ocupante. Cuando veo lo que ha sufrido ese pueblo desde hace más de un siglo y que sigue encontrando fuerzas para luchar, sólo puedo expresar admiración. Los mismos que masacran a ese pueblo presentan ahora a la gente de Hamas como fascistas y terroristas. ¡No son fascistas! ¡No son terroristas! ¡Son gente que resiste! S.C.- Palestina es una nación encarcelada. ¿Cómo se llegó a hablar de «terrorismo», incluso en el seno de la izquierda, en vez de hablar del derecho a resistir con los armas? ¿Encuentra usted grandes similitudes o diferencias entre la colonización francesa en Argelia y la colonización israelí en Palestina? Ahmed Ben Bella: Es peor en Palestina. Allí hay, además, un apartheid. Los franceses no podían expulsarnos de un país que tiene cinco veces el tamaño de Francia. Trataron de crear una zona de contención en el norte, con la menor cantidad de argelinos posible, pero no dio resultado. No establecieron un verdadero apartheid, como hacen los israelíes en Palestina. El Estado de Israel creó la más terrible de las dominaciones. S.C.- ¿Cree usted que los palestinos vivirán bajo la ocupación menos tiempo que los argelinos? Ahmed Ben Bella: Yo creo que sí. En primer lugar, el colonialismo es un fenómeno claramente identificado y condenado por las leyes internacionales. Además, si hay un asunto sobre el cual existe unanimidad en el mundo árabe, ese es el problema palestino. Mientras no se haga justicia a los palestinos, el mundo árabe musulmán tampoco podrá sentirse libre. Es una parte de su ser que se mantiene cautiva. S.C.- En otra época, la política no era más noble pero había aún un equilibrio. Desde que se acabó la bipolaridad fueron barridos los principios morales más elementales. Se habla constantemente de combatir el «terrorismo» pero no se habla de los 800 niños abatidos en Palestina por los soldados israelíes desde el año 2000 ni de los millones de niños iraquíes asesinados o enfermos que no tienen ya derecho a un desarrollo normal. ¿Habrían sido posibles las atrocidades de Guantánamo y Abu Ghraib si la comunidad internacional hubiese tenido la decencia de decir no a la violencia de Washington? ¿Qué dirigente de un Estado tiene aún las manos limpias en esta supuesta guerra contra «el terrorismo»? Ahmed Ben Bella: Lo que sucedió en Guantánamo, en Abu Ghraib y en otras partes es enorme. Y todo ese horror sigue propagándose y provocando grandes sufrimientos. Supimos que Estados Unidos instaló prisiones en Europa Oriental para esquivar sus propias leyes y que Europa es partícipe de todo eso. Incluso se le critica a Suiza el haber autorizado que sobrevolaran su territorio los aviones que transportan prisioneros fantasmas, secuestrados, sometidos a torturas. S.C.- ¿Cuáles serían a su entender los medios de contrarrestar la estrategia de Bush y los neoconservadores? Ahmed Ben Bella: ¡Ese es un movimiento integrista, pero cristiano! El problema que enfrentamos hoy es el siguiente: la ideología de Bush es el peor integrismo que se pueda imaginar. Los que inspiran a Bush son los famosos evangelistas protestantes. Es un integrismo terrible. ¿Qué medios tenemos para combatir? Ya le hablé de las esperanzas que pongo en la juventud, aunque sé que no tiene verdaderos medios de combatir ese espantoso sistema. Sé que no basta con lanzarse a la calle. Hay que pasar a otra cosa, inventar otros medios de acción, pero lo necesario es actuar en vez de sufrir. Y cuando se tiene la impresión de que no se avanza, hay que pensar que existen fases, que se necesita cierto tiempo para que la mayoría nos entienda. La acción empieza con los que tienen una comprensión clara, aunque esta no cubra todos los problemas. Pero después hay que vencer los obstáculos y pensar que ni el partido socialista, con todo lo socialista que dice ser, ni tal o más cual asociación son los que van a cambiar este mundo. S.C.- ¿La solución para llegar a un reequilibrio puede venir de China y Rusia? Ahmed Ben Bella: Pienso que China puede ser una esperanza. En el pasado Rusia nos ayudó extraordinariamente. Pero, por el momento, desgraciadamente, Rusia no está en una situación fácil. Yo no pondría esperanzas en ella. Yo contaría mucho más con China. En primera, tiene argumentos que Rusia no posee. Es un país que se encuentra a la cabeza de los países en expansión. El propio Occidente se implantará en China para reactivar su economía. De aquí a 20 años habrá que ver el nuevo mapa político. S.C.- ¿Qué decir, mientras tanto, a los pueblos abandonados a su suerte en Palestina, en Irak? Ahmed Ben Bella: Nunca actuamos pensando que somos nosotros los que vamos a beneficiarnos. Actuamos porque hay que actuar. Las grandes conquistas no han sido nunca producto de una sola generación. En nuestro país dicen que el que come no es el que sirve el plato. Hay que crear redes de solidaridad que apoyen incondicionalmente la lucha de esos pueblos. S.C.- ¿Qué decir también a esa juventud que usted ha mencionado, testigo de tantos abusos? Ahmed Ben Bella: No pueden respetar las barreras, tienen que tomar iniciativas. Si no basta con reunirse periódicamente en grandes demostraciones, si nada cambia, hay que pasar a otra cosa, inventar sin demora otras formas de lucha. S.C.- Pero, ¿no ha llegado la hora de que los árabes tomen la dirección del movimiento antibelicista, hasta ahora en manos de los occidentales? Ahmed Ben Bella: Sí, sí. Ante la gravedad de la situación en el Medio Oriente, son los palestinos o representantes de los movimientos del mundo árabe los que tienen que actuar. Pienso que ese movimiento árabe, el movimiento palestino, todas esas fuerzas, si se conjugan y se sobreponen a sus divergencias, son una esperanza no sólo para los árabes. Esas fuerzas también pueden contribuir a cambiar este mundo, el sistema global tal y como funciona. S.C.- ¡Parece usted optimista! Ahmed Ben Bella: ¿Sabe usted? No sólo soy optimista. Me paso la vida actuando. No me conformo con hacer discursos. Dedico todo mi tiempo a la acción mediante la organización Norte-Sur. También creo que, a veces, las fuerzas de la esperanza vienen de donde menos se espera. S.C.- El primer congreso constitutivo de la Alianza Popular Árabe de Resistencia tuvo lugar a fines de marzo de 2006, en El Cairo. Los participantes llamaron a los pueblos a ponerse «bajo la bandera del internacionalismo para apoyar al pueblo árabe en su lucha contra la agresión imperialista». ¿Constituye eso el punto de partida de una campaña que, si los partidos progresistas de Occidente se uniesen a ella, podría reactivar el movimiento antibelicista e ir en el sentido de sus deseos? Ahmed Ben Bella: Sí, en lo personal soy favorable a esa iniciativa. Lo importante es avanzar. No se avanza si se duda, si se piensa que se acabó, si nos estancamos en las divergencias. Avanzar o corregir los defectos, eso es la vida. Del lado de los árabes también hay muchos obstáculos que vencer. Tenemos que hacer un esfuerzo para vencer las divergencias. En el seno del movimiento árabe encontramos, en efecto, las mismas debilidades que encuentra el movimiento antiimperialista en Occidente. S.C.- Hay más de 10 000 palestinos injustamente encarcelados en las prisiones israelíes y que no son reconocidos como prisioneros políticos. Ahmed Sa’adat -secuestrado por Israel en Jericó en marzo de 2006 junto a cinco de sus compañeros, cuando estaba bajo custodia de estadounidenses y británicos- está siendo sometido desde entonces a torturas constantes. Él ha reafirmado su voluntad de no ceder al decir: «Donde quiera que esté, seguiré combatiendo.» Usted se reconoce seguramente a sí mismo en esa afirmación. ¿Sabe usted lo que significa vivir encarcelado? Ahmed Ben Bella: Sí. Yo viví 24 años y medio en prisión. Cuando los franceses me encarcelaron en La Santé, me encerraron con los condenados a la guillotina. Desde mi celda podía ver la guillotina. Son terribles los malos tratos que Israel inflige a los palestinos. Actualmente no tengo otro proyecto que Palestina. Haré todo lo que pueda por ayudarla. Para alcanzar la paz, en Palestina y en el mundo, tiene que acabar este sistema de mercaderes. Porque los problemas son inmensos, los daños son inmensos. Dejar el mundo en manos de mercaderes y asesinos constituye un crimen. Es ese el verdadero terrorismo, no Bin Laden. S.C.- Cuando oye jefes de Estado que dicen que hacen la guerra en Irak en nombre de la libertad y de la democracia ¿qué les diría? Ahmed Ben Bella: Les digo que el derecho a la vida es el más importante de los derechos humanos. Los derechos humanos son el derecho a vivir. Todos los filósofos hablan del derecho a la vida. Salvaguardar la vida, vivir es lo primero a que aspira todo el mundo. Pero el sistema mundial no se molesta en garantizar ese derecho. Explota y mata. Y cuando no puede matar construye cárceles sin control, abusos que pretenden aportar democracia. Estados Unidos está haciendo en Afganistán e Irak lo que siempre hizo Israel contra los palestinos. Nos hablan de democracia israelí, de democracia estadounidense. Pero ¿qué democracia han aportado ellos al destruir toda posibilidad de vida? S.C.- ¿Sufre usted por Irak? Ahmed Ben Bella: Ah, sí. Para mí, Irak… estuve quince veces en Irak ¿sabe? (Silencio) [1] Casi me matan en Irak. ¡Es insoportable ver lo que le están haciendo a Irak! ¡Lo que están haciéndole a ese país que es la cuna de la civilización! Fue en Irak que se empezó a cultivar la tierra. Allí nació la humanidad. Allí se forjaron los primeros principios. Allí nació el alfabeto, el primer código, el de Hammurabi. Todo eso fue destruido por dirigentes incultos, por una nación de sólo 250 años de historia, que fue colonia de Gran Bretaña. Que liquidó el colonialismo inglés e instauró un colonialismo mundial. ¿Qué se hicieron los 80 millones de amerindios? Nunca volveré a Estados Unidos. Es un país de bandidos. S.C.- ¿Las guerras desencadenadas en Afganistán y el Medio Oriente son para usted guerras racistas? Ahmed Ben Bella: Exactamente. Son guerras contra el Islam, contra la civilización árabe. Eso salta a la vista. Entre los países que según Bush están fuera de la ley sólo uno no es arabo-musulmán: Corea del Norte. Los demás, Siria, Irak, Sudán, Irán, son todos musulmanes. Las cruzadas tenían como objetivo supuesto la recuperación de la tumba de Cristo. A veces, para molestar a los occidentales les pregunto: ¿Qué lengua hablaba Jesucristo? Hablaba mi lengua, no la de ustedes. Hablaba arameo, ¡como yo! Cuando usted lee la Biblia, Jesucristo dice: «Eli, Eli, Lama sabakta-ni» [2] Y nosotros decimos en Argelia: «Ilahi limada sabakta-n». Son exactamente las mismas palabras que pronunció Jesús. Jesús hablaba como yo. El Islam saca muchas cosas del Evangelio o de la Biblia, que el propio Islam viene a completar. Yo exploto de ver tanto abuso. Nos han hecho tanto daño… Han afectado nuestra dignidad. Sin hablar de aquel pequeño pueblo en Palestina. ¿Cuántos palestinos tienen que vivir bajo la férula más abyecta? Nuestra reacción no tiene que ver con el racismo, se lo aseguro. Estamos más que cansados. Occidente nos ha hecho mucho daño. ¿No fue acaso en Occidente donde se cometieron los peores crímenes contra la humanidad? ¿Dónde nació el fascismo? ¿Dónde nació el nazismo? ¿Dónde nació el estalinismo? La famosa Inquisición, que duró 400 años, ¿dónde se desarrolló? Francamente, hace falta mucha abnegación para decirse diariamente: «No quiero odiar a Occidente». S.C.- ¿No habría que incriminar a los defensores del «choque de civilizaciones», a los proisraelíes, como los principales instigadores de lo antiárabe, antiislám, que se propaga de forma inquietante contra sus pueblos? Ahmed Ben Bella: Por supuesto. El lobby israelí en Estados Unidos es algo terrible. Hasta ahora no se podía mencionar sin que lo acusaran a uno de antisemitismo. Recientemente aparecieron varios estudios que demuestran con ejemplos irrefutables el peso del lobby israelí en las opciones políticas y militares de las que somos objeto [3]. Ya nadie puede negar hoy la importancia, hasta el peligro que representa ese lobby que penetra todas las esferas estratégicas. Me siento, por tanto, muy implicado en ese aspecto de las cosas que dificulta más aún la solución de la cuestión palestina. Tengo que decirle que aunque el Islam sufrió muchos males, el Islam nunca hizo daño a otros países. A lo largo de la historia, el Islam mostró una tolerancia que no existe en ninguna otra parte, mientras que Israel logró implantarse por la fuerza en un espacio y en un lugar que están habitados por los palestinos -uno de los pueblos árabes más evolucionados- y creó, despojándolos de sus tierras, un Estado racista. Mientras que Israel se niegue a reconocer el derecho de los palestinos a existir y a regresar a sus tierras, no habrá paz en el mundo. Entrevista realizada por Silvia Cattori para la Red Voltaire. Fuente: http://www.voltairenet.org/Ahmed-Ben-Bella-estima-que-la [1] En 1990-91, el presidente Ahmed Ben Bella dirigió una mediación entre Francia e Irak para tratar de impedir la guerra del Golfo. Los negociadores franceses eran Edgard Pisani y Marc Boureau d’Argonne, administrador de la Red Voltaire. Leer «Le double jeu de François Mitterrand», Voltaire, 3 de noviembre de 2003. [2] «Eli, Eli, Lama sabakta-ni», palabras atribuidas a Jesús en Los Evangelios poco antes de su muerte. Traducción: «Padre, Padre, ¿por qué me has abandonado?» [3] Ben Bella se refiere al ensayo, publicado por la London Review of Books, intitulado «Le Lobby israélien et la politique étrangère des États-Unis» (The Israel Lobby and US Foreign Policy), redactado en conjunto por el profesor John Mearsheimer, de la Universidad de Ahmed Ben Bella acaba de morir a los 96 años, 21 de los cuales los pasó encarcelado por los colonialistas franceses (seis) y después por la burocracia estatal argelina (15). Nació en 1916 en una familia de campesinos marroquíes muy pobres. Durante la guerra contra el nazifascismo combatió como sargento en el regimiento de Tiradores Marroquíes de las Fuerzas Francesas Libres y el general Charles de Gaulle lo condecoró personalmente con la Medalla Militar (ya tenía la Cruz de Guerra) por su valor en la batalla de Montecassino, en la que las tropas coloniales de Francia, los polacos y brasileños tuvieron a su cargo el ataque de infantería contra el inexpugnable monasterio defendido por tropas de elite alemanas que los estadunidenses y británicos sólo se animaban a bombardear. El fin de la guerra marcó el comienzo de la lucha por la liberación de Argelia y Ben Bella fue el confundador del Frente de Liberación Nacional Argelino (FLNA) y su jefe militar. En un acto de piratería áerea sin precedente, la aviación militar francesa interceptó en el espacio aéreo internacional el avión marroquí en que viajaba con otros tres dirigentes y mantuvo a Ben Bella preso en Francia desde 1956 hasta 1962, cuando salió de la cárcel para ocupar la presidencia de su país. En esos años la Cuarta Internacional trotskista, cuyo secretario era el griego nacido en Alejandría, Egipto, Michalis Raptis, Pablo, ayudó activamente a la revolución argelina y tanto Pablo como el holandés Sal Santen fueron presos por organizar la falsificación de documentos y dinero, y abastecer de armas a los argelinos. Pero la resistencia antinazi todavía estaba fresca en los recuerdos y muchos estadistas habían utilizado o fabricado documentos falsos y ocultado armas, de modo que ambos revolucionarios estuvieron presos sólo año y medio. Como parte de esa colaboración con el FLNA, el partido argentino –del cual yo era uno de los dirigentes– envió tres militantes torneros-ajustadores a Argelia, donde durante años fabricaron clandestinamente armas para combatir contra los ocupantes franceses.
En Argentina organizamos igualmente un Comité de Solidaridad con la Revolución Argelina con la Juventud Socialista, nuestro partido y varios centros estudiantiles. Ese comité –que yo presidía– trajo a Argentina en 1958 y recibió (no sin tener que vencer físicamente una batalla en el aeropuerto con los franceses reaccionarios) una delegación del Gobierno Provisional de la República Argelina, presidida por Youssef Ben Kheda. Obtenida la independencia, tras una guerra que duró desde 1954 hasta 1962 y que costó a Argelia más de un millón de muertos (sobre 11 millones de habitantes), Ahmed Ben Bella fue nombrado presidente, a pesar de la oposición del ala moderada de su partido (Ferhat Abbas, el actual presidente Bouteflika, el bereber Ait Ahmed). Asesorado por Pablo, se lanzó de inmediato a construir una república socialista autogestionaria. Nacionalizó bajo autogestión de sus trabajadores las tierras que habían sido de los colonos franceses, al igual que las industrias y el petróleo, instauró la enseñanza obligatoria en árabe y la asistencia sanitaria gratuita, ayudó a todas las rebeliones en el mundo colonial (Mandela, por ejemplo, se entrenó militarmente en Argelia), recibió al Che y le dio apoyo militar para su lucha en el Congo, reconoció a China, Cuba, la Unión Soviética, hizo acuerdos con Nasser, propuso enviar 100 mil soldados para combatir con los palestinos contra Israel. Todo eso provocó una fuerte resistencia del aparato burocrático estatal, la cual llevó en 1965 a un golpe que instauró como presidente, con el apoyo de Moscú, al coronel Huari Boumedienne, quien encarceló a Ben Bella desde 1965 hasta 1980.
foto: De izquierda a derecha: Mohamed Khider, Mostefa
Lacheraf, Hocine Aït Ahmed, Mohammed Boudiaf y Ahmed Ben Bella tras su arresto
el 22 de octubre de 1956.
No hay comentarios:
Publicar un comentario